lunes, 12 de noviembre de 2018


OFERTA DE TRABAJO

-Buenos días ¿Fulanita de tal?
-Sí, dígame.
-Le llamo de la oficina de empleo de Albuñol (Granada) en relación con un puesto de trabajo que ofrece la Diputación de Granada para el pueblo de Sorvilán.
-¿Sorvilán? ¿Dónde está eso?
-Pues donde Cristo dio las tres voces camino de las alpujarras.
-Y dígame, en qué consiste el trabajo y cuáles son las condiciones.
-Pues mire, es un puesto de técnica de orientación social, trabajaría dos días a la semana y el sueldo sería de 380€ al mes brutos por un periodo de 14 meses, quien sabe, si ampliables.
-¿Usted sabe que yo vivo en El Puerto de Santa María, que está a 380 km de esa localidad?
-Sí, pero aquí dice que usted está disponible para trabajar en cualquier punto de Andalucía.
-Claro, pero para que eso sea factible tendrán que cumplirse una serie de condiciones básicas. Simplificando mucho, que pueda costearme el viaje hasta allá, pagar el alquiler de un piso o una habitación previo adelanto de la fianza correspondiente, y si es posible, comer, aunque sea una comida al día. Si revisa mi expediente, soy parada de larga duración, con el agravante de ser mujer y mayor de 54 años y tengo la economía más tiesa que una mojama.
­-Sí, tiene usted razón, pero le recomendamos que modifique su perfil en su oficina de empleo.
­-Lo he actualizado recientemente por enésima vez, y a pesar de ello, después de una dilatada trayectoria profesional de cerca de 30 años, seguía figurando como estudiante. Pero si es necesario iré otra vez, por supuesto, a ver si el funcionario de turno atina con la tecla.
-Bueno, de todas formas no se preocupe, le perdonamos la vida y no la penalizaremos por rechazar esta oferta.
-Es de agradecer. A ver si para otra me llaman de la Diputación de Cádiz, pero a ser posible, que no me manden a Villaluenga del Rosario, allá donde Cristo bebió agua cerca del Llano del Republicano, nos por ná, es que me pilla a 105 Km y con tramos de montaña. Si hay que ir se va, pero ir pa ná…


Conclusión: Si esas son las condiciones de trabajo para una “técnica de orientación social”, me pregunto cuáles serán las posibilidades de integración social de los asesorados en este país maravilloso.




miércoles, 7 de noviembre de 2018


LO VI SENTADO EN UN BANCO

Lo vi sentado en un banco, bajo una farola que iluminaba con desidia, un banco de color verde esperanza ya descolorido y rasgado por mil navajas.
El hombre estaba desaliñado, aunque no sucio, chapa oxidada pero no podrida.
Tenía la mirada de la milla, esa en la que nadie repara, esa capaz de perforar hormigón armado sin hacer ruido.
Parecía un rifle sin mira, con el ánima sucia, parecía pólvora mojada, por ende inservible.
Era como barco embarrancado en un islote alejado de las rutas marítimas.
Estaba ausente, tanto que a buen seguro ni se le esperaba.
Tras él una entidad bancaria, a esas horas fuera de servicio, y en sus cristales, anuncios publicitarios haciendo apología del capitalismo.
En los mismos cristales, un reflejo, el de los  faros de los coches pasando entre agua en suspensión, el del hombre sentado en el banco y el mío mirando de soslayo.
Entonces caí en la cuenta… podría ser yo, podría ser cualquiera.

jueves, 1 de noviembre de 2018


LLAMANDO A LAS PUERTAS DEL CIELO

Lobita y yo recorríamos en bici cierto paraje cuya ubicación no voy a reseñar por la salud del mismo, no sea que lo declaren patrimonio de algo y lo sentencien a la degradación por masificación. En estas vimos un ejemplar joven de cigüeña detenida a un lado de la pista, que al vernos puso poco empeño en quitarse de en medio, algo bastante inusual.
Bajamos de las bicicletas, y cámara en mano, me aproximé a ella cautelosamente con la intención de hacerle alguna foto antes de que pegase el voletío, pero no lo hizo. Me percaté de que estaba visiblemente enferma,  lo suficientemente débil como para no poder emprender la huida, que hubiese sido lo de esperar. A lo más que llegó fue a dar algunos pasos  para mantenerse a cierta distancia de mí, pues el instinto es el instinto incluso en el umbral de la muerte. Me conmovió su quejoso caminar y decidí evitarle cuanto menos esa molestia, o mejor dicho, ese sufrimiento, así que me detuve y la fotografié respetando la distancia.
Son las reglas de la madre naturaleza, femenina pero implacable, así es la selección natural que asegura la pervivencia de las especies. Aquí no valen la adopción ni los cuidados paliativos en un centro veterinario, adopta una cigüeña y esas cosas. A ésta le tocó sacar y sacó el palito más corto de la evolución, eligió cara y salió cruz, quiso, no pudo y allí quedó, abandonada a su suerte mientras sus compañeras volaban alborotadas a lo suyo, entre impresionantes nubes de evolución, aves rebosantes de vida que también morirán pero en otro momento, después de cumplida su misión. Los débiles deben apartarse de la senda para no poner en peligro la supervivencia de la especie con su genética deficiente.
Tomé la foto y al visionarla me acordé de aquella secuencia de la película “Pat Garrett& Billy the Kid” en la que, herido de muerte, el ayudante del Sheriff Pat Garrett se acercó a la orilla de un río y se arrodilló para esperar su final ante la mirada lacrimógena de su compañera María, que lo sabía sin solución de continuidad, escena épica en la que suena el célebre tema de Bob Dylan “Knockin´on Heaven´s Door” que compuso expresamente para la misma.
En la foto, una inmensa nube de desarrollo vertical parece prepararse para acoger entre algodones a la repartidora de bebés que nunca llegará a volar a París, mientras sus compañeras revolotean en la lejanía como si estuviesen llamando a las puertas del cielo para que recibiera a la joven cigüeña de corto recorrido que espera en tierra de mortales, paciente y resignada, su prematuro final.
Entre tanto nosotros no pudimos más que limitarnos a interpretar el rol de María en la película de marras, contemplando su final sabiéndola sin esperanza. Polvo somos y en polvo nos convertiremos. Lobita y yo montamos en nuestras bicis y nos marchamos. Allí quedó la cigüeña, muriendo en paz.