SI ESPAÑA FUERA UNA REPÚBLICA.
Si España fuera una república, la monarquía y la extrema
derecha se diluirían en la nada por arte de birlibirloque. Qué diablos, no
habría derecha en ninguna de las formas posibles. Todo el país querría ser
republicano. Y si no, ya se encargaría la república de que lo fueran. Con mucho
amor, por supuesto.
Los partidos de izquierdas en todo su espectro, los
anarquistas, los liberales, los independentistas y las organizaciones
sindicales obreras y agrarias, se cogerían de la mano y bailarían juntos el kumbaya
entre arcoíris y manadas de unicornios. Aprobarían decretos sociales gracias a
la capacidad de diálogo y el desprendimiento que les caracteriza, esa capacidad
de renunciar a parte de su ideología, y de las cuotas de poder, por el
bienestar del pueblo soberano.
Los presidentes de la república y sus ministros, estarían tocados
por la mano de Buda. No tendrían la tentación de robar. Dejarían sus casoplones
y se irían a vivir a los barrios obreros con la gente de a pie, porque serían
preciosos barrios con todas las comodidades. La gente bailaría bajo la lluvia,
cual Fred Astaire, sin pillar una pulmonía.
Los perros se atarían con longanizas. Qué coño, los perros
comerían longanizas, y los gatos, bogavantes. Los niños y las niñas, nacerían con un pan debajo de un brazo, y la bandera
republicana debajo del otro.
No habría ejércitos, ni policía, pues todo se basaría en el
orden natural de las ideologías progresistas chachi piruli de “to er mundo es
güeno y güena”, en las que no se contemplan las disputas, las guerras, los
robos, los crímenes, ni las luchas de poder.
Habría marisquerías proletarias. En los parques, crecerían
fresones, mangos, naranjas ya peladas, y botellines de cerveza, para que ellas
puedan llegar solas y borrachas a sus casas, y ellos, palmar de un coma etílico.
Y sobre cada banco del parque, un libro de Paulo Coelho, o del tío Marx.
Las industrias y los comercios estarían en manos de las
cooperativas. Las jornadas serían de 20 horas semanales, contando con los
descansos y las horas para asuntos propios. Los beneficios se repartirían por
igual entre los trabajadores, y la jubilación sería a los 55, que tiene premio.
Si España fuera republicana, dejaría en bragas a
Disneylandia, con esa bandera tricolor
tan chachi, la panacea de todos los problemas de las Españas y de sus primas
catalanas y vascas. Como si una jauría de perros rabiosos se fuera a comportar
de otro modo cambiándole el color del collar.
Me remito a lo bien que fue la II República, y a los posteriores
40 años de glorioso fascismo sanguinario. Pobres ilusos, en muchos casos, por indocumentados.
Como quienes portan banderas republicanas de la mano de banderas comunistas,
que ya hay que estar perdidos, para no saber lo bien que se llevaron entre
ellos durante aquella puta guerra. Socialistas moderados, socialistas radicales,
comunistas troskistas, comunistas estalinistas, anarquistas, sindicalistas y
demás, dándose de puñaladas por la espalda, mientras avanzaban los fascistas. Y
en medio, como carne de cañón, el pueblo ignorante, pagando el pato de los unos
y de los otros. Qué maravilla de república.
Así que, si alguien se declara republicano, primero que se
defina ideológicamente, si es que lo tiene claro y no confunde churras con
merinas. Después, que tenga cuidado con quien comparte bandera, no sea que se
lleve una sorpresa, pero de las chungas.