miércoles, 5 de junio de 2013


ELLA SE QUEDÓ EN BLANCO

Ella se quedó en blanco, como el blanco de la pared tratada con cal viva junto a la que se sentó. Absorta en sus blancos pensamientos, que no eran más que el vacío de su mente, cansada ya de discurrir, dejaba correr el tiempo moviéndose a penas a cambio de unas monedas necesarias para subsistir.

Ella se quedó en blanco salvo en sus labios pintados de rojo, como en un intento de no desaparecer del todo en ese blanco puro que deslumbra desdibujando su triste figura.

 Ella se quedó en blanco, como una hoja de papel sin escribir, como una hoja de papel sin dibujar, sin historias que contar, aunque solo sea en apariencia. Quizá estén escritas con tinta blanca, y como ella, se confundan con el fondo que tienen tras de sí.

Ella se quedó en blanco, o quizá la dejaron en blanco, ese color acromático que simboliza pureza, pureza que bien podría ser ausencia de todo, pureza en este caso corrompida por el rojo pasión de sus labios, que más que pasional se me antoja  grotesco, como una mueca de dolor que cala en el alma.

Blanco de claridad máxima, de oscuridad nula, luz intensa que condensa todos los colores en uno, disolubles ante un prisma, el prisma de la vida que no se presenta ante ella para descubrirle los colores.

En blanco andamos muchos, por no decir en negro, siempre en esos extremos que acotan la gama cromática. El exceso de luz, la ausencia de luz, pensamientos en blanco, pensamientos en negro, la combinación de ambos generando el gris, y una traza de color rojo para decir que estamos aquí.

Ella se quedó en blanco… yo acabo de hacerlo.

JM Arroyo