CONVERSACIÓN
Allí andaban, conversando a la
recacha, tipos de piel curtida por el sol, el frío y el polvo de la tierra de
labranza, tipos que fumaban tabaco del
más barato, negro para más señas. Eran tipos trabajados, de manos ásperas,
tipos que en la actualidad parecen estar aparcados sobre ese banco por culpa de
otros bancos, esos que están arruinado el país.
Allí andaban conversando con
gesto grave, probablemente sobre nada bueno, porque el gesto ya lo advierte y
la cosa está tan chunga que lo normal es hablar sobre nada bueno.
Me llamaron la atención, y me
amparé en la distancia para disparar con un 70-300 mm que tengo de otra cámara, la Canon 350 D que ahora usa mí
hija, objetivo que utilizo poco porque, enchufado
al cuerpo de la Canon 50 D, no enfoca con demasiada precisión…cosas de la
electrónica.
Me llamaron la atención porque
cada vez es más difícil ver portes sobrios y con carácter como el del señor de
la derecha, de tez morena, de aspecto genuino, curtido y recio, rostro exento
de cosmética y rayos uva. Tanta cosmética y tanta tontería está echando a
perder ese toque diferencial que dignifica a las personas curtidas por el
trabajo, esas a las que solo con echarles un rápido vistazo, indican que lo
poco que tienen se lo han ganado con el sudor de su frente.
Y qué es lo que tienen ahora
después de tanto esfuerzo… un banco de cemento a la recacha del sol, tabaco
negro y demasiado tiempo libre para conversar con gesto grave sobre la hijoputada que es la vida para
algunos por culpa de tanto hijo de puta engominado que anda suelto.