miércoles, 30 de enero de 2013


Un resquicio de sol nos reconfortó...

Debía ser finales de noviembre de 1983, época de lluvias… y de maniobras. Recuerdo aquella mañana, cerca de las estribaciones de la Sierra de Facinas, en la que un resquicio de sol nos reconfortó durante una escasa media hora después de soportar, durante no recuerdo cuantos días, los embates de los temporales de componente Sur, cargados de agua a más no poder.
 
No habíamos parado de caminar hasta entonces… de check point en check point, desde El Mojón Alto, hasta Las Casas del Conejo y desde ese lugar hasta la Sierra del Niño… y vuelta al Retín. De noche y de día, bajo la persistente lluvia, procurando guardar un par de calcetines de lana secos para que las botas Segarra no se convirtieran en un instrumento de tortura, porque la grasa de caballo a duras penas podía repeler tanta agua, y de nada servía si la bota presentaba las grietas resultantes de tanto pateo entre pinchos y pedregales, entre tanto salitre y tanta arena de playa.




Recuerdo aquella mañana en la que un resquicio de sol de escasa media hora, nos alimentó lo suficiente para continuar la marcha durante dos días más, marcha a paso ligero, marcha en orden de combate, marcha en la que hacíamos la comida… si tocaba, o si había.


Ojos hinchados y resecos de no dormir, púas y espinas hincadas en codos y rodillas, rozaduras en carne viva provocadas por las cinchas y los arreos del soldado de infantería, rozaduras en los pies y los estómagos de jóvenes de entre 18 y veinte y pocos bajo mínimos.
Rodeos aparentemente absurdos, que eludían la línea recta y los caminos marcados para evitar las emboscadas. El plano plastificado a escala 1:50.OOO con la ruta campo a través trazada en lápiz graso y las gotas de agua resbalando por encima. La Büchi Bern graduada en centesimales, perdiendo el norte ya por puro cansancio, y la mala leche contenida de la tropa, sin comprender a dónde diablos nos estaba llevando el alférez Planell.

Y sin embargo, aquel resquicio de sol de escasa media hora nos alimentó lo suficiente para continuar durante dos días y dos noches más, bajo la lluvia, ya sin comida, ya sin calcetines secos, ya por cojones.

Y después, señores la operación ha sido un éxito, el bando rojo ha sido noqueado, os transmito las felicitaciones del Coronel, pero se suspenden los franco ría y localidad porque estamos movilizados…Marruecos… pa variá. Descansen lo que queda de noche…mañana más.
Pero sabéis qué, volvería a repetirlo… de vuelta a los veinte años… de vuelta con mis compañeros… de vuelta a ese resquicio de sol de escasa media hora que no he olvidado, y que por más que lo busco ahora, no puedo encontrar. Quizá sea que el sol ya no calienta como antes… quizá sea que los años distorsionan los recuerdos… quizás no.

La foto: JAB con 27 años menos...

 

jueves, 17 de enero de 2013


Happy dog

Nadie sabía cómo se llamaba, nadie sabía si tenía dueño o si se movía libre como las aguas que invadieron Las Pachecas. El caso es que aquel chucho apareció por allí y jugaba con un tipo que no era su dueño y que le lanzaba objetos al agua. El chucho, a pesar de estar cojo de su pata trasera derecha, salía raudo y veloz tras el objeto que solían lanzarle al agua, y no descansaba hasta atraparlo entre sus fauces.

Cuando lo conseguía, regresaba para entregar el objeto al lanzador con la intención de que se lo volvieran a lanzar de nuevo, a pesar de que el animal tiritaba de frío.
Era la cara amable de aquella situación trágica, la cara en la que no se suelen fijar los reporteretes que ahora se estilan, estos que sólo buscan las situaciones morbosas y preguntan lo obvio, cosas como…señora, cómo se siente usted después de ver su casa bajo el agua… o señor, tiene usted miedo de que se lo lleve una riada como la que se llevó a su hermana… Mal nacidos, así venga una y se los lleve a ellos.

Perro feliz… happy dog, por eso de ponerme al día con el inglés de los cojones. Si no hubiéramos perdido en Flandes, si hubiéramos ganado en Trafalgar, y no hubiéramos perdido Cuba y dejado tirados a los últimos de Filipinas, quizá hoy el castellano sería la lengua oficial a nivel internacional... Qué le vamos a hacer… It is the life, my friend.



sábado, 12 de enero de 2013


Paz profunda frente al muelle de Tharsis

Le pedí a mi amigo y patrón Agustín que detuviese la embarcación por unos instantes. Esperamos a que las aguas recuperasen la quietud del reparo de marea en total ausencia de viento, y disparé la foto.
Era el objetivo que buscaba, pero ni Agustín ni yo pudimos resistirnos a contemplar el paisaje, de manera que optamos por tomarnos una cerveza en la cubierta de popa y emplear unos minutos en perder la mirada por esos parajes en los que el único sonido que nos llegaba era el de los pájaros de la marisma y el chapoteo de los peces en el agua.
Nos quedaba aun una hora de navegación hasta el puerto de Mazagón, después de echar una jornada de 12 horas, él patroneando y yo con la nariz metida en los equipos de hidrografía, pero bien merecía la pena detenerse y disfrutar por unos instantes de esa paz profunda frente al muelle de Tharsis… a veces hay que saber vivir el momento y evitar que se escape sin más.