domingo, 17 de abril de 2022

QUÉ TAL LAS VACACIONES.

 


- Qué tal las vacaciones Marcelino.
- Uy, han sido maravillosas. Nos levantamos a las cinco AM y llenamos el tanque del coche a tope. Un potosí en gasóleo, aunque bueno, hay que disfrutar, que han sido dos años terribles de soledad y mascarilla, quilla. Pillamos una retención de 40 kilómetros, pero nos entretuvimos documentando con el móvil las dos horas de atasco y lo subimos a la App de Antena P, aportando nuestro granito de arena para esos informativos tan interesantes.
- ¿Y a dónde fuisteis?
- A la costa mediterránea, a una de esas playas al uso. Apenas se veía de la gente que había, pero encontramos un metro cuadrado de arena negra, y ahí nos acoplamos los cinco. Era la mar de entretenido llegar a la orilla abriéndonos paso entre lorzas tatuadas y traseros celulíticos apestando a crema solar. Y el agua estaba la mar de calentita. Decían que por los orines de la gente, pero es un bulo la mar de grande. La mar, en definitiva, en todo su esplendor natural y sostenible.
- ¿Y qué tal la comida?
- Oh, fantástica. Eso sí, teníamos que esperar del orden de dos horas para pillar mesa y nos saquearon la cartera a base de bien por eso del IPC. No estoy muy seguro de lo que comimos porque había más plato con reducciones de salsa, que condumio, pero oyes, es lo que se estila en los gastrobares de hoy. Eso sí, qué ambientazo. Cuanta gente disfrutando del calor, ese que derrite cráneos y solivianta los alerones del personal. Todos sonrientes y felices porque había ganas de olor a humanidad y de insolación.
- ¿Fuisteis a algún museo?
- Por supuesto. Fuimos al museo de ropa interior. Estaba muy concurrido, razón por la cual esperamos cerca de dos horas, pero mereció la pena porque compramos una réplica de los calzoncillos que usó Rodolfo Chiquilicuatre en Eurovisión. Una pasada.
- Y qué tal el regreso.
- Bueno, un poco apenados por lo bien que lo hemos pasado en aquella mierda de playa, comiendo aquella mierda de comida, y visitando aquel museo de mierda. Luego tocó pagar la factura del parking de mierda, y volver a las retenciones de mierda, mientras subíamos nuestros Tictoks de mierda, para ver si nos veíamos en el noticiario de mierda de Antena P. Pero había overbooking de tiktos, y esta vez no salimos. Llegamos a casa pasada la media noche, y hoy, pues aquí estamos, en nuestro trabajo de mierda desde las siete de la mañana -sin contar la hora de retención in itinere- pensando ya en las vacaciones de verano. Porque, sabes, había ganas y volvemos a tenerlas, que es lo más grave.

martes, 12 de abril de 2022

REZAR ADECUADAMENTE

Primero sacaron a las vírgenes para pedirles que lloviese para mitigar la sequía, pero no llovió, al menos en esos días. Cuando llegó Semana Santa las sacaron pidiéndoles que no lloviese, pero cayó fuerte del suroeste, y las procesiones tuvieron que volver a las iglesias a paso legionario. Unos se estaban cabreando porque los pasos no salían, así que los sacaron. Cuando cayeron chuzos de punta y los pasos se pusieron pipando, otros se cabrearon porque decían que no debieron salir. Y se montó lo que se dice un pifostio cofrade de cojones. Y entre medio la Virgen, el Cristo y todos los santos sin saber a qué plegarias atender.
Las cofradías deberían buscarse mediadores más eficientes con las cosas del cielo y las santidades, alguien como el capellán al que condecoró el General Patton. El 22 de diciembre de 1944, la 4ª División Blindada del General de marras estaba a punto de abrir un corredor hasta Bastoña (Francia) para liberar a las tropas estadounidenses, sitiadas por los alemanes en la Batalla de las Ardenas. Pero la cosa estaba complicada porque debido a las nefastas condiciones meteorológicas, la 4ª División no podía contar con el necesario apoyo aéreo.
Patton pilló por banda al capellán y le dijo que dedicara unas oraciones al dios de los aliados, para que mejoraran las condiciones meteorológicas. Dicho y hecho. Al día siguiente amaneció despejado y el apoyo aéreo fue posible. Por esa gesta negociadora con los asuntos del cielo, el capellán fue condecorado con la medalla de bronce al mérito militar.
Algo mal deben estar haciendo los cofrades. O no rezan al dios adecuado, o no son sinceros en las plegarias como lo fueron Patton y su capellán, claros y unánimes al pedir al dios aliado, y no a otro, que se despejaran lo cielos para poder enviar a los nazis al infierno. Así, sin tapujos. Lo que se dice, rezar adecuadamente.