martes, 1 de diciembre de 2015


FELIZ CUMPLEAÑOS LOBITA

Cuando estando a orillas del Mediterráneo, hice esta foto de nuestras manos enlazadas, las tres pilas del reloj alimentaban a tope sus entrañas para dar la hora, la fecha, el rumbo, la altitud, la presión atmosférica y algún dato más. Su esfera estaba impoluta, exenta aun de los arañazos que sin duda se llevaría con el paso de los días, porque no era un objeto decorativo sino una herramienta de trabajo.
A día de hoy apenas marca la hora con dígitos tenues, porque no está la cosa para comprar baterías de litio, y su esfera de cristal tiene ya tantos surcos como mis manos. Lo material perece y con el paso del tiempo desaparece.

En cambio esas manos entrelazadas lo siguen estando, con más fuerza si cabe, son todo un símbolo de lo que somos el uno para el otro, de lo que supones para mí, y de lo que supongo para ti por lo que me demuestras a diario.
A veces te quedas mirándome en silencio, con tu cándida sonrisa y tu mirada brillante y alegre, aunque con el sesgo de tristeza de quien teme que algo bueno se acabe pronto, y al poco me preguntas ¿Envejeceremos juntos?

¿A caso no lo tienes claro? ¿Acaso notas menos fuerza cuando asgo tu mano? El reloj muere, querida mía, porque es un bien material, pero lo nuestro tiene el poder de lo espiritual, el del convencimiento liberado de convencionalismos. Envejeceremos juntos y la prueba es que hoy, día de tu cumpleaños, de los años que no pasan por ti, sigo a tu lado, cada vez más convencido de que lo seguiré estando más allá de los tiempos que pueda marcar cualquier reloj, más allá de todo lo que puedas imaginar.
Feliz cumpleaños Lobita.




domingo, 29 de noviembre de 2015

UNA DE FUNERALES.

Estoy escribiendo en tiempo real, tanto como que en estos instantes estoy escuchando desde el otro extremo de mi casa la música parsimoniosa y lánguida a base de violines y chelos, triste de narices y acorde con los funerales que se estilan por estas latitudes, que ahora ejecutan en el funeral por las víctimas del atentado de París.
Lobita acaba de cambiar el canal… qué alivio.
A colación de esto, puestos a musicalizar un funeral, preferiría la marcha fúnebre de Chopin de toda la vida, que tiene cierta carga de ironía, incluso un toque de humor negro, pero mejor aún, optaría por la haka de los maoríes o los entierros que se estilan en Nueva Orleans.
La haka para el caso de los franceses sería perfecta, una demostración de respeto hacia los caídos en toda regla porque pasa por el desprecio al enemigo y sobre todo por el desprecio al miedo a la muerte. Viene a ser algo así como, los habéis matado pero ahora viven en nosotros y vamos a cortaros los cojones, venid para acá a ver si tenéis lo que hay que tener… más o menos.
Pero cuando alguien casca por muerte natural o accidental, lo suyo sería un entierro a lo New Orleans, algo así como en plan ríete de la vida que has llevado y de la muerte, esa fulana que ahora te abraza para llevarte al huerto.
When The Saints Go Marching In… Solo pido eso en el mío, una casete de Louis Armstrong y que no me jodan con chelos tristones que cuestan una pasta, ni con llantos que desgarran el alma.


J.M. Arroyo


sábado, 21 de noviembre de 2015

LA ENTREVISTA DE TRABAJO

Estacioné el coche en la Punta de San Felipe y me dirigí caminando tranquilamente hacia el casco antiguo de Cádiz contemplando el panorama. Al pasar junto a un local de ocio, una especie de discoteca que estaban reformando, observé que había un grupo de jóvenes de ambos sexos de entre 18 y 25 años, haciendo cola en la entrada del local. Puesto que el local estaba patas arriba y lleno de operarios trabajando radial en mano, deduje que no hacían cola para tomar copas, sino para ser entrevistados con la finalidad de seleccionar a los futuros empleados que ocuparán los puestos de trabajo que se harán efectivos una vez concluidas las reformas, hecho que confirmé, porque la mayoría llevaba en la mano una funda de plástico con folios mecanografiados, que a buen seguro serían los currículos.

La fila de jóvenes era heterogénea en cuanto modelitos se refiere,  pero todos dentro de un estándar, digamos al uso de los locales de moda y de ambiente no marginal… nada de punkis, skatos, canis, hemos  y demás tribus de corte radical, por diferenciarlas de algún modo.
A ver si logro explicarme… los chavales iban en la línea de perfiles parecidos a los llamamos hípsters, metrosexuales, indies y parecidos, todos con cortes de pelo de tres horas en la peluquería unisex, barbas trazadas con tiralíneas, ropa de diseño, tatuajes étnicos en cuerpos impolutamente depilados y demás historias decorativas.

En el caso de las chicas, pues lo mismo, aunque no sé cómo cojones se definirán, el caso es que iban con peinados a la moda de cinco horas en la peluquería unisex, modelitos de todo tipo, tacones imposibles, el consiguiente tatuaje estratégicamente colocado en un lugar del cuerpo estratégicamente descubierto y esas cosas que se estilan ahora. En definitiva, que todos llevaban un look en el que la característica común eran modelos de ropa cuidados –lo que no implica que fueran de buen gusto- mucha peluquería, mucha manicura y demás farfolladas para obtener la apariencia que por otra parte requieren estos locales de moda.

Continué caminando en el sentido en el que discurría la fila de aspirantes, y a unos veinte pasos del final de la misma observé cómo se aproximaba con las manos metidas en los bolsillos, un tipo de aspecto no sé si llamarlo normal, ordinario o descatalogado. Había alcanzado la treintena de años o poco le faltaba, metro setenta de estatura, un físico normalito, un pelado de barbería de a 8 euros el corte, barba no muy abundante, sin depilar y usaba gafas convencionales. Vestía unos zapatos normales, un pantalón vaquero normal, una camisa normal, una cazadora normal y poco más, una persona con una apariencia que pasaría desapercibida en cualquier parte del planeta. Bien podría trabajar como camarero en un bar de tapas normal, Paco ponme una caña con una tapita de chicharrones... marchando una de chicharrones.

Nunca se me hubiera ocurrido relacionar a este hombre con la fila de chavales de no ser por la mueca que realizó justo cuando se cruzó conmigo, mientras él observaba la fila de jóvenes que yo había dejado atrás. Hizo un gesto como de, qué es esto, en dónde me voy a meter a pedir trabajo con toda esta peña tan emperifollada. Fue el gesto lo que le delató y me hizo volver la mirada atrás una vez lo rebasé, para confirmar mi corazonada.
Llamémosle Paco, en vez de seguir directo hacia la fila, viró cuarta a estribor, abandonado la acera e invadiendo la calzada como si le hubiera entrado vértigo de repente. Titubeó un poco y de nuevo corrigió cuarta a babor para acabar atracando al final de la fila de la chavalería de diseño, con sus pelados de diseño, su ropa de diseño y su comportamiento de diseño… y Paco con sus pintas y sin la hoja plastificada con el currículo.

Mal lo llevas Paco, pensé mientras proseguía mi camino cerca de las murallas de San Carlos, vas a pedir trabajo en el tajo equivocado. De nada te servirá la maestría que tienes echando cañas, ni el palique que le das al cliente mientras pones la tapa de chicharrones y las olivas encima de la barra. No llevas el look adecuado salvo que optes por entrar en el local para pedir curro como peón de albañil y trabajar con la cuadrilla que está haciendo la reforma.
Me entraron ganas de dar la vuelta y hacer piña con Paco colocándome junto a él en la fila. Él con su aspecto, y yo con el mío, también descatalogado y para más coña con 53 tacos, una Letherman en el cinto, y sin tener ni puta idea de cómo se prepara un Bloodymaría de las Mercedes. Solo por joder.

Realicé unas gestiones en el centro, y al cabo del rato regresé a por el coche. Volví a pasar por el mismo lugar. La cola de jóvenes era bastante más larga, todos vestidos a la moda cumpliendo con los estándares de los locales de moda, una fila que contrastaba con los operarios que trabajaban en la remodelación del local… currículos, peinados de moda y chispas de radial, todo un contraste.
Pero de Paco ya no había ni rastro, ni de nadie con semejante perfil. Desconozco si llegó a entrar o se lo pensó mejor y se marchó, aunque hubiera estado bien que por una vez, si Paco fuese cojonudo en los suyo, lo hubieran seleccionado por lo que sabe hacer, en vez de por su apariencia. Paco ponme un Bloodymaría  de las Mercedes y sé generoso con los snacks… marchando una de snacks.

J.M. Arroyo




jueves, 5 de noviembre de 2015

LA FALACIA DEL I+D

Nos bombardean continuamente con el I+D. Los tecnócratas insisten en que es indispensable orientar el estudio de las nuevas generaciones, hacia las nuevas tecnologías, como si esa fuese la panacea para resolver, por ejemplo en España, el problema del desempleo. Es cierto que a mayor tecnología, hay mayor competitividad, pero que yo sepa, ser competitivos no tiene porqué implicar que haya más trabajo para todo el mundo y que esté bien remunerado, más bien todo lo contrario.

“La productividad aumenta con tecnología y con mejoras organizativas”

Eso lo dice un catedrático de economía, un tal Niño Becerra, no yo. No hay que ser catedrático para entender semejante afirmación, es de sentido común. Si tienes maquinaria que fabrica más rápido y mejor, y además la producción está debidamente organizada, es lógico que aumente la producción y que por tanto se seas competitivo. ¿Pero implica eso mayor creación de empleo? No, porque donde antes hacían falta diez operarios, ahora solo hacen falta tres, eso sí, muy cualificados, razón por la cual nos quieren vender la moto de que todos deberíamos cualificarnos al máximo, como si esa fuera la salida al problema que tenemos planteado.

Lo que sucederá es que tendremos legiones de empleados cualificados y licenciados de todo tipo haciendo cola en el INEM, porque las empresas altamente tecnificadas cada vez precisarán de menos personal, y como la oferta de trabajo será menor que la demanda de empleo, habrá personal cualificado a patadas dispuesto a trabajar por sueldos de miseria. Ese es el futuro al que nos aboca la tan laureada tecnología, cuyas consecuencias empiezan a hacer mella en la vieja Europa y en los Estados Unidos, desde que ha llegado al alcance de todo el planeta.

La solución a todo esto podría provenir del sol, si provocara una tormenta solar sin precedentes que fulminara los fusibles de tanta tecnología. Un apagón brutal con consecuencias catastróficas que nos hiciera tomar conciencia de que tanto avance puede llegar a superar nuestras expectativas de supervivencia.
A lo mejor así, y siempre que el cerebrito de turno no metiera la pata con un nuevo invento tecnológico, podríamos restituir antiguos puestos de trabajo, no tan productivos, pero que nos permitieron trabajar dignamente en décadas pasadas, en las que si por ejemplo, te embarcabas en un buque, trabajabas duro pero te compensaba  con un sueldo digno y la posibilidad de un retiro tranquilo, y había para todos.

Al final el I+D apartará del mercado (de hecho ya lo está haciendo) a los que no estén cualificados, y se surtirá de un ejército de personal cualificado que trabajará por sueldos de miseria, porque el sistema no precisará de tanto personal, porque donde antes se precisaban fresadores, engrasadores, cortadores, ajustadores, delineantes, proyectistas… ahora solo se requerirá un operador de computadora para el robot de marras y para de contar. Y en la puerta de la empresa habrá cincuenta mil operadores de estos, esperando a que el que está dentro diga esta boca es mía y lo echen a la puta calle. Además, ¿Para qué producir tanto si al final solo podrán comprar lo que se produce unos cuantos?
Ese el futuro que nos depara el I+D estando como están las cosas en manos de gentuza sin escrúpulos.

J.M. Arroyo



miércoles, 4 de noviembre de 2015

LOS BOTÍN Y SU BOTÍN… UNO, DOS, TRES.

Seguramente estaréis orgullosos, familia Botín, orgullosos por vuestra cuenta de resultados, por vuestro éxito, provocando una gran revolución en el mundo de las finanzas, y por seguir las premisas de vuestros antepasados, banqueros también, que sentenciaron dichos como “hay que devorar antes de que te devoren” o “quien da primero da dos veces”.
Los Botín hacéis honor  vuestro apellido, hacéis botín actuando como corsarios. Os aliáis con los grandes, y respetáis a los gobiernos de turno para que os concedan la patente de corso, da igual que sean de derechas o de izquierdas, podéis comprarlos a todos. Y con esas, doráis la píldora a los poderosos y os ensañáis con los más débiles, porque se trata de rascar de todo aquello que se ponga a tiro, en unos casos con sutileza, y en otros, como en el mío, con saña y desprecio.

Mientras todo fue bien, mientras os surtía de efectivo para que lo utilizarais en vuestras actividades de ingeniería financiera, mientras teníais asegurada mi nómina, mis ahorros y mi plan de pensiones, me hacíais el “favor” de no cobrarme tantas comisiones, aunque siempre habéis rascado algo, a pesar de que jamás dejé un descubierto en mi cuenta. Y cuando os pillaba en el receso, os derretíais en disculpas y me retrotraíais los cuatro euros de marras, de esto y de aquello.
Pero ahora, uno, dos, tres, las cosas han cambiado. Los mismos que os dieron la patente de corso para hacer lo que os viniera en gana, dejaron la corona en bragas, y nos desarbolaron las naves. Ya no hay trabajo digno, ni dinero, ni futuro, porque estos hijos de puta tiraron al aire con pólvora del pueblo, y vosotros también. Para colmo nos tocó rescatar, si no a vosotros, sí a vuestros colegas, y no me cabe la menor duda, de que si ustedes hubieran hecho agua, también nos habría tocado rescataros.
Por esa razón ya no tengo una nómina regular, si quiera, testimonial, me han dejado los palos, las vergas y las jarcias hechas trizas, y aun así me mantengo a flote, dirigiendo la nave a duras penas, con una cangrejera hecha girones.

Pero no contentos con eso, ahora llegáis vosotros con vuestra poderosa escuadra, y me largáis traicioneramente, uno, dos, tres, andanadas a mi línea de flotación, cobrándome comisiones hasta por pagar a los demás por decreto ley. Os pido explicaciones y me contáis que han cambiado las reglas, así, sin más, y habéis ampliado las aguas territoriales por la cara. Y lo hacéis con el beneplácito de esos gobiernos a los que comprasteis la patente de corso, que se las han arreglado para que, por decreto, nos veamos obligados a no poder prescindir de vuestros servicios, para tener que navegar a la fuerza por vuestras infectas aguas, dicen, que para controlar el fraude. Ya no podemos cobrar de las empresas en cheques al portador, ni en efectivo, y tampoco podemos pagar en ventanilla determinados recibos, y en breve, gilipollas que somos, se las arreglarán para que todo el mundo pague con tarjeta, o con el teléfono móvil, de manera que vuestros “servicios” quedarán impuestos definitivamente y estaremos sometidos absolutamente a vuestra tiranía, no sea que cometamos fraude contra quienes nos defraudan por sistema.

Sin duda os habéis asegurado el botín, familia Botín, ustedes y otros como ustedes, que constituyen esa mezquina escuadra de banqueros, que no contenta con obtener enormes beneficios en los grandes negocios financieros, también os ensañáis con los más desfavorecidos, aunque como en mi caso, hayamos sido clientes fieles durante más de 30 años, dando más que recibiendo. Os habéis pasado la fidelidad del cliente por la quilla, una enorme quilla llena de escaramujo que desgarra la piel del condenado, esa miseria que pretendéis ocultar en la obra viva de vuestros pomposos navíos, mientras lucís una obra muerta lustrosa e impecable, llena de adornos dorados, gallardetes y estandartes, toda esa tontería que os caracteriza, frágil dignidad que se os escurre hacia las sentinas, como la mierda que es, a poco que se os observe con detenimiento.

Hemos navegado juntos durante todo ese tiempo, más a la fuerza que por conveniencia, y ahora, sin previo aviso, uno, dos, tres, cambiáis las normas, izáis la bandera corsaria, y me largáis una andanada tras otra. Eso sí, os habéis cuidado de cambiar primero a los artilleros antiguos, aquellos que con el trato diario, empatizaron con nosotros, no sea que por empatía disparen al agua deliberadamente en vez de a la línea de flotación. Habéis instaurado en vuestra gente el si te vi no me acuerdo, y cuando entras en la sucursal de toda la vida, ya no conoces a nadie.
Y a pesar de todo, estaréis orgullosos, familia Botín, y seguros de que iréis al cielo, porque desde vuestra mísera percepción pensáis que todo puede comprarse, incluso a Dios. Dios, según vosotros, debe estar encantado con vuestras acciones humanitarias, con vuestros valores, uno, dos, tres, a Dios rogando y con el mazo dando, quien da primero da dos veces, hay que devorar antes de que te devoren…

Pero me da que acabaréis pudriéndoos como todo mortal, pero de un modo indigno, y de nada os servirá vuestro botín, familia Botín, el muerto al hoyo y esas cosas. Mas, ¿A caso sabéis qué es la dignidad? Uno, dos, tres…

J.M. Arroyo

PD: Quien quiera saber de qué va eso de uno, dos, tres, que le eche un vistazo a la publicidad del banco Santander.




lunes, 2 de noviembre de 2015

AGRICULTOR DE PURA CEPA

Lo vi desde cierta distancia, laborando con el viejo John Deere, y a medida que me fui acercando, reparé en algunos detalles que despertaron mi curiosidad.

Es temporada de la recolecta del algodón, y las grandes cosechadoras, evolucionaban de aquí para allá, apilando la cosecha en su jaulas, para después volcarlas en los camiones articulados que se ocupan de distribuir el producto por el resto del territorio nacional. La maquinaria a la que me refiero, era de última generación, de estas que están dotadas de toda suerte de adelantos, incluido el GPS, maquinaria operada generalmente por la nueva generación de agricultores, que si bien, continúan trabajando duro, nada tiene que ver la dureza de su trabajo, con la que tuvieron que sufrir sus progenitores, tanto mujeres como hombres.

Este agricultor tenía el aspecto de ser uno de aquellos. Lo delataban los surcos de su rostro, un rostro arado por la acción del sol durante el tórrido verano, y del frío durante el invierno. Manos recias, encallecidas y con luto en las uñas, comidas de tierra y grasa. La indumentaria al uso de los agricultores de décadas ya lejanas, con su pantalón de tergal, su camisa blanca de cuadros o de rayas, su gorra campera, y unas zapatillas de lona. Su cigarrillo de tabaco negro, de los de liar, y ese temple tan particular, una mezcla de rudeza, resignación y dignidad.

Estaba realizando tareas menores con su viejo tractor, un John Deere de color verde, la única seña de identidad de la marca que le quedaba. Le faltaban los letreros de la marca, todas las luces, incluidos los faros delanteros, y las rejillas de protección del motor. En la parte delantera montaba un mecanismo hidráulico para accionar una pala de carga o similar, que no llevaba, y en la parte trasera, una desbrozadora circular, parecida a la que se utiliza para cortar el césped, pero en este caso más grande y potente, para desbrozar vegetación más recia.

La labor que realizaba era precisamente de desbroce. Estaba desbrozando zonas de cultivo de algodón que no se habían reproducido de acuerdo con los estándares, de ahí que no se requiriera una maquinaria más moderna. Pero con todo, el agricultor realizaba su trabajo con absoluta profesionalidad, de manera metódica. Ese gesto que realizaba con su mano izquierda, no se debía a que fuese a quitarse o ponerse el cigarrillo de la boca, estaba señalando su punto de referencia para mantener el tractor alineado con el patrón de desbroce que estaba siguiendo.

El hombre me sabía allí, observando discretamente cámara en mano, pero él iba a lo suyo. No desperté en él ningún vestigio de vanidad, como sucede cuando apuntas a alguien con una cámara y acaba posando cuando se siente protagonista de la escena. Eso me permitió retratarle en su esencia, tirando de focal para no estar demasiado encima. Me atrajo, como digo, su genuino proceder de agricultor de pura cepa, de vuelta de todo y camino de la extinción, como su viejo John Deere, que no entiende GPS, ni atiende a ITVs, laborando dignamente con todas sus cicatrices.

Después de observarlo durante un rato y de disparar algunas fotos del modo más discreto posible, me levanté y reemprendí mi camino, justo cuando él venía de vuelta encontrada. Fue entonces cuando levanté mi mano para saludarle, y fue entonces cuando él levantó la suya para corresponder a mi saludo, como mandan las buenas formas. Adiós, que tenga usted una buena tarde, agricultor de pura cepa.

J.M. Arroyo


jueves, 1 de octubre de 2015

AUTORRETRATO ELÉCTRICO

La jornada se presentaba aciaga y tenía la aguja mareada, pero me negué a dejarla pasar sin pena ni gloria, así sin más, de manera que decidí salir y dedicarla a la fotografía.

Eché un buen rato tomando instantáneas entre Barbate, Vejer y Conil, donde acabé ya de noche. Cuando creí haber capturado todo el pescado se me presentó otro caladero. Según salía de Conil, buscando la autovía vi caer un rayo por la zona de Medina Sidonia. Había fotografiado poco antes nubes de evolución por aquella parte así que no me sorprendió demasiado. Una vez en la autovía, ya de regreso a casa, la actividad se intensificó y empecé a plantearme la posibilidad de desviarme a la altura de Chiclana para tomar dirección Medina con la intención de buscar la tormenta.

Con esa idea iba cuando observé que  por en NW se iniciaba otro frente tomentoso más activo que en que se desarrollaba por la zona oriental, y ese frente me pillaba de camino a casa, así que me dirigí directamente hacia él con la esperanza de llegar a tiempo de cazar la tormenta colocándome en un lugar con buenas vistas.

Cuando llegué al desvío que suelo coger para llegar a casa, la salida 646 de la A-4 que lleva a la N-IV que accede desde el norte al Puerto de Santa María, me desvié por un carril que conduce al complejo endorreico de Hato la Carne, deteniéndome en un cruce de caminos que domina toda la campiña noroccidental del Puerto y Jerez.
La tormenta se aproximaba descaradamente desde el NW así que lo tuve fácil para orientar la cámara en dirección hacia el lugar donde se producían el mayor número de rayos. Monté el trípode de mierda que tengo sin extender las patas para que no cimbreara con el viento, enfoqué manualmente al infinito con la óptica ajustada a 21,2 mm (aplicando el factor de marras para los que no tenemos una full frame) dejé la ISO en 100 porque no me gusta el ruido en las imágenes nocturnas, f 11 y 30” de exposición… y me puse a disparar.

En esas estaba cuando eché de menos algún elemento más en la composición, así que me puse yo, con tal suerte que en ese mismo instante, a las 21 horas, 41 minutos, 54 segundos computados por la cámara, se produjo el mejor fogonazo de todos los que cacé constituyendo sin duda el mejor autorretrato que me haya hecho jamás, o al menos el más espectacular.
Algunos dirían que Dios quiso iluminarme, y otros que el diablo intentó partirme en dos con un rayo, en cualquier caso me tomé en serio la señal, pues la tormenta se acercaba demasiado y se mascaba la electricidad estática. Seguí realizando fotos, poniendo el coche como elemento en la composición, y me agaché para evitar ser una diana tan evidente, aunque los rayos tenían donde elegir en lugares que estaban más elevados que mi posición. Cuando empezó a llover estaba claro que tenía el frente prácticamente encima, así que decidí desmontar el chiringuito y quitarme de en medio para no tentar al diablo, o a Dios, vaya usted a saber.

A posteriori, observando la imagen, he podido comprobar que el rayo cayó a poco más de 4 km de mi posición, en una estación de energía eólica junto a los que paso en muchas ocasiones cuando salgo en bicicleta.
Por aquí se dan pocas tormentas, un fenómeno meteorológico que me fascina, así que no se presentan muchas oportunidades para atrapar relámpagos. El último lo cacé el pasado año desde el WC de casa, con eso lo digo todo. Así que después de esto, puedo sentirme satisfecho, ya no solo con el autorretrato, sino con las que tomé seguidamente y que muestro en esta entrada.


Mereció la pena escapar del tedio y salir a vivir emociones cuanto menos electrizantes, mal rayo me parta si no es cierto lo que digo. A continuación, la secuencia de fotografías.

J.M. Arroyo







domingo, 26 de julio de 2015

KICHI... GREÑAS Vs TRAJE Y CORBATA.

Lo suyo sería que “el Kichi” empezara a destacar por realizar negociaciones, por ejemplo, con el Ministerio de Industria, Energía y Turismo, o con entidades empresariales solventes, susceptibles de generar empleo, en vez de protagonizar estas pantomimas que los “aires renovados” de la política están poniendo de moda, tipo ahora retiro un cuadro y un busto, después arrío una bandera, y además no me peino y paso de ponerme traje de chaqueta. Pero ya que estamos con esto, entraré a saco.

A ver Kichi… Me parece muy bien que en tu tiempo libre, te vistas como te parezca y que no te peines, aunque lo de no peinarse no es cuestión de ser proletario o de no serlo, es más bien una cuestión de estar aseado o no estarlo, porque Kichi, de toda la vida, nuestras madres proletarias, al menos las de antes, nos inculcaron que a los sitios había que ir limpitos y peinaditos, esto es, proletarios pero dignos.
Si fueras un fulano cualquiera, podrías pasar del protocolo, pero resulta que tú ostentas un cargo, que por cierto no has conseguido gracias a la mayoría obtenida por tu grupo, y sucede que tú representas a todos los gaditanos, y que esa responsabilidad, por mucho que te fastidie, exige una presencia, y te voy a explicar por qué.

Cualquier hijo de vecino, proletario sobre todo, sabe que cuando hay que acudir a una entrevista de trabajo, por lo generar hay que empezar por asistir con buena presencia, porque, por si no lo sabes Kichi, el primer filtro que hay que superar en una entrevista de trabajo es el de la buena presencia, por mucho que nos joda. Si acudes despeinado, con pantalones cortos, en chanclas y con una camiseta que predique las “bondades” de la mariguana, en definitiva, hecho un mamarracho, lo más probable será que ni te reciban, así seas experto en física cuántica. Ya sabemos que todo es relativo, pero para bien o para mal, hay unas normas establecidas, aceptadas por una gran mayoría, y si quieres conseguir determinados objetivos, no queda otra que tragar, aunque sea para superar el trámite.

En tu caso sucede lo mismo. Resulta que tú representas a la toda la ciudadanía de Cádiz, no solo a los barrios que te molan y al paisanaje que aplaude tus “hazañas” por pura ignorancia. Al representarnos, entre otras competencias, tendrás que negociar, deberás reunirte con entidades y organismos que funcionan con unas normas establecidas, entre ellas, unas normas de comportamiento elementales en los países civilizados, entre las que se encuentran el decoro, las buenas formas y la buena presencia, por mucho que quieras vincularlo a actitudes propias de la casta, y por tanto, te joda.

El caso es que si acudes a esas negociaciones hecho un mamarracho –mamarracho, palabra por cierto, muy utilizada por el proletariado- te mirarán de arriba abajo y pensarán, menudo esperpento, y seguidamente te tomarán por el pito de un sereno y pasarán de ti, de manera que habrás perdido de antemano las negociaciones, por mucho que te la sude lo que piensen de ti. A mí, que te tomen por el pito de un sereno y que te la sude en lo personal, me la trae al pairo, como si te tiras por los bloques, lo que me jodería es que por culpa de tu actitud chabacana y ordinaria, echaras a perder unas negociaciones, que de ganarlas, supusieran una oportunidad para que, de una puta vez, se genere empleo en nuestra ciudad. Si estás ahí es para servir al pueblo, no para que te la sude y vestir como te salga de los cojones, estás ahí para SERVIR a todo el pueblo y representarlo dignamente, no para contentar a unos cuantos mamarrachos de los que te ríen las gracias y gratificarlos con barbacoas playeras sin control y mucho carnaval.

Por tanto Kichi y admiradores del Kichi, lo de menos es cómo os guste vestir, si os van los pendientes, o si tenéis repulsión al peine, lo que trasciende es que tú has aceptado un cargo que requiere unos mínimos, entre ellos la buena presencia requerida por otros estamentos de los que dependemos, por mucho que te pese, buena presencia que no pasa necesariamente por ponerse traje y corbata, porque hay otras opciones igualmente decorosas… si ya sé que decoroso para ti es un concepto de la casta, pero es lo que hay.

Si no estás dispuesto a pasar, entre otras cosas, por el decoro y la buena presencia, deberías largarte por el bien de todos, porque por esa “estupidez” acabaremos pagando el pato todos los ciudadanos, tus colegas y los demás, y la gran putada final será, que encima tendremos que pagar con nuestros impuestos la puta pensión de la que gozan los políticos cuando se retiran, por nefasta que haya sido su gestión, porque eso sí que lo tenemos claro, tú, yo y el de Pamplona, y es que tú no tendrás los cojones necesarios para ser consecuente con lo que proclamas, y renunciar a los emolumentos correspondientes a tu retiro, y además seguirás cobrando de liberado sindical, esto es, por no dar palo al agua, en vez de dedicarte a la docencia de verdad, aunque visto lo visto, mejor que no entres en un aula, no sea que cunda el ejemplo.

Así que Kichi, aunque sea por respeto al pueblo, a todo el pueblo, adecéntate un poquito, o por lo menos péinate, que peinarse no es cosa exclusiva de los de la casta, es propio de cualquier persona decente, por humilde que sea. Te lo dice un proletario, de los que se parte los cuernos cuando lo dejan trabajar, y que no viste con traje de chaqueta.


JM Arroyo

jueves, 9 de julio de 2015

EL KICHI Y LOS DESHAUCIOS

A ver Kichi… El otro día te vi en la TV. Cometí la gilipollez de encenderla y me topé en el noticiario con tu escenita del desahucio, esa en la que los inquilinos dejaron de pagar el alquiler a la casera, una viuda enferma a la que le salía más caro el collar que el perro. Aunque lo de menos, son las razones de unos y otros, pues para eso media un CONTRATO DE ALQUILER y hay una LEY REGULADORA, para solucionar estos asuntos y desvincularlos de otros problemas que no tienen porqué asumir los arrendadores.
El que suscribe, es un arrendatario, esto es, uno de esos parias que no nos hipotecamos en su día y vivimos de alquiler. Por lo que deduzco de tu escenita, el mensaje que trasladas es, que cuando yo no pueda pagar el alquiler por falta de recursos, me atrinchere en la casa que tengo alquilada, y traslade mi problema a mi arrendador.  ¿Por opresor y capitalista?
A ver si va a resultar que mi casero, un trabajador autónomo que se deja el hígado todos los días en un pequeño negocio que, deducidos impuestos, no le da ni para pipas, no va a tener derecho a sacar un extra de 400 pavos, por haber cometido el “delito” de comprar un inmueble cuando las cosas le fueron bien y ponerlo en alquiler, un alquiler razonable. Probablemente, si no le pago el alquiler, la luz y el agua, le cueste el dinero y acabe también en la quiebra y desahuciado. Porque, por si no te has enterado aún, Kichi, al común de los autónomos los crujís a impuestos, a pesar de que es el único colectivo al que no le han regalado nada, a pesar de que ellos  se han creado su propio puesto de trabajo, con más pena que gloria, porque vosotros los políticos, no tenéis cojones de crearlos. ¿Vais a promover también la caza del autónomo? ¿Vais a trasladar los problemas que tendríais que resolver vosotros con inteligencia y saber hacer, al común de los mortales por tener un piso de más?
Primero han sido los bancos opresores, que exprimen a los que se creían más listos que nadie, resultando finalmente que eran idiotas por hipotecarse hasta las cejas para ser propietarios de nada. Ahora por lo que veo, también entran en juego los arrendadores, da igual que sean viudas, pequeños comerciantes o dentistas, porque, a ver, cuál es la razón para que un dentista no pueda arrendar con garantías, una vivienda a otra persona que se compromete a pagar una cantidad determinada al mes, consensuada en un contrato que se firma de manera voluntaria, no a punta de pistola…Kichi.
Debo ser gilipollas por decir esto, porque  como arrendatario, da la impresión de que estoy tirando piedras contra mi propio tejado, pero quizá sea que soy coherente y además tengo vergüenza, a pesar de que las paso putas para pagar el alquiler.
Lo que tienes que hacer Kichi, es hablar con tu colega Susana, esa que ha propiciado con los votos de su partido, que tú hayas conseguido ser alcalde. Pregúntale, por ejemplo, a ver qué pasa con ese porrón de viviendas de protección oficial de la Junta de su Andalucía, que están vacías.  Si no entra en razón, actúa por tu cuenta con lo que tienes. Desaloja la mitad del consistorio, para meter a estos por los que te “partes” la cara. O déjate de carnaval y los metes en el Falla remodelando las instalaciones, a ver si tienes arrestos… “Casa hogar Manuel de Falla” aquí hay que mamá. O tal vez, acondiciona las oficinas del estadio Carranza para meter a los desahuciados y que el Cádiz CF entrene en Puntales... Le cambias el nombre si quieres, “Estadio Hogar del Kichi” aquí hay que mamá.  Arriar una bandera, aunque sea la que representa a todos los españoles, es pan comido en España, pero tocar los carnavales o el fútbol, tocar el Carranza, o el Falla, para eso sí que hay que tener cojones… a lo mejor eso te haría grande de verdad, y no un populista de tercera. Hala, el estadio al carajo, y casas de protección oficial.
En cualquier caso, no te ensañes ahora con la gente por el mero hecho de que tengan dos viviendas en propiedad, que muchos de los que se hipotecaron y ahora defiendes, tenían la suya, se metieron en otra por agonías, y ahora no tienen ninguna. No pretendas incitarme a que, por el mero hecho de que no pueda pagar mi alquiler, por las razones que fuere, putee a mi casero atrincherándome en la casa por todo el morro, haciéndole responsable de mi situación, cuando la responsabilidad es mía, o tal vez tuya, vete a saber.

JM Arroyo




IDEALES Y BORREGOS

  Los ideales, con independencia de la buena o mala fe del idealista que los parió, acaban cumpliendo una función… que la gente no piense demasiado. Da igual que sean de derechas, de izquierdas, anarquistas, nacionalistas, radicalistas, ecopacifistas, trotskistas, o los tropecientos istos, istas, e ismos que se puedan enumerar, que haberlos los hay a patadas.
  El caso es que tener criterio propio para cada una de las situaciones que puedan plantearse en la vida, resulta una ardua tarea, implica un esfuerzo mental considerable, y todo lo que requiere esfuerzo, suele ser malquisto. Además acabas siendo impopular frente a la masa obediente, y la gente quiere todo lo contrario, la gente quiere ser popular, la gente quiere acaparar reconocimiento y aceptación por parte de un grupo, no críticas o rechazo, cuando ser rechazado por determinados colectivos resulta incluso conveniente.
  Lo que suele hacer la gente, es adoptar el ideal que más se aproxima a las ideas propias, o simplemente adoptarlo a secas, con la finalidad integrarse en un grupo para sentirse reconocido y aceptado, adoptando una identidad a todas luces artificial. En definitiva, simplificar el asunto para no tener que pensar en exceso, que pensar demasiado es malo, y crearse una identidad propia, peor aún.
  Los ideales son una creación humana, y como tal, resultan imperfectos, pero quien adopta un ideal, generalmente lo asume en su totalidad, no se suele molestar en cuestionar lo que es susceptible de ser imperfecto, injusto, poco práctico, no adecuado, no razonable, etc. Lo que se dice fe ciega en el ideal.
  Por tanto, las personas que adoptan un ideario, son previsibles, y al serlo, son controlables… y mira tú que patético resulta, que al final lo que se obtiene es una panda de borregos que entra a saco contra todo aquello que no tolera el ideario que han adoptado, con independencia de que sea razonable o no. Además todos tienen un look determinado, que de por sí, da pistas sobre cómo piensan, así de previsibles acaban resultando.
  Es esto lo que buscan los ideólogos, estrechamente vinculados con el poder, gente servil a una “causa” gente sin criterio propio, que no cuestione nada, que asuma sin preguntar. Y cuando me refiero al poder, no me refiero exclusivamente a los que gobiernan, también a los que aspiran a gobernar, lo que incluye a los llamados colectivos ciudadanos, tan en boga últimamente. Mientras más politizada e idealizada esté la sociedad, más controlable será para las distintas fuerzas que aspiran a obtener el poder, o a perpetuarse en él.
  Así veo las cosas, es mi criterio, seguramente erróneo o imperfecto. Ni me considero mejor, ni me considero peor que los demás, simplemente procuro ser coherente, formarme con criterio propio, adoptando lo que considero bueno de unos y de otros, y aceptando la posibilidad de que puedo equivocarme, un reconocimiento que me permitirá rectificar.
  A mí me puede gustar el surf, pero no por eso me tiene que gustar la música de los Beach Boys, las bermudas, las furgonetas VW Camper y las caipiriñas con sombrillita…
Bueno, las furgonetas VW Camper sí me gustan, las cosas como son.


JM Arroyo



domingo, 1 de febrero de 2015


UNA DE UN PELOTÓN DE CICLISTAS Y LA PERRA QUE CAYÓ A UN CANAL.

Sucedió hoy, durante la mañana del domingo 1 de febrero de 2015. Circulaba en bicicleta el que suscribe, por una vía de servicio agraria con escaso tráfico. Iba absorto en mis pensamientos, negativos para más señas, cuando un pelotón de ciclistas me rebasó como una exhalación, casi de forma insultante para mi ego. Maldita sea, pensé, se van a enterar estos, y me lancé a por ellos…Pero ellos me dejaron tan atrás, que acabé desistiendo.

Volví a mis pensamientos tipo, ya no eres lo que eras, menuda mierda, tal y Pascual, pedaleando sin demasiado brío, hasta que al cabo de unos kilómetros, al negociar una curva suave a derechas, me encontré con dos coches estacionados en la cuneta, el pelotón de ciclistas que me rebasó, bajados de sus monturas, y uno de los ciclistas metido en el interior de un canal de riego que discurre paralelo a la carretera. Se han pegado una hostia, pensé, así que en cuanto llegué a su altura me detuve por si podía echar una mano, pues aunque había muchas manos para ayudar, a veces sucede que la mayoría resultan ser manos pasivas.

Afortunadamente la situación  no era tan trágica como me pareció al pronto. Sucedió que una perrita de raza tunera, cayó en el canal, por suerte sin agua en esos instantes, porque de lo contrario habría acabado engullida más adelante por un colector que conduce a una tubería que discurre bajo tierra. Uno de los ciclistas se deslizó al interior del canal con la idea de sacar a la perra, que estaba bastante asustada. A su vez, una mujer, propietaria de uno de los coches, le tiraba a la perra el cable de una alargadera eléctrica, con el fin, decía, de obligar a la perra a que se fuera hacia donde estaba el ciclista, pero lo único que lograba era asustarla aún más.

El resto de los ciclistas no hacían más que bromear con la situación en la que se encontraba el compañero, filmar la escena con los móviles, y armar barullo, contribuyendo a incrementar el nerviosismo de la pobre perra. Les invité a que dejaran de montar jaleo, le dije a la mujer que dejara de tirarle el cable a la perra, y al que estaba en el canal, que intentara ganarse la confianza del animal poco a poco, empezando por dejarse oler la mano.

La perra, que era bastante inteligente, se fue acercando muy despacio al ciclista, quizá conocedora de que era su única probabilidad de salir de allí, y éste, aun exponiéndose a un mordisco, dado el nerviosismo del animal, aguantó el tipo hasta que logró acariciarla y ganarse su confianza. Lo hizo tan bien, que al final logró cogerla y lanzarla fuera del canal, al lado opuesto de la carretera. La perra se sacudió aliviada, y se fue en sentido contrario al puente que cruzaba el canal, apartándose de la muchedumbre, para detenerse más allá, aunque no se apartaba del borde del canal.

Después de sacar a la perra, tocó sacar al ciclista, un tipo bastante corpulento, y por tanto pesado. Las pendientes que flanquean el canal tendrán un talud 1/1  y podrían superarse sin ayuda con buen agarre, de no ser porque estaban cubiertas de verdín, así que hacía falta echarle una mano. Por fin la puta alargadera eléctrica sirvió para algo. Lo pusimos por doble, se lo lanzamos al ciclista, y entre unos cuantos tiramos de él para sacarlo.

Finalizado el rescate, reemprendimos la marcha en el sentido que llevábamos. El pelotón salió disparado como alma que lleva el diablo, y yo, apenas mil metros más adelante, me dije, date la vuelta que no estás para más y regresa a casa que todavía te quedan 15 km para llegar. El caso es que cuando volví a pasar por el lugar del incidente, me encontré con que la perra seguía en el mismo sitio, al borde del canal, al lado opuesto de la carretera. Junto al único paso que salvaba el canal, estaban estacionados los dos coches de las dos mujeres, que al parecer iban juntas, la mujer del cable y otra. Esta vez la del cable estaba tirándole piedras a la perra para que se apartara del canal, logrando únicamente que se acojonara, así que me detuve para analizar la situación.

Enseguida comprendí lo que pasaba. La perra quería cruzar al otro lado por el puente, sabía que podía ir por ese lugar, pero al ver los coches bloqueando el paso y a una de las mujeres al lado, mientras que por el otro, la otra le tiraba piedras, el animal se lo pensó y optó por ocultarse astutamente tras un matorral.

Me dirigí a la señora y le expliqué lo que pensaba sobre la situación, sugiriéndole que quitaran los coches que bloqueaban el puente para dejar vía libre a la perra. Me hicieron caso en parte, y digo en parte, porque se limitaron a mover los vehículos unos metros más allá, pero la del cable volvió a lo suyo, a conminar a la perra para que se dirigiera al puente, a base de pegarle gritos y tirarle piedras, mientras la perra, oculta en el matorral, estaría pensando que con esa tía tirándole piedras iba a pasar su padre. Así que tuve que decirle a la señora que no se preocupara, que la perra estaba escondida haciendo lo que haría cualquiera a quien le tiraran piedras. Logré convencerlas para que se marcharan y yo hice lo propio, aparentemente, porque en realidad no estaba dispuesto a desentenderme  de cualquier forma del pobre animal.

Las mujeres se fueron finalmente con sus coches y yo me oculté al otro lado de la curva para observar discretamente lo que hacía la perrita. Su reacción fue inmediata, en cuanto vio despejado el terreno, cruzó el pequeño puente y se puso a olisquear junto a la carretera. Evidentemente no era la situación ideal, una perra al pie de una carretera, así que me dirigí hacia ella sin prisas, haciéndome el distraído para no asustarla. La perra enseguida me detectó, pero al ver que yo iba a lo mío, no me consideró una amenaza. Pasé por su lado haciéndome el sueco, me paré como si nada, la perra se acercó, me olió y siguió a lo suyo, más contenta que unas pascuas,  adentrándose por fin en el campo, alejándose de la carretera y del canal, en dirección hacia donde sin duda quería ir.

¿Adoptarla? No podría hacerme cargo de ella. Tampoco tenía pinta de estar perdida o mal alimentada. En este caso, una adopción sería quizá lo más parecido a un apresamiento, el apresamiento de un ser que es feliz libre. Sin duda correrá sus riegos, pero en esas estamos todos. La tía del cable, que tenía dentro del coche a un perrito gilipollas que no paraba de ladrar, dijo que no podía hacerse cargo de la perra. Me dieron ganas de decirle que mejor así, porque entonces sí que estaría perdida. Perdería su instinto, se extraviaría cualquier día y acabaría de nuevo en el canal, pero esta vez sin solución de continuidad.

Emprendí el regreso a casa. Al cabo del rato, un tipo me dio una pasada, pero esta vez me dije no, este no se me escapa. Me pegué a su rueda, y cuando llegaron las pendientes, pedaleé de pie y lo rebasé. Quizá fue cosa del incidente la perra, que me alegró el día y me dio el subidón. Después de todo se siguen dando buenas acciones, como la del chaval que se metió en el canal para sacarla, e incluso la intervención de la mujer del cable, que aunque no atinara con sus acciones, no dejó de hacerlo con buena intención. Y sobre todo, la sensación de alivio y de gozo de la perra, que lejos de traumatizarse, siguió a lo suyo, como si nada hubiera pasado, retozando por el campo. Son estas pequeñas historias las que rompen la monotonía de los días aciagos,  las que hacen que pensemos que, después de todo, la vida es bella.

 


 

martes, 27 de enero de 2015


EL KIOSCO DE LIBROS

Me llamó la atención por una razón, la ausencia de rejas. Cuando  me aproximé, lo comprendí… se trataba de libros. ¿Quién va a robar un libro? Los libros agonizan en las librerías, la gente huye de ellos como de la peste, así que, para qué poner rejas. Si los libros pudieran fugarse por sí mismos,  tal vez colocarían rejas, más que nada para evitar el riesgo de contaminación cultural, no sea que a la gente le dé por leer, escape de la red que los atonta, y opte por tener criterio propio.

No había rejas, ni tampoco había nadie dentro para dar salida a esos libros. Un sábado por la tarde… ¿Quién va a perder el tiempo libre leyendo un sábado por la tarde?  Los bares y los comercios de otra variedad, sí estaban abiertos a tutiplén, es lo que busca la gente, consumir sin más… ¿Para qué mantener abierto un kiosco de libros, aunque para su lectura sólo se requiera un carné de biblioteca?

Me dieron ganas de romper el cristal y robarlos todos, llevarme aquel tesoro devaluado. A fin de cuentas ¿Para qué  molestarse en detener a un ladrón que roba un kiosco de libros del  que no se ocupa nadie? El kiosco municipal quedaría libre de ese lastre constituido por libros, podría dedicarse a otros menesteres más rentables, menesteres que justifiquen la colocación de unas rejas y la de alguien que se ocupe del cotarro, trabajando 12 horas al día, fines de semana incluidos, vendiendo quizá litronas,  telefonía móvil o maría para consumo propio… a saber.

El menudeo de libros no conduce a nada, es mejor el menudeo de elementos que arrinconan la voluntad de las personas. Fue ese el destino que corrió la librería que había enfrente de este kiosco de libros, una de las mejores librerías de la ciudad, que acabó diluida en un local que quedó vacío, abocado a convertirse en un chino de todo a un euro, donde venderán de todo… menos libros.

Unas buenas rejas, un empleado que se deje explotar, y a seguir tejiendo esa red que atrapa a las mentes, neuronas dormidas que no interesa despertar. La lectura puede despabilar a las personas y eso resulta pernicioso para los intereses del sistema.

jueves, 8 de enero de 2015


PERROS BOBOS, QUE NO LOBOS.
A diario,  cada vez más, me encuentro con carteles de aviso de perros extraviados, dramáticos llamamientos tipo, es como de la familia, mayday, mayday,  se nos desmorona el hogar, encuentren a mi perro Canelo, o a mi perra Sisí, no, no,  mi perra me la robaron porque su chip jaquearon… etc. Y tal como miras la foto del perro o la perra, no te extraña  que se haya perdido, pues eso no es un perro, ni una perra, es una  patética criatura a la que le arrebataron su instinto y convirtieron en pantomima. Es una pena que se haya perdido el perrito, pero es lo que conlleva su idiotización.

La gente se ha empeñado en transformarlos en seres a su imagen y semejanza, y la sociedad actual ya sabemos cómo está. A los perros se les viste, se les permite dormir en el sofá, se les limpian las caquitas,  se les lleva al centro veterinario para que les hagan la manicura o un lavado de pelotas,  los llevan a fiestas u hoteles para perros… y al psicólogo canino. En definitiva, los vuelven gilipollas y claro, se pierden, aunque estén a la vuelta de la esquina.

Antaño cualquier  perro era un animal listo de cojones, al que ya podían soltar en Pamplona, que se las arreglaba para regresar a su casa en Setenil de las Bodegas… se plantaba en la puerta, pegaba cuatro ladridos cagándose en tu descendencia y de paso se meaba en la puerta para recordar a su amo que ese también es su territorio.  Podías soltarlo en el monte, que no se extraviaban, o dejarlos al cuidado de la casa, durmiendo en el jardín, sin que por ello fueran infelices.  Para infelices los de ahora, que mimetizan las neuras y los miedos de sus amos, y se cagan por un petardo de mierda, mientras que los gatos, que no van al psicólogo ni borrachos, se descojonan de ellos. Aún quedan perros listos, perros y perras que no se estresan por un petardazo, ni se pierden, ni se traumatizan por dormir en el jardín… pero a este paso.

Lo que está claro es que los perros acaban siendo lo que son sus amos, por tanto, si los perros y perras de hoy en día se pierden, se asustan con cualquier cosa, o atacan sin motivo a todo lo que se mueve, las cuentas están  claras, sus amas y amos tienen un problema, un problema mental,  y por lo que se ve, esta sociedad está pero que muy enferma.