“Vamos a la cama que hay que descansar, para que mañana
podamos madrugar”
Esto es parte del estribillo de una canción que cantaba la
familia Telerín, que solo recordarán los carcas como yo. Empezaron a desfilar
en los años 70 del pasado siglo en TVE1. Hoy día, los progres de pandereta, que
beben ideologías como si fueran refrescos energéticos, lo considerarían como un
toque de queda encubierto del franquismo, para que los niños pequeños se fueran
a dormir y no urdieran revoluciones con nocturnidad y alevosía.
Pero por muy franquista que fuera el producto, alguna razón
tendría, si atendemos a las recomendaciones que dan los expertos en pediatría. Está
demostrado empíricamente de cojones, que las criaturas deben dormir más horas
que los adultos. Qué menos que 10 horas por la noche según las tablas, para que
sus cerebritos se consoliden y se construyan adecuadamente las autopistas para
que circule el conocimiento.
Las familias de este país no siempre atendieron a esa
recomendación, quizá por eso estemos más retrasados en muchos aspectos, que la
media de Europa del norte. Durante la niñez, en mi casa nos mandaban al catre a
las 09:30 lo más tardar, aunque recuerdo tener amigos a los que dejaban estar
hasta cerca de la media noche, la hora tabú.
Mas, en los tiempos que corren, la hora tabú ha pasado a ser
la hora feliz, la del inicio del desmadre. Pero lo más grave, es que han
incluido en el desmadre a los menores, a pesar los efectos negativos que
acarrea para su salud mental y física. Sucede, precisamente cuando más
información hay al respecto.
El caso es, que hemos pasado de la canción de la familia Telerín,
a la canción de la familia del desmadre, Cubatín. Esto es “Vamos al bareto que
tenemos que privar, para que mañana podamos vomitar”.
Anoche, en el bareto comunitario, un par de niñas que no
llegan a los 6 años, jugaban en la terraza gritando como posesas, mientras sus
padres y sus madres se ponían ciegos de cubatas. Toda una lección de vida para
las criaturas. Así estuvieron hasta rondar la una de la madrugada, en temporada
escolar. Esas pequeñas cuando crezcan, tendrán el cerebro menos desarrollado
que el de un carajo de mar. Solo habrán aprendido de sus padres el habito de
beber, y normalizado el hábito de dar voces y carecer del sentido del respeto y
la educación necesaria para una convivencia en paz. Incluso del sentido del
ridículo, que con el paso del tiempo les cerrará puertas de cara a su
proyección profesional.
Están aprendiendo incluso a no atender a los requerimientos
de los padres, a normalizar la desobediencia, padres ignorantes que se toman a
risa el hecho de que la niña demonio que están mal criando, les responda con
una “grosería graciosa” cuando contravienen sus apetencias. Esto es; niña, ámono
que son la do de la madrugá. Verte ar calaho papá. Y la madre responde jaleando
a la peña del cubata de garrafa; hay que grasiosa e mi niña, arsa que toma, que
toma. Y todos y todas, a palmear como focas, tatatá, tá, tatatá tá… y que se
joda el vecindario.
A los progenitores de mierda como los que frecuentan el bareto
de marras, les parecerán graciosas esas actitudes. Pero cuando las criaturas
alcancen la adolescencia, se van a enterar. Se van a enterar cuando los bichos
que han mal criado lleguen a casa a las seis de la mañana, hasta las cejas de
alcohol y drogas, reclamando que la nevera esté llena y la cena preparada, y exigiendo
que no los despierten hasta las seis de la tarde.
Se van a enterar cuando les exijan la paga por adelantado bajo amenazas. O que
les paguen la fianza por que han sido detenidos por violación, por hacer bulling
a una compañera, por vandalismo, por conducción temeraria bajo los efectos de
las drogas, por agredir a un policía, etc. Entonces, se darán cuenta, de la escoria que forjaron
en la terraza de un bareto. O no, porque estos personajes son tan mezquinos, que,
lejos de asumir su responsabilidad, se la encaliman a la sociedad. La culpa
nunca es de ellos, es del sistema.
En cualquier caso, acabarán pagando la vajilla rota cuando
empiecen a hacerse viejos y sus amebas descerebradas se transformen en adultos sin
escrúpulos. Cuando esas bestias pardas, a día de hoy tan “grasiosas”, se
dediquen a contar los días esperando a que se mueran los papis, para poder repartirse
el botín, o más bien, para disputárselos entre hermanos como hienas. Y vuelta a
empezar, para completar el proceso de una generación de mierda que concluirá con
la decadencia de occidente.
domingo, 24 de octubre de 2021
LA FAMILIA CUBATÍN
jueves, 21 de octubre de 2021
EL JUEGO DEL CAZÓN EN ADOBO
Os
recomiendo la segunda temporada de “El juego del cazón en adobo” que se emitirá
en el Canal de la Petróleo cuando le salga del candil. La primera temporada no,
porque en este caso hay segunda sin primera por eso de que la serie es gaditana
y en Cadi hay que mamá. Obviamente se desarrolla en Cadi, Cadi. Trata de unos
pishas muertos de hambre que malviven del postureo y están entrampados con los
bancos para poder pagar sus coches de alta gama.
Se cruzan
con un cachondo, nieto de Carlos el Legionario, que pasea por la calle Pelota
con tres copas encima, de estas de 3500 mililitros, a la venta en Amazon. El nota,
con toda la guasa, les propone un macabro juego. Consiste en pedir cuarto y
mitad de cazón en adobo, en una freiduría del barrio de La Viña, e intentar
hacer un simpa al grito de viva el Betis. El que consiga salir entero del
barrio, y llegar al Campo del Sur, se tendrá que tirar por los bloques. Si
sobrevive al sarpajaso, pero cae al mar, peor para él, porque allí le esperarán,
clamando venganza, los primos del cazón que acabó en la freiduría. Para más
inri, los escualos son de ascendencia gabacha, de los que estuvieron puteados
por los mosquitos en El Trocadero, mientras las gaditanas se hacían tirabuzones.
O algo así.
Como los julais
entrampados con el banco, pasaban más hambre que un maestro de escuela del
siglo XIX para poder dar de comer a sus Audis cupés, y además, iban cargaditos
de alcohol y otras sustancias descolocantes absorbidas por las narices,
aceptaron el juego y se tiraron en plancha.
En fin, todo
muy absurdo, pero grasioso de cohone, tanto, que la serie surcoreana de los
calamares congelados se va a comer un carajo con el éxito mortal de la muerte
que va a tener “El juego del cazón en adobo”. Un bastinaso de serie que destronará
a las del Nesflis ese, y a la madre asiática que las parió. Atentos al candil
de la Petróleo.
lunes, 18 de octubre de 2021
UNA DE PULPO
Me dice Lobita, que la Jane Fonda ha venido a España y se ha escandalizado porque consumimos pulpo. Dice que cómo es posible que cometamos la atrocidad de comernos seres tan inteligentes y emocionales como los octópodos. Se ha escandalizado tanto, que va hacer una campaña contra el consumo de pulpo, con lo cual más vale que no aparezca por Fisterra, porque le van a dar la del mismo.
Con tanta idiotez importada de los Estados Unidos, a este paso me veo a los pescadores evaluando las capturas, además de por su calibre, por su nivel de coeficiente intelectual. Anda Jane, quédate en USA, que la idiotez es muy contagiosa, y de idiotas vamos sobrados en nuestro país. Hazte un video de fitness para manatís, y que te los compre el nieto de Ho Chi Min. Ahora mismo voy a abrir una lata de calamares inteligentes en su tinta, aunque sea por joder.
sábado, 16 de octubre de 2021
viernes, 1 de octubre de 2021
EL DILEMA DE LA ISLA
Va y dice la moza del flequillo tieso, que lo que se está generando con la llegada de la lava al mar, es una isla. Un geólogo le corrige; no señora, no se trata de una isla, se trata de un delta. Una isla es una porción de tierra rodeada de agua por todas partes, menos por el cielo, salvo que llueva.
La del flequillo, con esa sonrisita también marca del programa, sonrisita de suficiencia y de chufla en plan me resbala todo como la lava, viene a decirle al geólogo; hombre, señor, no nos pongamos tiquismiquis con los tecnicismos, que estamos abrumados con tanto lenguaje técnico.
Y es que saber la diferencia entre una isla y un delta es algo que no está al alcance de todos y todas. Incluso ni de todes. Eso solo lo saben los científicos y los privilegiados del fascismo casposo que estudiamos en la EGB. Creo que en 3º curso ya sabíamos diferenciar una isla de un istmo, o de un delta, y un cabo geográfico, de un cabo de la legión.