FRENESÍ BULÍMICO
En breve comenzará el frenesí
bulímico y muchos harán gala de sus
excesos. Ya no conformes con disfrutar de la comida, alardearán de lo que comen
fotografiando platos y copas, y escribirán eso de, si ustedes gustan, que queda
tan “educado”. Paralelamente, alternando entre comilona y comilona, harán gala en
el FB de sus niveles de sensibilidad social, subiendo algún copia y pega de
esos que buscan despertar conciencias, escenas de mendigos que de pronto son
sorprendidos por una buena acción orquestada de antemano, acciones que en el
fondo no dejan de ser una pantomima para
tranquilizar, entre exceso y exceso, las conciencias del personal.
Qué buenos somos, qué
concienciados estamos con los más desfavorecidos. Lo estamos tanto, que hemos
subido un “videoyutube” sensiblero en el que un mendigo de la Quinta Avenida,
comparte su pizza con un yupi aburrido que quiere ponerlo a prueba. El hijoputa del yupi le dice al mendigo que tiene
hambre, y el mendigo, pobre desgraciado, va y le da el mejor trozo… Cuanta
bondad hay en el mundo, y qué abiertos estamos a ello…
Pero ahora sigamos comiendo,
sigamos con la fiesta, mostremos al mundo en fotos nuestro cochinillo al horno
y nuestras copas de champán, que el mendigo ya tiene su trozo de pizza y el
cabrón del yupi ha despertado por un instante, con su experimento de mierda,
nuestras conciencias de mierda. Ya estamos tranquilos, hemos cumplido,
saciémonos pues… Cuanta mala leche y cuanta hipocresía.
Recuerdo que mi abuela, que tenía
tanto de buena como de sabia, solía decirnos que no presumamos de lo que
tenemos o de lo que comemos, que si no
estamos dispuestos a compartirlo, nos limitemos a disfrutarlo, porque queda feo
alardear de lo que poseemos, habiendo otros que no poseen nada. No era una
cuestión de sentimiento navideño, era una cuestión de sentido común, de educación,
de saber estar.
No procede que una inmensa
mayoría de personas esté sumida en la miseria hasta el extremo de no poder
comer lo necesario y que encima, los que pueden hacerlo, alardeen de ello. El
que quiera compartir, que lo haga, y el que no, que coma, pero que calle… sería
lo suyo, por una cuestión, si no de sensibilidad, al menos de clase, porque
para caer en catetadas siempre se está a
tiempo.