El hombre oscuro surgió de la
luz, aunque esta breve historia ha surgido de la oscuridad, durante un lapso
entre sueños inquietos. Lo vi en la oscuridad de mis oscuros sueños – a veces
toca soñar oscuro – y una parte de este relato es cosa de lo que soñé, y la otra,
de lo que me sugirió el sueño, aunque no está escrito en el mismo orden.
Como decía, el hombre oscuro
surgió de la luz, más o menos como hacemos todos cuando venimos a este mundo,
desnudos y solo provistos de nuestra inocencia. Tan pronto la perdió superada
la niñez, este ser empezó a madurar como un plátano por exceso de oxidación,
las circunstancias lo llaman, las cuales
empezaron a oscurecerlo prematuramente, a la par que su mundo se oscurecía
sobremanera.
Casi sin darse cuenta, el hombre
oscuro se vio inmerso en un mundo gris, atrapado en su ciclo infernal que demandaba trabajo en exceso con el señuelo del
consumismo desenfrenado, un mundo en el que prevalecía lo material sobre lo
espiritual, poseer a cambio de no tener vida.
El hombre oscuro no supo escapar
de la oscura dinámica y se le escapó el tiempo en esa batalla estéril, batalla de
desgaste que perdió definitivamente cuando dejó de ser útil para el sistema al
que dedicó su vida. Perdió el tiempo, perdió lo que le dieron a cambio de
perder el tiempo, y perdió a quienes no dedicó su tiempo… y el hombre oscuro
hizo honor a su oscuro adjetivo.
Hasta ahora he relatado la historia
creada por mi ser consciente, historia que remato con la vivida en mi subconsciente,
la parte que recuerdo, porque afortunadamente no todo se recuerda de los sueños,
y es de agradecer cuando se trata de sueños oscuros. El sueño fue el que sigue:
Érase un hombre oscuro, que
apenas destacaba sobre un escenario donde todo era gris oscuro en los primeros
planos y oscuridad absoluta hasta donde alcanzaba la vista. El hombre oscuro,
ataviado con una capa negra y un sombrero, caminaba junto a un camión de gran
tonelaje estacionado en una explanada inmensa sumida en la oscuridad. El hombre
oscuro se parecía bastante al personaje de las bodegas Sandeman, y tiene
sentido porque lo veo a menudo, pues vivo al pie de las viñas jerezanas.
En esa oscuridad, el hombre
oscuro se desvaneció sin más, no sin antes mirar hacia detrás para clavar en
mis ojos su oscura mirada, que lejos de
aterrorizarme, me resultó infinitamente triste.
Abrí los ojos y todo era
oscuridad, la oscuridad del dormitorio que casi parecía iluminado en
comparación con el mundo del que acababa de emerger, un mundo oscuro y frío a
más no poder. Al poco percibí el calor y la respiración del ser de luz con el
que comparto mi vida, esa dulce personita que quizá evitó que acabase transformado
en un hombre oscuro… me sentí aliviado.
Antes de retomar el sueño, tomé
nota mental de la oscura experiencia onírica, con vistas a escribir esta historia
en cuanto me levantase. Después me sumergí de nuevo en ese universo onírico que
no siempre es oscuro, pues a veces salto como una gacela, a veces canto como un
tenor, a veces respiro bajo el agua como un pez, o vuelo como un pájaro
surcando universos luminosos que ya quisiéramos tener en este mundo, que muchas
veces nos empeñamos en oscurecer.
J.M. Arroyo