miércoles, 31 de octubre de 2012


VENDEDORES DE CAI

Vendedor 1 - Pasa pisha¡¡

Vendedor 2 – Pasa cohone, aquí estoy con er Cani

Vendedor 3 (Er Cani) – Killo… aquí estamo, ya ve…

Vendedor 1 – ¿Cómo está er percá?

Vendedor 2 – Shungo pare, no he vendío una puta lata ¿Y tú?

Vendedor 1 – La cañailla no la vendo ni patrá… la puta crisi y lo brote verde que le salen por er shosho ar pájaro loco que tenemo por visepresidenta.

Vendedor 3 – Ira er julai ese eshando jumo con la avioneta… pisha.

Vendedor 1 – Ma jumo va a eshá mi parienta cuando le diga que no he sacao ni par shoriso der cosio, que manda cohone… pisha.

Vendedor 2 – Eso e shungo killo, te veo mu malamente.

Vendedor 1 – Cohone… la curpa la tiene er Sapatero y su puñetera mare la leonesa que lo eshó por coño… con tos sus muerto… cohone.

Vendedor 3 – Ira killo… ese avión viene pa nosotro… cohone.

Vendedor 1 – Pisha… ira como va er nota… a toa… joé

Vendedor 2 – Y no están corgao los nota eso… Me voy que no he vendío ná y tengo     que pagá la hipoteca a 50 año… adió pisha¡¡

Vendedor 1 – Adió cohone¡¡

Vendedor 3 – Joé… po adió pisha, con la prisa… cohone.

 

domingo, 21 de octubre de 2012


COMPOSICIÓN… DIVAGACIONES SOBRE FOTOGRAFÍA

Cada loco con su tema, él componiendo música, yo componiendo una imagen, y el atardecer gaditano componiendo su festival de colores. Cámara al suelo, encuadre por aproximación y echando de menos esas pantallitas abatibles que permiten encuadrar en posiciones raras. En el campo no tengo reparos en tirarme al suelo, pero en la ciudad, donde los perros y los animales de dos patas mean y cagan en cualquier parte, no me apetece.

 Mi prioridad en cuanto a los aspectos técnicos del disparo, es mantener la ISO en 100 porque no me gusta el ruido en este tipo de imágenes, y en cuanto al procesado de las mismas, me limito a ajustar manualmente los balances en RAW y santas pascuas.

Mis disparos son rápidos, la presa o la luz pueden escaparse en cuyo caso se podría truncar la idea o la composición que tenía en mi cabeza, así que eso de montar trípodes queda de lado generalmente, entre otras cosas porque el que tengo es una puñetera mierda y para cuando quisiera encuadrar, habría oscurecido o se habría puesto a llover.

Generalmente hay que adaptarse a las circunstancias, tanto técnicas como ambientales. Desde otras perspectivas, siempre se puede decir yo habría hecho esto o lo otro, algo en lo que suelen incurrir mucho los Generales cuando plantean las batallas sobre sus tableros, pero el que está en el frente sabe lo que se trae entre manos y de lo que puede o no puede disponer.

El equipo es el que es, las reacciones de los elementos que integran la composición son las que son, y si al de la guitarra le hubiera dado por tirarse un pedo o dejar de tocarla justo cuando yo iba a disparar, no habría podido evitarlo…  y los datos EXIF tampoco. La fotografía es un mundo, cada ojo mira de una manera y cada cámara tiene sus pros y sus contras. Lo importante para mí es  intentar transmitir, o cuanto menos, intentar conservar un recuerdo tal y como me gustaría conservarlo  en la medida de lo posible. Cada persona es un mundo y cada fotografía también y quizá en eso radique su grandeza.

Saber manejarse con los EXIF está bien, pero considero que es más importante manejarse con las emociones, a fin de cuentas manejarse con los EXIF es, como se diría psicología, un comportamiento operante, un comportamiento al alcance de cualquier animal susceptible de ser adiestrado. Pero manejarse con las emociones… eso solo pueden hacerlo las personas, siempre que sean emotivas, así que animo a potenciar esos sentimientos y despreocuparse un poco de la técnica, porque la técnica puede no estar al alcance de todos, pero las emociones deberían estarlo y sería la manera más justa de valorar una imagen y cualquier otra cosa.
 
 

jueves, 18 de octubre de 2012


YO NO QUERÍA CRECER

Lo cierto es que no quería crecer, y mis razones tendría. El mundo me parecía mucho más grande, tanto, que este parque podría haberme parecido un casillo inexpugnable al que conquistar durante una puesta de sol infinita, como los sueños que tenía.

 El caso es que crecí y ahora mi percepción del mundo es la de una pelota maltratada en la que estamos confinados, donde la puesta del sol supone simplemente el final de un día duro, y casi no sueño por no dormir  suficiente. Nunca me cayó bien el hortera de Peter Pan con esas pintas, pero en algo coincidíamos…  como él, yo no quería crecer.
 

miércoles, 17 de octubre de 2012


EL TROCADERO – DESDE PUERTO REAL HASTA PARIS.




Lo que se ve al otro lado del Caño del Trocadero es la isla del mismo nombre, ubicada en la Bahía de Cádiz, y que tiene una superficie aproximada de 525 hectáreas. Salvo esas casas deshabitadas, no hay nada, lo que es bueno para la fauna  que puebla esa zona que forma parte del Parque Natural de la Bahía de Cádiz, básicamente aves como el cormorán, la garza real, la polla de agua el flamenco o la gaviota. Mosquitos todos los que queráis…

En esta isla, en su extremo sur, que queda hacia la derecha de la foto, pero que no se ve, está el fuerte de San Luis que formaba parte del sistema defensivo de Cádiz. Este fuerte, hoy en ruinas por eso de que estamos en España, fue tomado por las tropas de Napoleón el 30 de agosto de 1823 durante la Batalla del Trocadero y por esta razón, la famosa plaza parisina lleva su nombre… que cosas.

viernes, 12 de octubre de 2012


DISPARIDAD DE CRITERIOS… (CUANDO NO SE QUIERE VER MÁS ALLÁ)

Allí andaba el hombre, formando parte de otro pequeño grupo que danzaba en las proximidades intentando aguar la fiesta. El cartel me hizo sonreír… “Menos fiesta y + trabajo para todos/as”

Sin pretender arrebatarle en absoluto su derecho a manifestarse, me dieron ganas de acercarme para preguntarle si realmente estaba convencido de que el evento de la concentración de veleros en Cádiz era una fiesta sin más, o quizá era una oportunidad de negocio y de trabajo para los feriantes, para los bares de los alrededores, para los guardias de seguridad, para los patrones y marineros que formaban parte de las embarcaciones que daban paseos por la dársena del puerto, para los vendedores de frutas y hortalizas que suministraban a los buques de vela, para los carniceros que hacían lo propio, para los del servicio de limpieza, para los trabajadores de las casetas, para el servicio de transbordadores de El Puerto de Santa María a Cádiz, para los guías, para los trabajadores de los medios informativos, para los vendedores de suvenires, para los trabajadores de las discotecas y pubs a los que van los marineros, para los taxistas, para los trabajadores de la empresa pirotécnica, para los restaurantes, para los hoteles… y no digo ya para la imagen de la ciudad de Cádiz, porque entre los guarros y la huelga salvaje de basureros, podría decirse que se la cargaron aunque sin conseguir aguar la fiesta.

En este país siempre sucede lo mismo, aun pudiendo tener razón, acabamos cagándola al errar el objetivo. Yo también estaba parado ese día, y maldita las ganas de fiesta que tenía, pero qué menos que alegrarme por los que esos días pudieron trabajar gracias a ese evento y alegrarme la vista viendo esos buques que me hacen soñar.

Está claro que hay muchos que solo se miran su propio ombligo, y este buen hombre ni si quiera eso, pues se lo tapaba con el cartel o la cartela + o menos.  Pero seguro que la fiesta del fútbol sí le mola y que cuando gana la roja es de los que grita, soy español, soy español…

Que me pasen por debajo de la quilla si me equivoco, pero que sea por la del Elcano.

 

sábado, 6 de octubre de 2012


EL SUEÑO DEL GRUMETE

Allí estaba, tumbado en la cubierta recuperándose quizá de una noche ajetreada, acariciado por el sol, un sol perezoso que tardó en salir aquella mañana de entre las nubes que lo arropaban.
Su rostro sereno me hace pensar que probablemente soñaba bonancible, con navegaciones por mares limpios salpicados de islas vírgenes en las que poder recalar, mares ricos en especies marinas, cristalinas aguas con fondos coralinos, y por qué no, tormentas tropicales para dar emoción a la singladura… y ron, ron, ron, la botella de ron, con el loro de marras y Barbarroja.

Buques de vela que surcan los mares al paso que marcan los vientos, singladuras programadas por el estado anímico de los elementos, hombres curtidos por la sal y el roce con la cabuyería, hombres con destino tan incierto como apasionante, memorias por escribir extraídas de los cuadernos de bitácora… las ganas de zarpar, las ganas de arribar y el gusanillo que te hace volver a la mar a pesar de todos los males padecidos. El sueño del grumete.

Pero me temo que si soñaba con eso, el despertar le resultaría duro. Las cosas han cambiado, para bien según algunos, pero para mal para los grumetes, porque de entrada los grumetes como tal dejaron de existir hace tiempo, y por tanto, sus sueños también.
Navegar por mares limpios es una utopía, las especies marinas se extinguen por millares, igual que se han extinguido las islas vírgenes. Las aguas cristalinas se vuelven opacas y sus fondos coralinos se deterioran, las tormentas tropicales se están volviendo locas y el ron se mezcla con cola en los botellones de las plazas públicas. El loro de marras está en una jaula y Barbarroja muerto y enterrado.
Los buques son de cualquier cosa y casi nunca de vela, las singladuras se programan al minuto por endiablados y fríos sistemas logísticos informatizados que contemplan hasta el más mínimo detalle, yendo de puerto en puerto con la misma precisión que los trenes van de estación a estación, al ritmo que impone el mercado.

Salvo algunas excepciones, hoy día los hombres de mar apenas se diferencian de los hombres de tierra. Las ganas de zarpar, las ganas de arribar y el gusanillo que te hace volver a la mar lo mismo acaban yéndose al garete, como en su día se fue la figura del grumete y su sueño ya utópico y por tanto relegado a ser una mera fantasía.