domingo, 28 de septiembre de 2014


GATO PORTUARIO

Para más señas, de Barbate, que no de Franco. Allí estaba, en la explanada del puerto pesquero, antesala del Estrecho, dormitando con los dos gatos que se ven al fondo, dándose calor, y quizá aunando fuerzas para superar una tara que les relacionaba a los tres y que los diferenciaba del resto de los gatos que marcaban territorio en aquellos muelles, y era que los tres estaban tullidos.  Debía ir con ellos también  eso de la unión hace la fuerza, que  Dios los crea y ellos se juntan, y algunas frases más de marras y amarras, esa manía que tenemos de atarlo todo con frases lapidarias.

Este debía ser el gato más espabilado de los tres, o quizá el más sociable, o tal vez al que le restaban más fuerzas. Antes de esta, disparé al trio algunas fotos más, y fue a él a quien picó la curiosidad que mató a otros gatos, acercándose a mí, aunque con cierta cautela inicial, para comprobar qué diablos hacía aquel humano con ese ojo tan grande en sus manos.

La aproximación la realizó en tres fases. Las dos primeras fueron con paso felino configuración depredador, aunque a quién iba a engañar el pobre si ni siquiera tenía mirada felina por estar casi ciego, debido a vete a saber qué afección en los ojos. En la tercera fase fue cuando se sentó y bostezó, quizá sintiéndose más cómodo y seguro al verme, no por encima, sino casi por debajo de su nivel.

Fue el bostezo que congelé lo que hace singular el instante, teniendo en cuenta sus circunstancias, pues el gato, debido a su aspecto, era más de inspirar lástima que simpatía.  En cambio, aquí está, con gesto simpático, optimista y distendido pese a sus circunstancias, una lección más que nos da la naturaleza.
Mereció la pena haberme tirado cuerpo a tierra para realizar la foto, pese a que apoyé la rodilla derecha, a pelo y con mis pelos, sobre una descomunal y fresca cagada de gaviota, otra lección más de la madre naturaleza, ésta bastante más ácida y repulsiva que la anterior… como la vida misma.

 


domingo, 14 de septiembre de 2014


OCHO MINUTOS Y DOCE SEGUNDOS.

Es un tema musical largo, intenso, como los recuerdos que me trae. Habrán pasado ya trece o catorce años, de cuando los tres de marras, Juanma, Nano y yo, fuimos a la presa del Hundidero, cerca de Montejaque (Provincia de Málaga)  para rapelar  los cerca de 70 metros de altura que tenía aquella malograda  obra de ingeniería que se comenzó en 1920 y se abandonó  en tiempos del fascista Franco en la década de los 50, una presa que jamás fue puesta en servicio porque el agua que se pretendía embalsar, se filtraba por la roca de naturaleza kárstica que flanqueaba la presa.

El caso, y a lo que voy, es que después de pasar una jornada intensa,  en contacto con la naturaleza y descargando adrenalina, llegó la hora de emprender el regreso a casa. Circulábamos por las sinuosas carreteras de la serranía de Ronda a bordo de mi añorado todo terreno, y puse en marcha el reproductor de CDs para tener música de fondo mientras conversábamos animosamente sobre la fantástica jornada que habíamos pasado juntos, lamentando que no pudiéramos repetirlo en más ocasiones de las que las malditas responsabilidades nos permitían.  Pero la charla enmudeció cuando alguien subió el volumen del reproductor y empezó a sonar este tema… “Same old blues”.


La carretera con sus curvas, parecía mecer el coche, cuyo motor enmudeció ante el lamento de la guitarra de Eric Clapton, Slowhand para los amigos. Fueron  ocho minutos y doce segundos que nos trasladaron a otra dimensión mientras caía la tarde y las sombras de los árboles se alargaban, fragmentando sus hojas, la luz en miles de destellos. Me dio la impresión de no haber estado conduciendo durante esos ocho minutos y doce segundos, para mí, que el Mitsu se condujo solo mientras mi mente se dispersó… Aquello fue la intemerata.

Cada vez que escucho este tema, el lamento de esa guitarra, que me transmite  incluso más que la voz de Eric y la letra se la canción, me traslado a aquel día, a ese pasado anhelado, a esos sublimes ocho minutos y doce segundos en los que puedo afirmar de manera categórica, que me sentí inmensamente feliz.

En la foto, de izquierda a derecha, los tres de marras… Juanma, Nano y el que suscribe.
 
 



sábado, 6 de septiembre de 2014


QUIEN A BUEN BOTE SE ARRIMA...

Quien a buen bote se arrima, buena sombra le cobija. No es exactamente así, pero resulta que este bote no daba para mucho más que para dar sombra a los perros orilleros.

La pesca ya no es lo que era, se pesca poco y mal… me dijo el pescador. Y continuó… La bahía está hecha unos zorros, con tantos residuos en sus aguas, diluidos y sin diluir, y además esquilmada por la pesca abusiva.  Apenas quedan caladeros, y los que quedan, están lejos y pertenecen a otros países que los administran con mano dura cobrándose la revancha por nuestros abusos en el pasado. Otros caladeros están infectados de piratas, aunque no se sabe quiénes  lo son más, si los de las chalupas que han cambiado las nasas por los Kalasnikov para secuestrar  barcos, o las flotas pesqueras de las multinacionales, que arrasan aquellos caladeros surtiendo de materia prima a los países pudientes para que confeccionen  sushi, sopas de aletas de tiburón y demás pachangas orientales tan de moda hoy en día. Y hablando de piratas, por aquí cerquita los tenemos también, los piratas de Gibraltar, que se dedican a piratería de otra variedad pero que también afecta a las pesqueras.

El pescador siguió con su monólogo… Tenemos que tirar los precios en las subastas, tanto, que sale más a cuenta vender las capturas de extranjis, que en las lonjas. Apenas nos llega para cubrir gastos y encima nos suben el gasóleo. Hay que remendar una y otra vez las artes, porque no podemos plantearnos comprar unas nuevas, y lo de llegar a final de mes nos suena a chiste. Entre tanto, el intermediario  cuadriplica   el valor de las capturas, convirtiendo nuestro trabajo honesto y sacrificado, en un ultraje para el consumidor de infantería, y en un capricho al alcance de unos pocos. Luego nos escupen en la cara que el pescado es caro.

Al linchamiento que sufrimos, se suman las administraciones. Nos crujen a impuestos, nos sancionan hasta por mear por la borda,  nos exigen licencias hasta para encender una cafetera, y nos obligan a realizar cursos para “cualificarnos”, a nosotros, que nacimos navegando y meamos agua de mar.  De modo que llega un listo, monta una academia auspiciada por la administración, de estas que se dedican a recibir subvenciones que luego acaban en las cuentas de los mangantes de turno, y con las cuatro perras que dejan para justificar los cursos, pretenden actualizar nuestros conocimientos que estarán avalados por un titulillo de mierda que no vale ni para tomar por sentina. Esta es la proa, esta es la popa y esto de la foto es un traje de supervivencia que ustedes no tendrán abordo en su puta vida, porque cuesta la mar de caro, pero si se hunden con su chalupa, podrán recordar lo bien que les habría venido tener uno… so desgraciados. Y en esas andamos compadre.

Así que he optado por retirarme y que el bote de mis desdichas se pudra a merced de las mareas, del viento de levante y del viento de poniente, aquí, en la marisma de la Casería de San Fernando. Que lo aprovechen los perros orilleros para descansar en su sombra o refugiarse del viento tumbaditos a sotavento.
Total, ya no procede ni hundirlo por cuestión de dignidad marinera, porque apenas lo intentes te piden los papeles de hundir botes, y la hemos cagado… capaces son de meternos en el penal de la Carraca por no cumplir las normas impuestas por los que roban a destajo y se van de rositas, de rositas de los mares en yates de lujo.
Hay que joderse compadre, hay que joderse.
 
 

martes, 2 de septiembre de 2014

SUEÑOS ROTOS (Dibujo digitalizado)

Partí de un dibujo que realicé a lápiz, y a partir de ahí todo derivó en un sinfín de capas para colorear, insertar elementos, generar efectos, y volverme loco reorganizando capas en PS. Me animó a la aventura mi sobrino Francisco, que se maneja bien en este territorio  y me sugirió que hiciera algo.

La base como digo, fue el dibujo a lápiz escaneado previamente, pero también tocó dibujar con el ratón utilizando la función pincel combinada con la tecla Mayúsculas, que permite trazar rectas y crear curvas uniendo pequeños segmentos, así como figuras geométricas que debidamente combinadas, dan lugar a otras formas.

 El tema es original, nacido del flujo de mis neuronas, y puede que tenga algún sentido, que signifique algo… al menos es lo que sugiere mi amada esposa que para eso está estudiando psicología, o mejor dicho, para eso me conoce mejor que nadie.

Probablemente tenga un significado, pero en principio no me lo planteé, simplemente di rienda suelta al lápiz, y luego a las aplicaciones del software de retoque fotográfico con el que también se puede dibujar.

Por lo demás, seguramente la cosa parecerá una especie de batiburrillo de técnicas, pero es lo que pasa cuando tienes que irlas descubriendo sobre la marcha, no es más que el sino del autodidacta.