jueves, 5 de noviembre de 2015

LA FALACIA DEL I+D

Nos bombardean continuamente con el I+D. Los tecnócratas insisten en que es indispensable orientar el estudio de las nuevas generaciones, hacia las nuevas tecnologías, como si esa fuese la panacea para resolver, por ejemplo en España, el problema del desempleo. Es cierto que a mayor tecnología, hay mayor competitividad, pero que yo sepa, ser competitivos no tiene porqué implicar que haya más trabajo para todo el mundo y que esté bien remunerado, más bien todo lo contrario.

“La productividad aumenta con tecnología y con mejoras organizativas”

Eso lo dice un catedrático de economía, un tal Niño Becerra, no yo. No hay que ser catedrático para entender semejante afirmación, es de sentido común. Si tienes maquinaria que fabrica más rápido y mejor, y además la producción está debidamente organizada, es lógico que aumente la producción y que por tanto se seas competitivo. ¿Pero implica eso mayor creación de empleo? No, porque donde antes hacían falta diez operarios, ahora solo hacen falta tres, eso sí, muy cualificados, razón por la cual nos quieren vender la moto de que todos deberíamos cualificarnos al máximo, como si esa fuera la salida al problema que tenemos planteado.

Lo que sucederá es que tendremos legiones de empleados cualificados y licenciados de todo tipo haciendo cola en el INEM, porque las empresas altamente tecnificadas cada vez precisarán de menos personal, y como la oferta de trabajo será menor que la demanda de empleo, habrá personal cualificado a patadas dispuesto a trabajar por sueldos de miseria. Ese es el futuro al que nos aboca la tan laureada tecnología, cuyas consecuencias empiezan a hacer mella en la vieja Europa y en los Estados Unidos, desde que ha llegado al alcance de todo el planeta.

La solución a todo esto podría provenir del sol, si provocara una tormenta solar sin precedentes que fulminara los fusibles de tanta tecnología. Un apagón brutal con consecuencias catastróficas que nos hiciera tomar conciencia de que tanto avance puede llegar a superar nuestras expectativas de supervivencia.
A lo mejor así, y siempre que el cerebrito de turno no metiera la pata con un nuevo invento tecnológico, podríamos restituir antiguos puestos de trabajo, no tan productivos, pero que nos permitieron trabajar dignamente en décadas pasadas, en las que si por ejemplo, te embarcabas en un buque, trabajabas duro pero te compensaba  con un sueldo digno y la posibilidad de un retiro tranquilo, y había para todos.

Al final el I+D apartará del mercado (de hecho ya lo está haciendo) a los que no estén cualificados, y se surtirá de un ejército de personal cualificado que trabajará por sueldos de miseria, porque el sistema no precisará de tanto personal, porque donde antes se precisaban fresadores, engrasadores, cortadores, ajustadores, delineantes, proyectistas… ahora solo se requerirá un operador de computadora para el robot de marras y para de contar. Y en la puerta de la empresa habrá cincuenta mil operadores de estos, esperando a que el que está dentro diga esta boca es mía y lo echen a la puta calle. Además, ¿Para qué producir tanto si al final solo podrán comprar lo que se produce unos cuantos?
Ese el futuro que nos depara el I+D estando como están las cosas en manos de gentuza sin escrúpulos.

J.M. Arroyo



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