lunes, 29 de noviembre de 2021

LECTORES TRANSVERSALES

Hay personas que leen en diagonal, no sé si por las prisas, o quizá, condicionadas por sus sesgos ideológicos y sus prejuicios. Se centran en la parte del texto con la que no están de acuerdo y se desentienden de la parte en la que puede haber coincidencias de criterio.
A continuación, opinan partiendo de esos textos sacados de contexto, y sin venir a cuento, montan la marimorena de la indignación, polemizando por asuntos que no vienen al caso del referido texto. A poco que nos descuidemos, sutilmente nos endosan la etiqueta que nos clasifica como aquello que ellos repudian, haciendo gala de una supuesta superioridad moral.
Estas personas no suelen tolerar el más mínimo desliz. O lo que leen concuerda al 100% con su criterio, o no hay nada que rascar, ya haya solo un 10% de discrepancia. Esto puede ocurrir incluso cuando, en sus ansias de réplica, omiten al leer una sola coma del texto original. Por ejemplo: Donde escribo “no, me gusta la democracia” hay quien lee “no me gusta la democracia” y a continuación te tacha de fascista. Y se te queda la cara de Mister Bean cuando no entiende lo que está pasando.
Puede que en ocasiones se deba a que el texto escrito se preste a confusión debido a una mala redacción, incluso a la falta de una coma, que la exposición de los hechos relatados o de las ideas expresadas estén afectadas por una sintaxis deficiente. También puede deberse a una deficiencia en la comprensión lectora. Pero en otros muchos casos sospecho, que no afirmo, puede deberse a la influencia de dogmas ideológicos o prejuicios que propician que los sometidos a ellos, vean enemigos, amenazas o incorrección de cualquier tipo, por todas partes.
Por todo lo anterior, procuro leer los textos de pe a pa, línea por línea, más de una vez si es preciso, y documentarme antes de dar una réplica vaga e imprecisa y salirme por las de Villadiego. Es lo suyo. Si a pesar de ello meto la pata, pido disculpas y aquí paz y después nos tomamos unas cañas, que también es lo suyo.    
 

 

 

 

domingo, 28 de noviembre de 2021

LOS IDIOTAS Y EL NOMENCLATOR

Habrá quienes estén encantados con el cambio del nomenclátor masivo en Cádiz, para estar en la línea de una supuesta “memoria histórica”, y digo supuesta, porque en más de un caso, han confundido churras con merinas, lo cual no es sorprendente dado el nivel intelectual que tiene esta peña.
Que una calle se llame Pe o se llame Pa, me la trae al pairo. Como si se llama cota 237. La función principal de un nomenclátor es determinar de forma consensuada la ubicación de una vía, un domicilio, un organismo público, una empresa, etc. Homenajear a Pepe o a Pepa, es accesorio, tanto que podrían utilizarse nomenclaturas tipo Quinta Avenida, evitando gilipolleces varias.
En cualquier caso, lo que me jode no es que la calle Pe, pase a llamarse Pa. Lo que me jode son los efectos colaterales que conlleva, que por cierto, afectan de lleno a mi familia. Según leo para ponerme al día tenemos:

  • Hay que ir al Ayuntamiento para confirmar el cambio de dirección de todos los impuestos de las tasas municipales (IBI, limpieza, agua…) Lo mismo con los recibos de la luz.
  • Hay que hacer lo propio con Hacienda, y con Tráfico, porque en el hipotético caso de que una multa sea enviada a la dirección antigua, se extraviará, y esa circunstancia no nos exime de su pago, ni de los probables intereses de demora.
  • Hay que cambiar la tarjeta de la Seguridad Social para evitar problemas a la hora de gestionar trámites.
  • Respecto a la vivienda, hay que notificar el cambio de denominación en el Registro de la Propiedad para evitar problemas en una futurible operación de venta del inmueble, previo paso por el notario (pasta tracatrá) para modificar las escrituras.
  • Los edificios que tengan rotulada la dirección en sus portales, tendrán que cambiarlos obviamente, con el consiguiente gasto para las comunidades de vecinos.
  • Los que tengan un comercio -y no me refiero a las grandes superficies precisamente- tendrán que cambiar también toda la publicidad, los albaranes, las tarjetas de presentación y toda la pesca.

Y ya no entro en cuestiones como el pifostio que se montará con el reparto del correo, o el simple hecho de que el ciudadano que sabía a donde había que acudir cuando le decían vaya a la glorieta Ingeniero Juan de la Cierva, le digan, vaya a la glorieta Shoso de la Bernalda.
Todo esto supone para el ciudadano un coste en tiempo y dinero, que a buen seguro no va a asumir el Ayuntamiento de turno, aunque a la larga, también repercutiría en el ciudadano.  A pesar de ello hay quienes están encantados con la iniciativa impulsada por el equipo de desgobierno de ese cenutrio, vago de solemnidad, cuyo nombre voy a evitar de pronunciar por hastío.
Y es que, idiotas que no ven más allá de sus narices, los hay en todas partes. Ya que les gusta tanto la iniciativa, que organicen un crowdfunding para cubrir los gastos, y soliciten voluntarios para hacer las putas gestiones, sobre todo para las personas mayores que no se manejan con las nuevas tecnologías.
Ya solo falta que se produzca otro cambio de gobierno, y otro idiota tenga la ocurrencia de volver a modificar el callejero a modo de revancha. Y los idiotas lobotomizados por las ideologías, a tocar las palmas mientras les rascan el bolsillo para no avanzar en nada. Así, con todo.

 

 

 

 

 

jueves, 25 de noviembre de 2021

TANQUETA

 

Tanqueta

1. f. Vehículo militar ligero, blindado y con armamento, normalmente sobre ruedas y de mayor movilidad que el tanque.

El de la Policía Nacional, ni es un vehículo militar, ni tiene armamento, aunque esté basado en un B.M.R. de origen militar. Es un vehículo antidisturbios de intervención de carácter civil, utilizado en todas las democracias del mundo, salvo en Liechtenstein (Es lo que tiene tener la 3ª renta per cápita del planeta).
Estos vehículos no se utilizan para arrollar manifestantes como en la plaza de Tiananmen. Se utilizan para que las unidades policiales puedan abrirse paso entre las barricadas, generalmente incendiadas. Los indignados por esto no pretenderán que abran las brechas con las Fias Ducato, aunque a más de uno le gustaría que lo hicieran así para ver como arden también los furgones con los efectivos policiales dentro.
La policía no interviene para impedir el derecho a manifestarse. La policía interviene cuando cuatro mierdas revientan las manifestaciones legítimas, provocando disturbios, impidiendo el derecho a la libre circulación del resto de los ciudadanos, y comprometiendo su seguridad. En Cádiz no funciona la teoría de la conspiración de que son infiltrados de ultraderecha, porque conocemos de sobra los caretos de los que forman las algaradas, y sobre ellos escribiré en otra ocasión.
La policía actual no es un cuerpo represor franquista. Los policías y las policías, son trabajadores públicos que han tenido que opositar, mujeres y hombres que se han buscado el porvenir para sacar sus vidas adelante, no por cuestiones ideológicas. Son servidores públicos que reciben órdenes del gobierno de turno, a través del Ministerio del Interior. Como todos, tienen sus obligaciones, pero también sus derechos, entre ellos el derecho a su seguridad personal. La policía no puede hacer frente a las algaradas con porras de goma espuma, ni furgonetas con el frontal de plástico.
Los políticos con cargos en el gobierno, en las autonomías o en las alcaldías, que no respaldan a las fuerzas de seguridad en general, en el estricto cumplimiento de su misión, deberían ser apartados de su cargo. En cualquier caso, no son merecedores de estar en él. Alcaldes como er Kishi, por ejemplo, alentando a las hordas a quemar las calles de su propia ciudad. Como el puto Nerón.
Estaría bien hacer un experimento social para ver cuánto tardan alcaldes y “alcaldas” populistas como er Kishi o Colau en llamar a las fuerzas del orden, cuando una algarada de gente descontenta con su gestión, les hagan una pira delante de sus ayuntamientos o de sus domicilios, al grito de guerra, guerra, guerra. Seguramente dirían que es un ataque a la democracia por parte de la ultraderecha, y que por tanto estaría justificada la intervención policial (a su servicio). Se abren las apuestas.

 

 

domingo, 21 de noviembre de 2021

INCURSIÓN EN EL PUERTO DE GIBRALTAR

 


Hace poco concluí la lectura de “El italiano” la última novela de Pérez-Reverte, inspirada en hechos reales acontecidos durante la Segunda Guerra Mundial. Se desarrollaron en el entorno de la Bahía de Algeciras, con el punto de mira de sus protagonistas puesto en Gibraltar. Lo recomiendo.

El caso es, que cuando leí sobre las incursiones de los buzos de combate de la Décima Flottiglia MAS con sus torpedos SLC en el puerto de Gibraltar, me vino a la memoria el día que realicé un levantamiento batimétrico en ese mismo escenario, a bordo de la “Carla”, una lancha que empleábamos para esos menesteres. Tal como se aprecia en la autorización nominativa que adjunto, fue el 18 de enero de 2006. Relato en primera persona del singular, porque aquel trabajo lo realicé solo, patroneando la embarcación y manejando los equipos de recopilación de datos del levantamiento batimétrico. No es lo habitual, pero era lo que había por eso de la reducción de costes, que siempre recae sobre los mismos.

Me encargaron la realización de batimetrías en dos zonas. La primera, en el área restringida a la navegación localizada en las inmediaciones de la cabeza de pista del aeropuerto de Gibraltar, la 09 (a poniente). La segunda, en una pequeña dársena del puerto del peñón, conocida como Gun Wharf, en todo el bebe de la base naval británica.

El día de la batimetría en el Gun Wharf, boté la “Carla” por la rampa del puerto deportivo de La Línea. Después de instalar los equipos para sondar, me dirigí navegando hacia Gibraltar, poniéndome en contacto con la torre de control por el canal de trabajo, el cual no recuerdo. Ellos estaban avisados con antelación por el cliente que solicitó el trabajo.

La Carla estaba pintada de color naranja butano para que se pudiera identificar desde lejos. Cuando trabajábamos en zonas restringidas o conflictivas como era el caso, notificábamos su presencia a las autoridades, y gracias a ese color estridente, éstas la identificaban visualmente con rapidez, como sucedió con los gibraltareños, lo cual simplificaba las cosas. La torre me autorizó para entrar en aguas territoriales que los de la pérfida consideran suyas, previo paso por la oficina del puerto, ubicada en el North Mole (dique norte en castizo). Entregué la documentación del barco y la mía, y me dieron la autorización materializada en un documento, para poder trabajar en la zona asignada.

A continuación, me dirigí navegando hacia la dársena del Gun Wharf, dejando a estribor el dique rompeolas denominado Detached Mole que también sirve de muelle de atraque. El equipo de posicionamiento que utilicé era un DGPS MAX, que en la obra marítima de la ampliación del puerto de Algeciras en la que también trabajaba por esas fechas, utilizábamos empleando el sistema georreferenciado de alta precisión (+- 2cm) denominado RTK (Real Time Kinematic) cuya estación base estaba instalada en las oficinas de la U.T.E. de dicha obra.

Pero la telemetría, necesaria para enviar la corrección de los datos de posición en tiempo real, no alcanzaba hasta Gibraltar, y no tenía autorización para instalar la base del R.T.K. en territorio británico, así que tuve que emplear otro sistema denominado WAAS (Wide Area Augmentation System) no tan preciso, pero bastante aceptable. Mas, desde que entré en la zona portuaria, noté una notable pérdida de calidad de la señal GPS, contando con apenas tres o cuatro satélites, lo que deteriora la precisión que se exige para hacer un levantamiento batimétrico.

Aunque lo asombroso sucedió poco después, cuando me encontraba a la altura de la mitad del South Mole (dique sur en castizo) que también me quedaba a estribor, dique en el cual suelen atracar los submarinos nucleares cuando vienen a reparar. En ese punto, el DGPS MAX se quedó literalmente frito. Pensé que se trataba de un problema técnico, pero al dar la vuelta sobre mi estela, volvió a recuperar la señal, aunque seguía siendo de mala calidad. Viré de nuevo 180º, y al llegar al mismo punto, volví a perder completamente la recepción de satélites.

En vista del problemón, me puse en contacto telefónico con el cliente y le expliqué la situación. Me dijo que me mantuviera a la espera, que iba a realizar unos trámites de carácter oficial. Al cabo de un rato me llamó y me dijo que “el problema” estaba resuelto “parcialmente”, que probara. Me puse en marcha, y efectivamente comprobé que volvía a tener recepción de satélites, no pasaban de cuatro, lo que seguía comprometiendo la calidad de los datos de posicionamiento.

Volví a llamar al cliente para decirle lo que había, y me dijo que no quedaba otra, que la precisión de la señal GPS  estaba capada por tratarse de un área de seguridad, que hiciera lo que pudiera. Al cliente le bastaba con tener una aproximación de cómo estaba el fondo de la dársena del Gun Warf, y eso fue lo que pude proporcionarle.

Como durante la Segunda Guerra Mundial, Gibraltar sigue siendo un punto estratégico sensible desde el punto de vista militar. Ni qué decir, que no se me ocurrió sacar la cámara de fotos, no fuera que acabara en una mazmorra de la roca, pendiente de una sentencia a la horca por espionaje, pues tanto uno de los muelles del Gun Wharf, como parte del South Mole, pertenecen al M.O.D. (Ministerio de Defensa de la pérfida Albión).

El caso es, que si hubiera podido leer “El italiano” por aquellas fechas, hubiera mirado aquello con otros ojos, con más atención, incluso bajo el mar, con los datos que me proporcionaba la sonda, aunque en ese trabajo no pude emplear la sonda multihaz, que hubiera sido lo suyo.

 

 

 

 

 

 

jueves, 11 de noviembre de 2021

PROTECCIÓN DE DATOS

 

Pongamos que entro en una mutua para hacerme el chequeo anual obligatorio para trabajar en cualquier empresa. La recepción está justo al lado de la sala de espera, sin que medie pared, biombo o similar. Con la sala de espera atestada de extraños que me observan por simple inercia, la administrativa me pregunta a viva voz, nombre y apellidos, D.N.I. fecha de nacimiento, domicilio, empresa para la que trabajo, número de teléfono y correo electrónico. A continuación, me proporciona un número por el que me avisarán, para evitar que me llamen por mi nombre y preservar mi identidad. Podemos estar tranquilos pues.