domingo, 1 de julio de 2012



IN MEMORIAM

Esta toma tiene truco… obviamente. No es precisamente lo que se dice una maravilla de la técnica del retoque fotográfico, porque francamente no tengo conocimientos como para eso, simplemente es un amago, un intento para disimular el pedestal sobre el que está apoyado este Northrop fabricado en España bajo licencia, que adorna una glorieta de Morón de la Frontera. Se trata del un RF-5A (designación del Ejército del Aire AR-9) perteneciente al 212 escuadrón (numeral 212-56) y que en su día desempeñó misiones de reconocimiento. En el morro se pueden apreciar unas ventanitas donde iban alojadas las cámaras fotográficas.
El caso es que cada vez que veo un F-5 me acuerdo del Comandante Fernando Valero Avezuela, un piloto que en 1982 estaba destinado en Morón en el Ala 21 y que tenía su residencia principal en Cádiz, en el bloque donde yo vivía. Mi madre solía coincidir con su esposa en la playa y solían conversar. Un día mi madre le comentó que a mí me encantaban los aviones, y me invitó a subir a su casa para presentarme a su marido y charlar sobre el tema.
Fernando era un tipo alto, de gesto amable y muy próximo. Me enseñó sus fotos y me contó sus experiencias de vuelo y detalles sobre su profesión sin disimular la pasión que sentía por ella. Pocas veces he conocido a nadie que hablara con tanto entusiasmo sobre su profesión. Además, como curiosidad, os diré que era tío del “Piraña” aquel personaje de la serie Verano Azul.
Un 9 de septiembre de 1982, llegué a casa uniformado, pues regresaba del cuartel, y a penas entré por la puerta mi madre me dio la trágica noticia. Nuestro amable vecino el piloto, falleció al estrellarse con su F-5 por razones que aun desconozco, mientras realizaba prácticas de tiro de las Bardenas Reales.
Quedé aturdido por la noticia y en esas condiciones subí, sin quitarme siquiera el uniforme, para darle el pésame a su esposa, sin pensar que la casa estaría llena de militares de alta graduación, compañeros del piloto, mandos y demás.
Abrió la puerta un Comandante del EA, pero debido a mi consternación, conté mal las puntas de su estrella y lo degradé cuadrándome ante él con un a sus órdenes mi alférez, vengo a dar el pésame a la señora del comandante… Antes de que el sorprendido Jefe dijera nada, y habiendo caído yo en la cuenta de mi error de interpretación de la graduación, apareció aquella mujer bañada en lágrimas, que cuando me vio, se abrazó a mí mientras me decía, mi niño, nunca te metas a piloto.
Podéis imaginar el nudo que se me hizo en la garganta ante aquella situación, sobre todo al ver a sus hijas, por aquel entonces unas crías, sollozando desconsoladas por la muerte de su padre. Estuve sentado un rato junto a la esposa del comandante en aquel salón , contemplando aquellas fotos que vi en otra ocasión, y fui incapaz de decir nada.
Cuando salí de aquella casa, me quité el uniforme y me fui a dar una vuelta por la playa para despejarme un poco y aliviar esa sensación que me oprimía la garganta. Me sentí aliviado con el frescor de la brisa marina, y reconfortado por la luz de las tardes de septiembre en Cádiz. 
Entonces pensé, que después de todo, a pesar del trágico final, aquel hombre vivió con intensidad sus días, y murió haciendo lo que más le gustaba, y que con todo, la muerte quizá no sea el final y ahora vuele por otros cielos más limpios.
Pensé en lo que me dijo su esposa… nunca te metas a piloto… Podía entenderla en el sentido de que ella, como esposa de un piloto, siempre sufrió temiendo que llegara el día que desgraciadamente llegó. Pero por otro lado pensé, que si hubiera tenido la oportunidad de ser piloto, lo habría sido a pesar de todo.
El Comandante Fernando Valero estaba a punto de ser ascendido a Teniente Coronel, pero se resistía a desempeñar papeles burocráticos y dejar de volar de manera activa, a pesar de que lo hacía con un aparato obsoleto que ya había dado más de un susto. El Ministerio de Defensa, en la línea habitual de los estamentos militares, no dio demasiadas explicaciones sobre las causas del accidente y el expediente se cerró tal cual como tantos otros, total, los militares y sus familias lo aguantan todo… aunque unos mueran y sus familias nunca se recuperen de su pérdida.


En memoria del Comandante Fernando Valero Avezuela.



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