jueves, 27 de junio de 2019


AMNESIA ANTERÓGRADA.

Me ha sorprendido la celeridad con la que el PSOE ha exigido a Otegi y sus secuaces de Bildu, un arrepentimiento sincero por las atrocidades cometidas por ETA en el pasado reciente. Sobre todo después de ver el lamentable espectáculo dado por ese animal sin escrúpulos, nada menos que en la televisión pública, haciendo declaraciones tan cínicas como “lo siento de corazón si hemos generado más dolor a las víctimas del que TENÍAMOS DERECHO A HACER”... Hijo de perra cruzada con hiena con el corazón podrido.
¡Ah no! Que para lo que se dio prisa el PSOE fue para intentar sacar a la momia, del Valle de los Caídos. Tanta prisa se dieron, que tropezaron, la momia aún sigue allí y nunca un muerto estuvo tan presente. ¿Me pillan el chiste?
Va a ser que la memoria histórica del PSOE es muy limitada, parecida a la pérdida de memoria de quienes padecen amnesia anterógrada. Es decir, se acuerdan de lo que pasó en el 36 aunque no estuviesen allí, pero no se acuerdan de lo que pasó anteayer a pesar de fueron testigos directos, tanto, que tienen a las víctimas, incluso del propio PSOE, clamando al cielo delante de sus narices. ¿Habrase visto tamaña ignominia?  
También  tienen cortita la memoria ecológica, y a Pedrito me remito, vaya si la tienen limitada. A colación de la inauguración del tren para pudientes, nos larga en Granada un discurso en plan maternal, por eso de que es muy feminista, esto es; niño que te doy una colleja solidaria como seas malo machirulo y no cumplas con los preceptos ecológicos interplanetarios, que si el calentamiento global y el compromiso adquirido, que si el Ártico se va por el desagüe y los pingüinos están pidiendo asilo en el Oceanográfico de Valencia, que si la invasión de la carabela portuguesa en las playas de Vinarós, etcétera.
Pero después de descorrer la cortinita que oculta la placa que reza, “Semos cojonudos, habemus AVE”, a Sánchez se le pasa el apretón ecológico, o pierde la memoria, y tira de Falcon y de helicóptero para regresar a la Moncloa, no sea que Pablito se impaciente, que está frenético el pobre por pillar cacho de sillón a pesar de ser el último de la fila. El calentamiento global y los patosos pingüinos pueden esperar ante los intereses de Estado, te lo juro por Snoopy.
Pues nada, no me cansaré de decirlo, seguid votando malditos bastardos, probablemente en breve, otra vez. ¿Habrase visto tomadura de pelo más grande en alguna otra parte?


martes, 18 de junio de 2019


LÁGRIMAS DE COCODRILO

Me ha conmovido verla llorar –modo sarcasmo activado- cuando le preguntaron sobre los insultos que tuvo que soportar por parte de los independentistas, democráticos, tolerantes y pacíficos ellos. Me refiero a Colau.
Cuando el entrevistador le preguntó qué pasó por su cabeza al verse insultada a grito limpio por la jauría indepe que la rodeaba, dijo entre sollozos que pensó en sus hijos. Cuan sensible es esa mujer, sobre todo cuando la afectada es ella.
No mostró la misma sensibilidad cuando esa misma jauría hostigó a los integrantes de otros partidos políticos por defender otras ideas dentro del marco de la legalidad vigente, o a los jueces por hacer cumplir la ley, o cuando acosaron a los miembros de las fuerzas de seguridad y a sus familias, incluidos niños y niñas.
Dicen que donde las dan las toman, y Colau ha tomado su dosis, pero lejos de mostrarse digna, ha pretendido congraciarse con sus vilipendiadores colgando de nuevo un lazo amarillo, poniendo una vez más el ayuntamiento al servicio de los ideales de una parte de la población, en detrimento de la otra mitad que se limita a cumplir con la ley y reclama los derechos que le otorga la Constitución.
Si quienes la vilipendiaron hubieran sido integrantes o simpatizantes de partidos políticos que no son de su agrado, o simplemente gente cabreada por tanta tomadura de pelo, no habría dudado en calificarlos de fascistas y de machistas.   
Ay Colau, qué poco me conmueven esas lágrimas de cocodrilo.




EL PELUCHE

Nos detuvimos en un semáforo y Lobita me dijo, mira a estribor. Apoyados en el muro del puerto de Cádiz, allá por Canalejas, un chico y una chica de veinte y pocos. El chaval hablaba por teléfono, sujetándolo con la mano diestra. Con el brazo izquierdo sujetaba un peluche más grande que él, una especie de unicornio de color rosa con mechones lilas hasta donde pude observar.
La chica, sentada sobre una rodilla del chico, se empleaba a fondo en hacerle carantoñas… No, al chico no, al peluche. Diríase que el peluche era un ser vivo a juzgar por los mimos que estaba recibiendo. Para mí que constituían un triángulo interespecie, sujetos a la dinámica del poli amor, en el que el unicornio era el macho Alfa, o la hembra Beta, vete a saber.
¡¡Tuuuuuuuttt!! ¡¡Tuuuuuuuttt!!! El semáforo se puso en verde y el de atrás tenía poca paciencia, pero tuve que asumir mi cuajo y hacerle una señal de disculpa con la mano. Cuando eché un vistazo al retrovisor, vi la cara de idiota que se me quedó después de contemplar la escena del unicornio. Me hizo perder la noción del tiempo y del lugar en el que me encontraba. Nos vamos al carajo.


lunes, 17 de junio de 2019


REACCIÓN 5G Vs TECNOLOGÍA 4G

Caminaba con Lobita por el malecón del castillo de San Sebastián a esto de la caída del sol, que es lo suyo. Delante nuestra, una pareja de jóvenes de la era digital, que ya habíamos visto en otro lugar selfieándose a destajo con ayuda de un palo telescópico, extrajeron del referido palo selfie tres diminutas patitas que se desplegaban a modo de trípode, colocándolo en mitad del paseo con la intención de sumar otro selfie a su extenso repertorio.
Al contemplar la escena, antes incluso de que la chica se sentara en el murete del malecón para posar junto a su compañero, mi cerebro entró en acción a velocidad 5G. En menos de lo que suena un cuesco una vez realizada la presión intraabdominal, mis neuronas hicieron los cálculos;

Dimensiones de las patas que constituyen el trípode, unos 12 cm. Radio de la circunferencia de apoyo, 7 cm. Altura del mástil desde el vértice del trípode hasta la base del soporte del móvil, 80cm. Altura total contando con el dispositivo 4G, 107cm. Superficie del móvil,84 cm cuadrados. Peso aproximado, 155 gramos. Orientación de la superficie del móvil, NNW. Dirección del viento, NW. Velocidad del viento, unos 12 nudos. Resultado; soporte altamente inestable. 80% de probabilidades de que se caiga.
Apenas se sentó la chica, el dispositivo 4G empezó a cimbrear. Le dije a Lobita, el móvil se va a caer. Un par de segundos después se precipitó de plano contra el pavimento adoquinado y los dos jóvenes pusieron cara de estupefacción, que de haberla captado la cámara del dispositivo 4G, habría sido de lo más trending Instagram que te rilas.
La abrumada pareja recogió el móvil del suelo y evaluó los daños con la preocupación marcada en el semblante, preocupación mezclada con sonrojo por lo ridículo de la situación. Por suerte, resistió el impacto. Al pasar junto a ellos no me pude contener;
-¿Pero cómo se os ocurre usar ese trípode de mierda para haceros un autorretrato?– Risas de ambos, aunque posiblemente estuviesen cagándose en mis castas para sus adentros.
Acto seguido me ofrecí para dispararles la foto que pretendían hacerse con el 4G, ofrecimiento que aceptaron. Encuadré de manera que la pareja quedase en el tercio derecho de la imagen, para que en los otros dos tercios se viese la costa de Cádiz, destacando el pirulí y la luna llena que asomaba por levante. Quedaron encantados y agradecidos, eran personas simpáticas aunque con un poco de cuajo.
La conclusión que extraje de la anécdota, es que quienes no nacimos con la tecnología digital, tuvimos que arreglárnoslas para discurrir por nosotros mismos, lo que benefició nuestra capacidad para sacar conclusiones con relativa rapidez ante situaciones que darán lugar a un resultado obvio. Pero muchas de estas criaturas que nacieron de la mano de la tecnología digital, parece que en algunos aspectos se han abandonado a ellas, dejando que sus capacidades y decisiones dependan de la generación del dispositivo móvil que tengan en sus manos, a estas alturas de 4G y en breve, de 5G.
Pero a menos que el móvil les hable con antelación para decirles, oye, que si me colocas en este trípode de mierda con el viento que hace, me voy a caer al suelo por razones obvias, seguirán cometiendo torpezas de este tipo, que en el menor de los casos les supondrá un incremento del gasto al tener que cambiar la pantalla del móvil, o comprar uno nuevo. A partir de ahí, sumemos no saber orientarse en una ciudad, utilizar el móvil en lugares inadecuados incluso con riesgo de la propia vida y de la de los demás, dependencia enfermiza del aparatito que los lleva a entrada en pánico si se descogorcia, etc.




viernes, 14 de junio de 2019


CUERPOS APILADOS COMO ATUNES

Cuerpos humanos inertes en una playa del sur, apilados ordenadamente para la estiba, como si fuesen atunes. En la distancia, casi imperceptible a causa de la bruma arenosa y líquida generada por el viento de levante, paseaba ajeno al drama un hombre con su perro.
No había nadie más en aquella playa, solo el hombre con su perro, los cuerpos inertes y mi presencia, testigo mudo e invisible en aquel paisaje costero de dunas y océano revuelto, paisaje exento de edificios, de barcos o de cualquier otro elemento creado por el hombre.
Fue un sueño, pero ha sido tan real que tengo mis dudas, aunque es evidente que estos escenarios de muerte se han producido muchas veces, y se seguirán produciendo. Mi subconsciente solo se ha valido de esa evidencia y ha ordenado la escena, entre macabra y poética. Porque aquello parecía un cuadro, una fotografía en blanco y negro algo sobre expuesta, en la que la vida y la muerte compartían espacio armónicamente.
No tomo medicación afortunadamente, pero el día que la tenga que tomar, alucinaré en colores.




¿A caso no queda claro que se reparten el poder? Trocean vuestros votos a tirones, como en una trifulca de hienas. Seguid votando malditos bastardos.

jueves, 13 de junio de 2019


PECECILLOS DE PLATA.

La lepisma saccharina, popularmente conocida como pececillo de plata, es un insecto que me resulta entrañable por su relación con los libros. Los imagino correteando entre relatos de ficción, relatos históricos, biografías, poemas, mapamundis, manuales técnicos, comics… mientras se alimentan del almidón que contienen los encolados y el papel viejo de los libros. Hoy descubrí uno enrome, como de un metro y medio sin exagerar, agazapado bajo el tomo II del diccionario de la RAE, el de la H-Z donde se encuentra la L de lepisma y la P de pez. Lo que deben saber esos insectos.
También habitan los cuadros, así que deduzco que les debe gustar el arte pictórico, y ahora que lo pienso, encuentro sentido al hecho de que un pececillo de plata se oculte en una rendija del tabique de la bañera a pesar de que no hay cuadros ni libros, aunque sí silicona para alimentarse. Seguramente esperará expectante, la aparición de la maja desnuda que cada jornada se acicala, coqueta y pulcra ella, ante el espejo.
Pero la lepisma de la bañera huye despavorida cuando irrumpo yo, sobre todo cuando mi irrupción va pareja a una alerta química por CH4, y es que resulta que mi llamada de la naturaleza suele ser de lo más volátil. En esos casos incluso huye despavorida la maja desnuda, y a veces tienen que cortar el tráfico aéreo hacia la base de Rota, por acumulación de metano en la zona. Sajeraos que son la maja, el pececillo de plata y los de la base aeronaval, que declaran un NBQ por menos que suena un cuesco.
Pero volviendo a los pececillos de plata, los veo y les respeto su espacio a pesar de lo feos que son. Puede que devoren los libros, pero lo hacen de forma sostenible y con estilo. Les dan un preciso toque de envejecido que los hace más interesantes, pues aunque el olor y el tacto de un libro nuevo también tienen su cosa, me atrae más el ligero aroma a moho de los viejos,  y el tacto ligeramente áspero de las hojas amarillentas. Estoy seguro de que algo tienen que ver los pececillos plateados en ese proceso de cura, pues los libros son como los buenos vinos, ganan con el paso del tiempo.



   

martes, 11 de junio de 2019


DESPLUME A 5G

Pasó en Atlanta en 2018 y este año le ha tocado a Baltimore, cuidad del Estado de Maryland (Pamplona). Unos ciberdelincuentes han inoculado un virus informático cifrador de sistemas, que controla todo aquello que depende de la Red, que es bastante, y han pedido un rescate en billetes coins de esos. El caso es que tienen a los baltimoreños, o como sea el gentilicio, trincados por los lereles cibernéticos, y no pueden realizar gestiones por correo electrónico o abonar las facturas como no sea de forma presencial, y tienen bloqueados los datos relativos a la gestión de la ciudad, los cuales podrían perderse definitivamente si no ceden al chantaje, que no es moco de pavo.
Lo mismo que hacen esto, los puñeteros hackers pueden irrumpir en los sistemas que gestionan el suministro de agua o de electricidad, o la gestión de los hospitales, o el control de las vías ferroviarias, o del control de tráfico de una ciudad importante… o de las entidades financieras.
Esto es, allá que voy con mi dinero de plástico a sacar pasta y me dice el cajero que tururú, que se ha caído el sistema, que no hay nada en papel que certifique que tengo pasta en la entidad, y que hasta que no se aclare el tema con los esparce virus, no sueltan un euro. Como yo, millones de personas, unos en los cajeros, otros intentando pagar la cuenta con sus Smartpollas…  Oiga que esto no furula y no puede llevarse la compra, es que no tengo nada para cenar, pues lo siento mucho, cagu en el Mercadona que lo quemo to, tumultos en la calle, el circo montado, estado de sitio y demás.
Pues dentro de poco lo mismo, pero a 5G, es decir, que nos pueden desplumar, dejarnos en pelotas en un plis plás, sin pasta, sin agua, sin luz y sin dientes en cuestión de milisegundos.
Llegado a este tema, el 5G, aprovecho para comunicar a mis amistades y familiares con dispositivos 4G o 5G, que se abstengan en lo posible de enviarme cosas al teléfono, porque sigo empelando un 3G de mierda que no da para mucho y se peta con cualquier GIF, emoticono última generación, o foto de alta resolución. Para que lo entiendan, es como si pretendiesen aterrizar con un Jumbo 747 en el aeródromo de Trebujena, o atracar el Queen Mary 2 en el puerto de Conil. Gracias.

lunes, 10 de junio de 2019


CARRIL PERRO.

Debo ser de los pocos gilipollas que utilizan el carril bici cuando circulo en bici, pero a veces me siento confuso. Hoy he tenido uno de esos días.
La primera confusión la tuve por una cuestión de colores. En Cádiz o en El Puerto, el carril bici está pintado de verde, pero en Puerto Real, por la zona de la Universidad, está pintado de rojo. El carril verde, que discurre paralelo al carril rojo, está destinado a los peatones, pero la duda la solventé con la señalética que lleva impresa el carril bici, aunque eso no quita que la gente circule por donde le sale de los lereles, lo que implica tener que pasar de un carril a otro cada dos por tres y al final ya no sabes por qué carril estás circulando.
Otra confusión la tuve al cruzarme con un tipo que también circulaba en bici en sentido contrario. Iba justo por el centro del carril en rumbo de colisión conmigo, y si no me aparto del puto carril, se hubiera pegado de morros conmigo a pesar de que yo iba pegado a mí derecha. En un primer instante me dije, lo mismo es un carril bici de sentido único y voy contra mano, pero cuando vi la cara que tenía el gilipollas, algo así como la de Steve Urkel pero en blanco, comprendí que se trataba de un problema de circulación de las neuronas del sujeto, y que a buen seguro, de haber colisionado conmigo, habría dicho aquello de ¿He sido yo?
Pero la confusión más llamativa la tuve en el paseo marítimo de Puerto Real en su tramo occidental. Allí el carril bici, de un par de metros de anchura, ni es verde ni es rojo, solo está delimitado por unas líneas discontinuas amarillas, trazadas sobre un acerado de unos 10 metros de ancho que permite discurrir sin problemas a transeúntes y ciclistas… al menos en teoría.
El paseo en cuestión estaba prácticamente vacío, apenas cuatro personas y otro ciclista aparte de mí, que dejé atrás. En estas observé que una mujer de mediana edad y de cierta estatura, caminaba por fuera del carril bici en sentido contrario al mío. Hasta ahí, bien. El problema era que llevaba un perro sujeto por una correa extensible, le había dado como cinco metros de carrete al perro, y éste circulaba justo por el centro del carril bici, abarcando la tipa y el perro más de la mitad del paseo. Pensé, ya recogerá carrete, pero cuando le vi el careto a la tipa, mirándome con cara de mala hostia como si yo fuese un violador en serie, tuve claro que no iba a ceder un ápice y realicé una maniobra de evasión para abandonar el carril, evitar el atropello, y una posible discusión, que tal y como están las cosas, para nada me convenía. No era plan de vérmelas con una animalista empoderada o algo por el estilo.
Más adelante me encontré a un tipo que charlaba con otro, ambos fuera del carril bici, pero el primero tenía un perro, también sujeto por una correa kilométrica, que estaba sentado en mitad del carril. El dueño del perro tampoco hizo ademán de apartar al perro porque conversaba animosamente con la otra persona, y como no tenía ojos en la espalda, no me vio venir, aunque también tengo mis dudas de que se hubiese apartado.
Con todo, una sombra de duda  me embargó ¿Será un carril perro y voy jodiendo la marrana con la puta bicicleta? El caso es que ya no sé a qué atenerme, creo que voy a buscar tutoriales sobre el uso de los carriles bici, porque visto lo visto, se me antoja complejo. Quizá el problema esté en que me empeño en hacer las cosas bien y procuro cumplir con las normas, y me temo que eso no es factible en el país de porque yo lo valgo, y mucho menos en el sur del sur de ese país.


APP PARA EL CONTROL DE LOS HUEVOS.

No salgo de mi asombro una y otra vez. Metido en faena con las labores domésticas, escuché por la radio que han sacado un artilugio inteligente para controlar los huevos en la nevera. El cacharro, dotado de unas luces led y no sé qué, se coloca en la huevera, y con un código de colores con distintas intensidades y frecuencias de parpadeo, avisa de qué huevos están a punto de caducar y cuales son más frescos. Además está conectado a una APP que, estés donde estés, te va avisando del estado de los huevos.
Un suponer; estás en plena escalada del monte Urriellu por su pared más chunga, y de buenas a primeras salta una alarma, bip, bip, bip, que te avisa de que el huevo colocado en la cuarta posición de la fila del fondo, está a punto de caducar… muy práctico. Eso sí, para que el cacharro funcione, cada vez que se repongan los huevos, hay que meterlos en la base de datos de la APP con el fin de que siga la trazabilidad de los mismos.
No sé cómo nos las habremos arreglado antes para controlar la frescura de los huevos, quizá colocando los antiguos más a mano, y los más frescos detrás, y en caso de duda, recurrir al truco del vaso de agua y la flotabilidad del huevo. Pa habernos matao.






NOS VAMOS AL CARAJO

Acabaron rematando el telediario con una noticia que hizo que la taza del café casi se me cayera encima de los huevos. Hablaron de los “humans puppies”, un colectivo de colgados que se disfraza de perros y se comporta como tales, con olisqueamiento de sieso incluido. El caso es que el fenómeno social se está extendiendo, hasta el punto de que algunos ya reclaman que sean considerados como seres transespecie.
Está claro, nos vamos al carajo, con este panorama, sería un alivio que los dos científicos que pronostican el fin de la humanidad para el 2050 tuvieran razón.


ENTRE GASOLINERAS Y TANGAS

En Euskadi la policía capturó a una peligrosa banda de atracadores, de estos que destrozan locales y gasolineras sin miramiento alguno, y tal como los entregaron a la justicia, el juez de turno los puso en libertad.
Por otro lado detuvieron a un gilipollas que robó cuatro tangas de un tendedero, y puede que le caiga un año de prisión por cada tanga.
La pregunta que me hago es, cuánto le caería si en vez de tangas hubiesen sido calzoncillos de cuello vuelto. Total, puestos a ser absurdos...



75 años del Día D.
Después de aquello llegó el movimiento hippie, la movida, los raperos, el reguetón, los ninis, los pokemones, los emos, los hípsters, los coulturetas, los metrosexuales, los influencer, los bobos, los youtubers, los veganos, los animalistas, los anti vacunas, Gran Hermano, Sálvame…
Una peña como para repetir un día D para librarnos del nazismo.


DOBLE RASERO.

De haber sido un camionero que se hubiera llevado por delante a un ciclista, habría sido tratado como un criminal. Hubiera dado igual que el camionero estuviese al borde del agotamiento por una conducción maratoniana impuesta por la empresa de transportes, para atender a la implacable maquinaria de consumo de la que todos somos partícipes. El camionero tendría que haber mantenido la distancia de seguridad al adelantar, el metro y medio de marras, y si no hubiese podido, tendría que haber aguantado los kilómetros o las horas que fueran precisas a rebufo del ciclista, que tiene todo el derecho a circular por la vía, aunque en origen estuviese concebida para llevar mercancías y pasajeros del punto A al punto B, no para el ocio.
A estas horas el camionero habría estado en el punto de mira de los medios de comunicación, señalado como un asesino, y la gente diría, qué criminal, qué impresentable el puto camionero, que le retiren el carné de por vida, ya podía haberse muerto él, que tomen medidas ya.
Pero este no ha sido el caso. Esta vez se trata de alguien que marcaba goles y levantaba copas, que firmaba autógrafos y levantaba pasiones entre los aficionados, un colega de sus colegas y de su afición. Da igual que circulara por la vía pública como un misil por una cuestión de disfrute y puro exhibicionismo. Da igual que reincidiera en esas actitudes negligentes, que se haya llevado la vida de una persona y tal vez la de otra, que viajaban junto a él compartiendo un chute de adrenalina a bordo de un deportivo.  Hubiera dado igual que, en vez de acabar en la cuneta, se hubiese estrellado contra un monovolumen con una familia entera en su interior.
Marcaba goles y levantaba copas, era un héroe de los que se estilan ahora, de los que hacen gestas para sí mismos alimentando el monstruo de su propio ego, y el ego irrisorio de quienes necesitan proyectarse en ellos. Los medios de comunicación, los mismos que señalan implacables a los camioneros criminales, encumbran al “héroe” ensalzando sus gestas deportivas, mientras pasan de puntillas por las causas que han determinado trágicas consecuencias, que podrían haber sido incluso mucho peores. Aunque ya explotarán esa vertiente, porque los de los medios de comunicación son hienas que se alimentan de la carroña del sensacionalismo, y a buen seguro que sacarán partido del luctuoso asunto.
Pero en cuanto a la sociedad se refiere, qué más da un par de muertos, como si hubiesen sido cinco más. Marcaba goles, levantaba copas, no era un vulgar camionero, era un “héroe” y ahora, una leyenda. El doble rasero de una sociedad sin valores, una sociedad capaz de linchar a un trabajador o encumbrar a un deportista por cometer la misma negligencia.
Mis condolencias, pero solo las justas, las estrictamente misericordiosas con cualquier ser humano.