miércoles, 30 de octubre de 2019


BUENISMO POLÍTICO.

Sin señalar a ningún partido, porque ya somos mayorcitos para saber por dónde voy, el “buenismo” político consiste en tomar decisiones abogando por la paciencia de aquellos que cumplen con las leyes, y contando con la buena fe de aquellos que se las saltan a la torera.
El resultado de esa política pusilánime, que más que contentar a los primeros -los que cumplen la ley- procura no cabrear a los segundos -los que se la saltan a la torera- es que, como estos últimos carecen de escrúpulos, destrozándolo todo si se les replica, los que salen perdiendo son los que aguantan con resignada paciencia, cumpliendo con las normas.
Pero incluso el buey más manso tiene un límite de resistencia frente a la injusticia. He conocido a resignados sufridores, que tras acumular vapor en las calderas, sin darle salida por las válvulas de escape por no molestar, estallaron súbitamente, repartiendo metralla a diestro y siniestro.
Peligrosa política esa del “buenismo”, que da alas a los que carecen de buena fe, y hacen que la pierdan quienes aún la tienen, lo que finalmente dará origen al caos.


martes, 29 de octubre de 2019


LA SUPREMACISTA ELISENDA.

Y dice Elisenda Paluzié, la burguesa de ANC que despreció a una periodista por ser española, que los disturbios provocados por las hordas indepes, visibilizan el conflicto a nivel internacional. Según ella, esto es positivo para la causa porque sitúa al Estado como responsable de la violencia generada. Le faltó decir que si hubiera muertos, sería incluso mejor.
Esto es como si el presidente Bashar al-Ásad dijese que la guerra de Siria es positiva, porque da visibilidad internacional al conflicto, culpando de la violencia a las tropas rebeldes.
Si a la tal Elisenda le parece positivo que haya violencia en Cataluña para hacer visible el conflicto, lo suyo sería quemar los contenedores de basura de su calle, quemarle el coche, o quemar su casa. Ya que aplaude las algaradas incendiarias de sus cachorritos, al menos que pague con su patrimonio, no con el patrimonio de los ciudadanos catalanes que no comparten esta locura.
Es todo sensatez Elisenda, la que, aun teniendo raíces asturianas y castellanas, desprecia sus orígenes y todo lo que huela a español. Es la misma fanática que comparó Bosnia con Cataluña, y que estaría conforme con balcanizar el conflicto si fuera preciso, todo por visibilizar la causa.
Pues bien, llegado el caso, lo suyo sería también, que la avenida, la calle, el callejón, o donde cojones tenga la madriguera esta impresentable, se convirtiera en la avenida de los francotiradores, en el bulevar Mese Selimovica de su puñetero barrio, y que tuviera que ir al mercado reptando como las cucarachas para evitar las balas. Ya que aprueba esa forma de dar visibilidad a su puñetera causa, que lo experimente en sus carnes, no en las de los desgraciados ilusos que siguen sus consignas engañados, y mucho menos en las de quienes intentan evitar esta majadería supremacista.

lunes, 28 de octubre de 2019


DE UN TONTO A UNA LISTA.

Esta tarde he escuchado decir a la periodista Elisa Beni, la cual se jactaba de ser muy lista, que a colación de las elecciones y los despropósitos estratégicos que está cometiendo la izquierda, le dan ganas de exiliarse a Francia, pero que  votará a los de siempre porque, aunque no lo merezcan, hay que salvarlos de sí mismos y evitar que gane la derecha. Lo de exiliarse a Francia en particular era porque, con la modestia que la caracteriza, afirmó que habla francés muy bien… oh là là.
Elisa se considera muy lista, tonta no es, pero a mí, que debo ser tonto de remate, se me ocurre que el mensaje que transmite a los que pretende salvar de sí mismos es, que por muy mal que lo hagan, siempre tendrán a alguien dispuesto a votarles para que puedan seguir cometiendo desmanes políticos y económicos.
Y así, los votantes incondicionales, brillantes como Elisa, o tontos de capirote como mi vecino del 2º D, perpetuarán con sus votos a  los mangantes de ambos bandos -en España seguimos con el anacronismo de los bandos-  que se lo llevarán calentito con independencia de lo que hagan, generalmente para mal. Más o menos como pasa con nuestros primos en Argentina.
Elisa hablará muy bien francés, y tonta no es, pero no creo que sea muy inteligente votar al partido equis, a sabiendas de que no lo merecen, que va a ser que no lo merece ningún partido de la A, a la Z. Sería preferible que Elisa reservara un billete para largarse a la Ville lumière. Aunque a lo mejor resulta que yo soy, tonto no, tonto del to, no pa un rato, tonto del to pa siempre… bête pour toujours, que diría un francés.

viernes, 25 de octubre de 2019


QUINCE AÑOS DESPUÉS…

Leo que en Madrid, una señora ha sido encontrada muerta en su domicilio quince años después  de su fallecimiento, sin que hasta hace poco, una sobrina la echase en falta... quince años después. Este es uno de tantos casos, que cada vez se producen con más frecuencia.
España es un país de contrastes extraños. Por una parte, ancianos que mal viven y fallecen, olvidados en sus casas o en asilos de mala muerte, sin que sus familiares se ocupen de ellos, ni yendo con una vela para el entierro.
Por otro, abuelos o bisabuelos, desaparecidos en aquella  guerra ya lejana, que son buscados por sus nietos o bisnietos, cuando algo me dice, si me atengo a la dinámica de los tiempos que corren, que si los tuvieran vivos, pasarían tres pueblos de ellos, salvo en contadas excepciones.  
Me constan personajillos que enarbolan, reivindicativos ellos, la bandera de sus abuelos o bisabuelos desaparecidos en la guerra, pero que pasan de sus padres o de sus abuelos vivos. Así de hipócritas son. Utilizan para sus fines a sus parientes desaparecidos, obligados por la pertenencia al grupo, necesaria para llenar el vacío de sus vidas. Necesitan remover los muertos del pasado, porque no saben construir un futuro para ellos mismos, ni un presente mejor para sus mayores vivos. Para este tipo de gente y para determinada izquierda, García Lorca les vale más muerto que vivo.
En mi familia, visitábamos a nuestros abuelos casi a diario cuando los teníamos cerca, y si estábamos fuera, los llamábamos todas las semanas. Los llevábamos acá y allá, escuchábamos mil veces las mismas historias que nos contaban, pero hacíamos como si la escuchásemos por primera vez. Cuidamos de ellos cuando enfermaron, y los enterramos dignamente y los lloramos cuando fallecieron. Nunca se sintieron solos. Por cierto, nunca hablaban de la maldita guerra, incluido el que se chupó unos años en una prisión franquista por sus ideas, que en todas partes cuecen habas.
¿Cuántos abuelos de hoy pueden decir lo mismo de sus nietos? Los habrá, pero las estadísticas no hacen más que alertar sobre la cantidad de ancianos que mueren en la más absoluta soledad, en algunos casos permaneciendo sus cadáveres en una cama o tirados en el suelo meses, años, o quince años, sin que nadie les echara de menos.
No digo con todo esto, que no se busque a los desaparecidos para honrar su memoria, eso por descontado. Lo que digo es que, puestos a priorizar, primero los vivos y después los muertos, o ambas cosas a la vez. Que los vivos no tengan que morir en el olvido, y que salten las alarmas quince años después, porque una sobrina cae en la cuenta, porque el buzón está a reventar, porque una cuenta se queda sin fondos y se suspenden los pagos, o porque en el pasillo huele a muerto.




jueves, 24 de octubre de 2019


DIA D, HORA 06:30 DE LONDRES.

Y dice la Griso que hoy es el día D, de desenterramiento, y la hora H, de histórico, que pocas veces la H de histórico  ha tenido tanto sentido. Y se quedó tan pancha.
En primer lugar, la H no era de histórico, era de hora, pero aceptando pulpo como animal de compañía, por eso de las licencias literarias nivel papanatas, a ver si ahora va a resultar que esta avispada reportera de plató amarillista, va a situar en el mismo nivel a Pedro Sánchez, que a los hombres y mujeres que dieron su vida para liberar a Europa del nazismo, destacado a nivel simbólico, el desembarco de Normandía.
Vamos a dejar el día de hoy en histórico a secas, porque una exhumación, no es ninguna gesta por mucho que se empeñe el PSOE, y menos cuando se utiliza con fines electorales, y por el afán de Pedro Sánchez por figurar en los libros de texto de manera destacada. Y digo de manera destacada, porque resulta que en los colegios de hoy, los niños no saben quién fue Aristóteles, qué pasó en la Batalla de Waterloo, o qué son las antípodas de una ubicación geográfica, pero sí se tienen que estudiar la lista de los presidentes de gobierno españoles de la transición eterna, esos mamarrachos que, con independencia de su ideología, se han caracterizado por saquear  España.
Con la palabra histórico, está pasando lo mismo que con la palabra héroe, se están devaluando por días. No veo al país paralizado, vitoreando al gobierno o al rey, si acaso, a unos cuantos nostálgicos trasnochados dando vivas a Franco, con lo bien que estaban calladitos. No sé para qué cojones enciendo la TV.


martes, 22 de octubre de 2019


DEPORTE Y POLÍTICA.

Por norma general, el deporte bien entendido, dejando al margen a las hinchadas fanáticas, se ha desvinculado de la política, pues lo que se busca, es una competición sana orientada a hermanar a los pueblos y a las naciones, basándose en el espíritu olímpico. Pero eso no ha sido siempre así.
En los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, el nacionalismo nazi utilizó el evento para dar repercusión a su idea de la superioridad de la raza aria. El tiro les salió por la culata del Máuser, cuando los negros, liderados por Jesse Owens, los humillaron, sin pretenderlo, acaparando el grueso de las medallas. Posteriormente, durante la Guerra Fría, el bloque comunista también utilizó las olimpiadas como plataforma ideológica, para sacar músculo frente al bloque occidental.
Se suponía que estas cosas se habían superado en cierta medida, pero a la vista está que no, sobre todo porque tenemos el problema en casa. A la vista está, con la forma de proceder del Fútbol Club Barcelona, que pese a tener una representación supranacional, habiendo seguidores de toda España y parte del extranjero, sus directivos se han empeñado en politizar los encuentros, con absoluto desprecio a los seguidores que no son independentistas, ni siquiera catalanes. Siguiendo la estela de la estelada, otros equipos deportivos catalanes han protagonizado acciones similares, llegando al esperpento de recoger una medalla de plata sin esperar en el podio, a que sonara el himno del ganador de la medalla de oro.
Pero el colmo lo he visto hoy en las noticias. Si bien el deporte, por razones éticas y de respeto, se suele desvincular de las cuestiones políticas, cada vez más están vinculadas a iniciativas solidarias, lo cual es bueno y deseable, pues refuerza el sentido que tienen las competiciones deportivas. De eso iba una competición de balonmano femenino dedicada a la lucha contra el cáncer de mama. Las integrantes del equipo alicantino CD Agustinos, portaban lazos rosas, en solidaridad con las víctimas de este tipo de cáncer. En cambio algunas de las integrantes del equipo catalán Handbol Gavá, optaron por politizar el encuentro portando lazos amarillos, con absoluto desprecio al objeto del encuentro y a todos los presentes.
Para ser justos, y puesto que procuro documentarme buscando en todas las fuentes posibles, diré que a raíz de este incidente, el referido club catalán Handbol Gavá, emitió el pasado día 20, un comunicado oficial rectificando y promoviendo los valores a los que me referí anteriormente, lo cual es de agradecer (Véase el enlace), detalle que podían haber resaltado los medios de comunicación, que dicho sea de paso, también cuentan lo que les parece, y sobre todo, cómo les parece, porque estos van de chivatos apuntadores en plan, mira lo que ha dicho éste, para generar más morbo.
A ver si empiezan a tomar nota clubes como el Barcelona y otros clubes empeñados en ensuciar el deporte con sus proclamas políticas. Que se busque otro terreno de juego. De los medios de comunicación, me ocuparé en otro momento, por enésima vez.




domingo, 20 de octubre de 2019


SELLOS DEL PASADO.

Me he puesto a reorganizar los sellos que coleccionaba antaño, cuando era un crío. Me aburrían las estampitas de futbolistas, así que opté por la filatelia, dicho sea de paso, sin tener idea del asunto. Me animó una tía abuela monja, que ejercía de misionera en Bolivia, y que me enviaba sellos bolivianos franqueados, que tienen más valor.
Con ese aliciente, empecé a guardar los sellos de las cartas que se recibían en casa, y a comprar otros en los mercadillos, y quienes sabían de mi afición, procuraban enviarme algunos cuando viajaban al extranjero. Acumulé una buena cantidad de ellos, tantos que me faltó álbum y acabé guardándolos en cajas. Estos días encontré el álbum, algo desbaratado por el paso del tiempo, y las cajas. He decidido reorganizarlos con más sentido, aunque sigo sin tener pajolera idea sobre filatelia.
Y he aquí que descubro con asombro que tengo una buena andanada de sellos franquistas, lo cual me convierte en ¿franquista? Un sudor frío recorrió mi cuerpo, y tuve el impulso de hacer una pira y quemarlos. O enviar un correo a la ministra Calvo para que entierre los sellos en el cementerio de El Pardo, aprovechando el traslado de la momia rampante.
Pero luego encontré sellos de la antigua Unión Soviética, sellos que me trajo mi padre en una visita que hizo antes de su fragmentación, además de otros que compré en un rastrillo. Lo cual me convierte en ¿comunista?
Tengo incuso sellos de antes de la Primera República, de cuando Alfonso XIII el Africano, y sellos de su real sobrino el polla loca, cazador de elefantes africanos, lo cual me convierte en ¿monárquico?
En uno de mis habituales viajes Francia, me hice con un sobre conmemorativo de los héroes de la resistencia francesa, sellado con la imagen del  Paul Gateaud, un activista de la resistencia, torturado y ejecutado por los nazis el 9 de junio de 1944. Esto me convierte en ¿simpatizante de la resistencia? Pues en este caso va a ser que sí, pero tampoco define mí ideología.
La memoria histórica no creo que consista en mostrar o preservar lo que nos parece más guai, y en eliminar lo que nos parece más incómodo o repugnante. Aunque a mí me gusta más referirme a la historia a secas, libre de complejos y de prejuicios, libre de manipulaciones políticas, la historia contada por historiadores puros.
Así que no, no me voy a deshacer de los sellos franquistas, ni de los comunistas… mucho menos del sello de Paul Gateaud, que pese a ser torturado, no abrió el pico.  Es entretenido esto de la filatelia. Lo mismo sigo con la colección, aunque lo de recibir cartas en casa me temo que no va a ser posible. Maldita tecnología. 




viernes, 18 de octubre de 2019


FASCISTAS Y FASCISTAS.

Y llegaron los que faltaban, los energúmenos de extrema derecha, fascistas para más señas. Era de esperar, pues la basura llama a la basura. Pero de pronto, para los medios de comunicación, los otros dejan de ser extremistas del CDR. Ahora los identifican como anti fascistas, y claro, eso a algunos les suena mejor, a trinar de pajarillos… la lucha de clases, la izquierda combativa, la barrera antifascista, el no pasarán, y esas gilipolleces trasnochadas que manejan algunos que siguen  anclados en el 36. Es como si repentinamente, se pudieran pasar por alto todas las barbaridades que han hecho estos del CDR y la panda de niñatos y niñatas descerebrados, que se suman a las algaradas por mera diversión.
Antifascistas, por los cojones, porque yo no tolero a los fascistas y no me identifico con esa basura. Toda esa chusma extremista que se envuelve en la bandera de la estrella y las barras, son tan fascistas como los de la bandera del pollo. Y conste que me refiero a los extremistas. A mí, que un ciudadano catalán defienda civilizadamente, dentro de la legalidad, su anhelo de independizarse o de cambiarse de apellido, si le molesta apellidarse Pérez, me parece legítimo, así que no me salten a la yugular, que no meto a todos los independentistas en el mismo saco.

A ver si nos damos cuenta de que lo que está sucediendo es, que toda esa chusma sin educación que se ha generado en las últimas décadas, esos pequeños tiranos consentidos por sus puñeteros padres, en ausencia total de valores fundamentales, han crecido y ahora campan a sus anchas haciendo lo que les viene en gana, esto es… dar palizas a los compañeros de estudio más vulnerables con el fin de subir la agresión a las redes, insultar a sus profesores, cometer violaciones en grupo, y ahora, incendiar las calles, tratando de adjudicarse la muerte de algún policía, ya sea bajo la bandera del pollo, o de esa burda copia de la bandera de Cuba. Es esa chusma juvenil, insolente y descastada, pero a la vez asombrosamente dúctil, de la que se valen para sus fines los fascistas supremacistas como Puigdemont y  Torra, burgueses de derechas, qué cosas, que aspiran a ser caudillos de su terruño. Conste también, que no meto a todos los jóvenes en el mismo saco.

Así que, señores de los medios de comunicación, progres varios de pandereta, e indepes ingenuos, no pierdan la perspectiva tomando por fascistas a unos y a los otros no, porque como os descuidéis, os van a hacer la envolvente y os vais a enterar de lo que vale un peine y de lo equivocados que estabais.  

miércoles, 16 de octubre de 2019


A VUELTAS CON EL CICLISMO. LA ALGARADA.

Llegué al muelle del Trocadero y realicé mi parada de rigor, para pasear la mirada por la bahía de Cádiz. La marea baja, aire de componente NE flojo, cielo despejado aunque con algo de calima. Todo estaba en calma, salvo por la algarada que tenían formada las gaviotas, que peleaban por los residuos comestibles que tiraban unos pescadores que limpiaban redes a poca distancia.
Observé la pugna visceral y cruenta entre argénteas y reidoras. Perseguían con saña a la que se hacía con alguna presa, con el ánimo de arrebatársela. Muchas veces, la presa se perdía en el fondo del mar, sin que ninguna de esas voraces aves pudiese aprovecharla, por estar enfrascadas en feroz combate. En cambio las espátulas y arenarias iban a lo suyo, cada cual por su lado, pacíficamente, respetando el espacio vital de las demás, mientras se proveían de los nutrientes que aporta la marisma. Pensé en Cataluña. Las gaviotas son como los independentistas radicales. A poco que les lancen un miserable mendrugo de pan, alzan el vuelo para despedazarse entre ellas, mientras las demás aves comen pacíficamente de lo que mana entre el limo.
De vuelta a casa, recorriendo la orilla oriental del río San Pedro, me sentí afortunado por vivir en un territorio tranquilo, al menos de momento. Quizá por aquí estaríamos más legitimados para liarla parda por ser una de las regiones más deprimidas del país, liarla parda por la falta de trabajo y las cosas de comer, por la miseria de las pensiones y asuntos mollares. Pero será que no estamos tan mal, o no necesitamos más, o estamos aletargados por la calidez del clima.
Lo que no entiendo es que en Cataluña, hasta no hace mucho una de las regiones más prósperas del país, la gente se despedace como gaviotas peleando por un miserable mendrugo de pan ideológico, lanzado al aire en forma de twitter, por unos cuantos iluminados que desde sus cómodos sillones, aspiran ser caudillos de una región convertida en país mediante la usurpación. Al final, si sale mal, que saldrá, los instigadores se irán a lo que llaman el exilio para vivir a cuerpo de rey. Pero la masa boba que secunda la instigación, se quedará en tierra quemada, despellejados vivos, sin pan, y lo que es peor, sin panaderías.


martes, 8 de octubre de 2019


A VUELTAS CON EL CICLISMO. UN SEÑOR DIGNO.

El levantito estaba gracioso cuando llegué al muelle del Trocadero de Puerto Real. Paré mis cinco minutos de rigor para otear la bahía, y después emprendí el regreso a El Puerto con el viento a favor, cuanto menos, no en contra.
Fue por los Toruños cuando me crucé con él, que sí llevaba el viento en contra. Vestía camisa azul, pantalón largo de tela gris, unos zapatos de deporte del montón, y una gorra azul. La bicicleta, una vieja Orbea, al menos tan vieja como él, que rondaba los sesenta. Llevaba una caja de frutas en el trasportín trasero, y otra colocada en el manillar, debidamente amarrada con cabuyería. En la de atrás un voluminoso paquete envuelto con una tela, y delante, otras cosas metidas en bolsas de plástico.
Allá que iba el señor, despacio pero sin pausa, por donde Cristo perdió las chanclas, pedalear cansino, levante en contra, con la mirada de un soldado derrotado, pero con la dignidad de quien ha luchado hasta agotar la munición. Apenas reparó en mí, pues bastante tenía con el esfuerzo de llegar a saber dónde, pero yo no pude evitar fijarme en ese señor digno. Aunque a lo mejor es un hijo de puta y se tiene bien merecido el castigo… porque aquel hombre no pedaleaba por placer, lo tengo claro, pedaleaba porque le ha tocado en suerte, la suerte de los malditos. Nada que ver con la de los payasos de colorines que circulan por esos lares por puro placer, los de las bicis de a dos mil leuros el cuadro, ruedas aparte.
Al llegar a mi casa tres cuartos de hora después, me tomé una rubia fresca y pensé en aquel personaje. Me pregunté por dónde iría, si habría llegado a su destino o seguiría rodeando la bahía de Cádiz por su zona oriental. Me pregunté si tendría la suerte de poder abrir un frigorífico para sacar un tercio de cerveza y, glon, glon, glon, saciar la sed del mediodía después de pedalear por casa Dios. Y es que, aun no teniendo demasiado, nos quejamos de vicio, quizá porque tenemos más de lo que merecemos.