martes, 24 de julio de 2012


AIDA BLU… Cruceros de pacotilla.
No me gustan nada estos cruceros acristalados, menos si los pintan de payaso. No los veo nada marineros, ni majestuosos como lo es el Queen Helizabeth, de la prestigiosa Cunard, con su proa alta y su casco pintado de negro. Todo lo contrario, estos tiestos destartalados parecen apartamentos flotantes en vez de buques, y con tanto cristal luego pasa lo que pasa. Si no, que se lo pregunten al pasaje del Louis Majesty, al que una de esas series de olas cortas con mala leche de las que gasta el Mediterráneo, abofeteó la proa del crucero destrozando la cristalera y acabando con la vida de dos pasajeros.
Hablaban de una ola gigante de ocho a diez metros… pero que no me toquen las cornamusas, que las olas con las que se bandean los bacaladeros en Terranova los días que hace bueno son de veinte metros y no pasa nada.
No es la primera vez que la mar juguetea con barcos de este tipo y se forma un zipi zape en el casino del barco, o en la pista de baile, pajaritos por allí, pajaritos por acá, volando la banda de música y los animadores entre guiris echando la pota, pero así es la mar, tan bella como cabrona.
Cuando pasa eso lo fácil es echarle la culpa al capitán… oiga, que el barco se mueve mucho, que en mi balcón salpica el agua y las fichas del BlackJack o como cojones se llame el juego de mesa, han salido rodando.
Pues miren, el que se adentra en la mar se expone a eso, y si encima lo hace a bordo de un bloque de pisos con piscina comunitaria, pues peor todavía. Ni previsión meteorológica ni leches, cuando a la mar le da el punto, se menea.
Aquí tenemos al Aida Blue atracado en Cádiz con  esa boquita y esos colorines, con esos guiris de piel rosada ataviados con la bata de la naviera,  asomados en la balconada del crucero… Qué se puede esperar que pase con esta especie de vitrinas flotantes en el Mediterráneo, y no digo ya en el señor Atlántico, con la mala leche que gasta estos días…
Hasta el término crucero se ha echado a perder. Antaño, a los buques de pasaje se les llamaba trasatlánticos, o paquebotes, y los cruceros eran poderosos buques de guerra erizados de cañones. Ahora los cruceros son una mariconada en las que a las cubiertas se les llama pisos y a los camarotes, habitaciones… una pena, hasta la náutica se está yendo al carajo.



viernes, 20 de julio de 2012


EL ASIENTO EYECTABLE MARTÍN-PÉREZ

La foto que tomé de un veterano Northrop F 5 del Ejército del Aire español me dio que pensar. Sin duda, si volaba era gracias a las hábiles manos de los responsables del mantenimiento y a los tripulantes, porque mira que tienen años esos aviones, remodelaciones aparte. Tal y como está el patio con el tema de los recortes económicos, no me extrañaría nada que un día reemplazaran los asientos eyectables Martin- Baker por los “desprendibles” Martín- Pérez.


Antes que nada os explicaré que los aviones de combate disponen de asientos eyectables, unos asientos especiales que cuando se accionan para abandonar el avión en caso de emergencia, salen disparados mediante un dispositivo pirotécnico y después, automáticamente, se acciona  la apertura del paracaídas. El modelo estándar de los aviones occidentales lo fabrica una firma inglesa llamada Martin-Baker. Los asientos Martín Pérez son la coña que me he inventado para contaros esta historia ficticia, que podría acabar siendo real. La escribí cuando la crisis apuntaba maneras, gobernando aun cierto partido político tan inútil como el actual.

Esto es, el Capitán Gutiérrez se dispuso a realizar un vuelo rutinario en su avión de combate F – 5 CC (Fighter 5  Carma Chacón) remodelado según las nuevas especificaciones dictadas por el MDPA (Misterio de Defensa Pacífica Altruista), que han hecho hincapié en el programa desarrollado por dicho “Misterio” sobre defensa sostenible - insostenible.



 Gutiérrez carreteó por la pista y al poco despegó con su F 5 CC . pero apenas apenas inició la trepada, se percató de que algo no funcionaba bien en el aparato, y un luminoso en el que se leía “SALTA O ESTÁS PERDIDO” empezó a parpadear, a la vez que sonaba una estridente señal de alarma. Gutiérrez entendió que era momento de abandonar el avión , así que llevó las manos instintivamente a su entrepierna para tirar de la cincha de eyección, sin caer en la cuenta de que no estaba sentado sobre un Martin-Baker, sino sobre un Martín- Pérez construido en un taller de Cercedilla del Campo.

En vez de la cincha, Gutiérrez se encontró con un pequeño manual de instrucciones escrito, en este orden, en catalán, gallego, vasco, inglés americano, inglés afrikaans, y al final del todo, en castellano no sexista. Gutiérrez se puso a blasfemar en arameo mientras su F-5CC entraba en barrena, pero el Capitán era un tipo curtido, con  nervios de acero, y soportando 9 Gs empezó a leer el dichoso manual, en el que decía lo siguiente;

Gracias por la confianza demostrada al utilizar nuestro asiento Martín-Pérez, fabricado siguiendo las especificaciones ISO- tururú 777 y las del Misterio de Defensa Pacífica Altruista. Siga los siguientes pasos:

1-En la parte inferior derecha del asiento encontrará un pequeño martillo y una llave Allen del 18, alojados en el interior de un recipiente de plástico. Rásguelo y extraiga ambos elementos.

2-Con la llave Allen retire los 10 tornillos que aseguran el asiento al suelo, pero antes cerciórese de que está colocado el pasador de seguridad, que al ser retirado, desprenderá completamente el asiento.

3-Con el martillo, proceda a romper la carlinga por la parte marcada por lo que antes era el cordón explosivo. Asegúrese de recoger los fragmentos de plexiglas y meterlos en el recipiente adecuado para su posterior reciclaje.

4-Una vez rota la cúpula, intente poner el avión en posición invertida y tire del pasador de seguridad. El asiento se desprenderá y pasará lo que tenga que pasar.

5-En supuesto de que no pueda abandonar el aparato, dispone de un libro con oraciones cristianas, musulmanas, budistas, y en caso de que sea ateo, un texto de reconfortación laica intergaláctica redactado con buen rollito por Leire Pajín.

6-En último extremo grite Banzai y proceda a tragar tierra con dignidad.

No os cuento cual fue el final que tuvo el Capitán Gutiérrez… o sí.

Resultó que el Capitán Gutiérrez salió indemne del incidente porque estaba volando en un simulador de vuelo del F-5 CC instalado en un huerto de Algamasilla de Tormes, donde por razones económicas (el suelo es más barato que en Torrejón) el EA había instalado su nuevo centro de adiestramiento.

 El Capitán no superó la situación de emergencia programada, pero tampoco se molestó en repetirla. Simplemente salió del simulador y le dijo a sus superiores - Os vais a meter el programa del MDPA por la tobera, que yo pido la baja y me retiro a volar cometas…hijos de puta.



miércoles, 18 de julio de 2012


LE PETIT OISEAU…

…Sí, porque el pajarillo en cuestión era franchute. El caso es que estábamos charlando animosamente en casa de mi querida tía Juli, cuando escuchamos un pequeño golpe en uno de los amplios ventanales de la maison Rogwen. Eché un vistazo al exterior y vi  tirado en el suelo del porche  a este petit oiseau  que acababa de pegarse una leche contra el cristal de la fenêtre. Es lo que le dije a mi tía,  tener esos cristales tan limpios no podía ser ecológico.

El caso es que salí para ver si podía hacer algo por le petit oiseau, incluyendo la posibilidad de hacerle la eutanasia  activa, pero comprobé que la cosa no era para tanto y que el pajarillo tenía posibilidades de salir adelante. Lo cogí con delicadeza, lo acomodé en el cuenco formado por mis manazas curtidas por el salitre del mar, y suavemente masajeé la zona de la cabecita durante unos minutos.

Hay quien dice que mis manos desprenden un calor reconfortante, entre ellas mi querida esposa y mi hermana. Cuando la pobre mía padecía aquellos dolores tremendos en la rodilla, derivados del terrible accidente que sufrió, sentía un gran alivio cuando con mis manos friccionaba con suavidad su maltrecha rótula.

El caso es que le petit oiseau empezó a reaccionar, así que lo deposité en el suelo comprobando que se sostenía de pie. Se quedó allí varios minutos como reseteándose de su inicial estado de shock y aproveché para hacerle algunas fotos. Al poco, realizó un vuelo corto y se posó en esa rama permitiéndome hacerle algunas tomas más, hasta que por fin se largó con viento fresco, supongo que para acabar de espabilarse y contar su aventura a mademosielle oiseau, que estaría esperando inquieta en el nido 4B del castaño número 3 de la Route de Orion.

Parecerá una gilipollez, pero me hizo ilusión verle volar de nuevo. Además me sentí identificado con él porque en una ocasión atravesé una puerta de cristal en un apartamento en El Saler, solo que en mi caso, lejos de masajearme la cabeza, mis compañeros se descojonaron de mí… pero eso es una historia que contaré en otra ocasión…

El pajarillo en cuestión es un Pinzón Vulgar o Fringilla Coelebs, bastante común y numeroso en Europa, y quizás una de sus características más llamativas sea que su poderoso canto (el macho puede emitir hasta cuatro tipos de canto distintos) varía según la región en la que se encuentra, algo que los ornitólogos definen como, cantos regionales.


martes, 17 de julio de 2012


CAMINO
-¿Queda mucho por andar?

-Queda tanto, cuanto menos, como nos dure la vida. Nos queda un camino que puede ser largo o que puede ser corto, con sus luces y con sus sombras… Un camino sinuoso, recto o quizá tortuoso, un camino sin vuelta atrás, con un horizonte impreciso.
Es un camino con un destino incierto para los agnósticos, o predecible para los que procesan alguna fe, un camino que quizá acabe o quizá no, por ser eterno. Pero lo importante es recorrer el camino con dignidad, con independencia del tipo de camino que nos toque en suerte, se tenga o no fe en algo, porque la dignidad no es exclusiva de los que creen o de los que dejan de creer, sino de los que actúan en conciencia y de buena fe.

-Repito la pregunta ¿Queda mucho por andar hasta llegar a la próxima gasolinera?

-Doce kilómetros, más o menos, pero disfruta del paseo, que después hay que repetirlo en sentido contrario con la petaca de combustible llena.

-Hay que joderse…

-Cómo lo sabes amigo… cómo lo sabes… pero jodámonos con dignidad. Caminante no hay camino sino una petaca de combustible por llenar…



sábado, 14 de julio de 2012




UN BLUES AL SOL

Un blues al sol… ese tórrido sol empeñado en derretir nuestras ilusiones, en fundir nuestras esperanzas de futuro, un sol implacable y despiadado que nos atenaza.

Un blues al sol… para intentar darle sentido al sacrificio, para rebelarse contra la injusticia, para intentar encontrar un camino a la sombra.

Un blues al sol… a pesar de la garganta seca, del sudor de la frente, de los dedos agrietados.

Quizá nos quede solo eso, tocar un blues al sol, pero es mejor que estas callados, que dar la impresión de estar doblegados, aterrados o hundidos en la miseria.

Que suene ese blues, con rabia, con sentido y con razón, a pesar del tórrido sol, y a pesar de los hijos de puta que gritan desde los escaños que nos jodamos, escaños que mancillaron traicionando la confianza que les dio el pueblo.



jueves, 12 de julio de 2012


AMADOR… UN MAL TRAGO A LA PUESTA DE SOL.

Amador era tendero, tenía una pequeña tienda de ultramarinos en una pequeña calle de una pequeña ciudad. La montó con el dinero que ahorró trabajando de cocinero en un buque antes de que todas las tripulaciones fueran filipinas, cuando embarcarse era una manera de sacarse un dinero a base de sacrificio para construirse un futuro y no un sacrificio sin opción a un futuro digno.

Amador se levantaba todos los días a las cinco de la mañana para preparar la lista de pedidos, recoger el pan, y poner a punto la tienda. Apenas echaba una hora para comer en la modesta vivienda que tenía encima de la tienda, y volvía al tajo cerrando como pronto a las once de la noche.

Tenía una clientela fiel, gente del barrio,  sobre todo familia de trabajadores de astilleros, y aunque estos ganaban dinero, era frecuente que tuviera una lista con clientes que dejaban cosas pendientes de pago, pues en aquellos tiempos era común fiar. Amador siempre estaba allí para un desavío... nos hemos quedado sin leche, son las once de la noche, ve an cá Amador niño.

Amador no cobraba horas extras, ni tenía paga de Navidad, ni vacaciones, trabajaba de lunes a lunes, vivía al día y para pagar impuestos, seguros y pedidos, tan solo ahorraba lo que podía para pagarle la carrera a los hijos, todo a base de horas de trabajo hasta horas intempestivas. Algunas veces la mujer echaba una mano, sufrida mujer a caballo entre los hijos, las labores de la casa, el cuidado de la abuela… y la tienda.





Los hijos ya no eran de la generación de aquellos que echaban una mano en casa, y la pobre mujer murió poco después que la abuela por letal enfermedad, así que Amador tuvo que asumir el trabajo en la tienda y todo lo demás.

Llegaron las huelgas de astilleros... compañero únete, huelga general, Amador cierra la tienda o te la quemamos... y Amador cerraba la tienda sabiendo que día que no trabajaba, día que el dinero se marchaba para no volver más. Pero Amador cumplía porque la ciudad se volcaba con la causa, todos con los trabajadores de astilleros… fuera el presidente, no a la regulación de empleo, carga de trabajo ya… lo de siempre.

Las cosas se arreglaron en parte pese a los despidos, y llegó el boom inmobiliario. Los bancos prestaban dinero a espuertas, los vecinos se compraban casas adosadas en el extrarradio y se marchaban del barrio, de manera que a Amador, esto del boom empezó a pasarle factura antes que a nadie. Para colmo proliferaron los Mercacoma, los Correyfour, las malditas grandes superficies y los chinos, así que Amador apenas podía competir con los precios y lo más que podía ofrecer era ajustarlos casi a lo comido por lo servido, y con el trato personal, pero resultó que el trato personal ya no le importaba tanto a la gente, si a caso a las personas mayores, las del barrio de toda la vida que subsistían con una exigua pensión que las obligaba a comprar fiado, con los problemas que en esas circunstancias suponía para Amador.

Los hijos de Amador no quisieron estudiar una carrera, les iba más la marcha, el tonteo con las drogas y los SEAT León. Amador tuvo que avalar a uno de ellos que se compró adosado con piscina, y tuvo que pagar el programa de desintoxicación del otro que al final acabó muerto por sobredosis.

Los balances de la tienda de ultramarinos de Amador cayeron en picado a la par que su maltrecha moral, aun así, amador no pidió crédito alguno a los bancos, pues no era su estilo. Pero el boom hizo honor a su nombre y estalló como una bomba de racimo, alcanzándole de lleno. El hijo al que avaló y que trabajaba en la construcción, se quedó en el paro de manera que al no poder hacer frente a la hipoteca, los bancos le metieron mano a Amador, y en particular a su tienda.

Amador trató de buscar apoyos, descartando de entrada a los sindicatos, pues él tenía el estigma de ser “empresario”. Se plantó en la puerta del Ayuntamiento con un cartel reivindicativo, pero nadie le dio cobertura al asunto. Los “compañeros” de astilleros a los que Amador apoyó cerrando la tienda y perdiendo un dinero que no recuperó, no aparecieron, y la Policía Local lo retiró de la puerta del consistorio sin que nadie se fijara en el pobre hombre. Ni siquiera un periodista local que pasaba por allí se dignó a preguntarle qué pasaba porque iba con prisas para cubrir el desahucio  de unos trabajadores de la construcción que se empeñaron hasta las cejas para comprar casa con piscina y Mercedes clase C incluido y que estaban siendo arropados por el colectivo del 15 M.



Amador perdió la tienda, su sustento, Amador perdió sus ahorros y a Amador apenas le quedó una ayuda mísera después de haber estado pagando impuestos toda la vida, sin cobrar horas extras, sin vacaciones y sin paga de Navidad… pero de aquello no se enteró nadie. La gente del barrio no quiso fiarle nada, los trabajadores de astilleros volvían a reivindicar carga de trabajo para ellos y para sus hijos, sin percatarse de que Amador tenía el mismo derecho, pero no la fuerza para poder hacer oír sus reivindicaciones.

En la TV solo se hablaba del 15 M, de los funcionarios, de los mineros, todos pidiendo la colaboración de la gente para  con sus causas… Amador se preguntaba qué pasaba con él, por qué él debía sumarse a las reivindicaciones de los demás cuando ignoraban  la suya, por qué a él lo apartaron sin más, con un simple, váyase a su casa amigo o le detengo, sin  que nadie diera la cara por él, mientras que los demás cortaban carreteras, quemaban mobiliario urbano y montaban la de dios con el apoyo indignado de toda la ciudadanía. Se preguntaba por qué los sindicatos se empeñaban en recolocar o mantener las subvenciones de los trabajadores de astilleros o de la minería, aun siendo deficitarias, y nadie se preocupaba por la tienda de ultramarinos de Amador, que nunca recibió subvenciones ni supuso coste alguno para la sociedad.

Amador, asqueado, decidió formar parte del paisaje urbano, un elemento más como pudiera ser una farola, o una gaviota que surca el cielo, y decidió dormir en la playa mientras se lo permitan las autoridades o las inclemencias. Agotada la ayuda, vive que lo que le dan, lo justo para engañar a su maltrecho estómago y para engañar a su cabeza con un trago de alcohol.

Cae la tarde y los rayos cálidos del sol poniente envuelven a Amador, que después del trago cierra los ojos y se deja mecer por la brisa del oeste, la que le llega desde ese mismo océano que una vez surcó y que le dio para comprarse aquella tiendecita de ultramarinos que ahora es un lugar baldío a causa de la ingratitud y el egoísmo de los seres humanos, de los que gobiernan y de los que no.

Amador… un mal trago a la puesta de sol.


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Esto es una historia ficticia parida por mí, pero que podría ser real. Seguro que hay muchos Amador en los que la gente no recae. Las reivindicaciones suelen ser justas pero también pueden ser muy injustas, en el sentido de que lo que a veces se pide para un colectivo habría que pedirlo también para los demás, me refiero a los que no tienen capacidad para hacer fuerza o para coordinarse. Yo perdí mi trabajo, no pertenezco a ningún colectivo numeroso, hasta el extremo de que ni siquiera existe el epígrafe en el INEM (hidrógrafo). Tengo que escuchar a unos y otros que gozan del apoyo de los sindicatos y de la gente en general, que tiende a empatizar por oleada, que quieren ser recolocados, que quieren conservar el puesto para sus hijos, que quieren ser subvencionados y tengo que asumir que si cortan el puente, me tengo que detener.

Pero si un día yo me pusiera a impedir el paso en la puerta de un astillero, o en la de una escuela, o en el acceso a una mina, para reivindicar mi extinguido puesto, seguro que los “compañeros y compañeras”  me parten la boca o llaman a la policía porque un colgao les impide entrar a trabajar. Alguien como Amador, o como yo, no puede utilizar a los demás para hacer fuerza, no puede condicionar a los alumnos de una escuela, ni cortar una carretera, o tomar como rehenes al pasaje de un avión, por tanto las adhesiones solidarias son ínfimas y nadie se va a preocupar por recolocarnos, o por preservar nuestros puestos para nosotros y nuestra descendencia, simplemente perdemos el trabajo y tenemos que buscarnos la vida. Alguien como Amador o como yo, se tiene que joder sin más y encima apoyar las reivindicaciones de los demás so pena de quedar como un “egoísta”. Aun a riesgo de quedar como eso, solo señalo eso, que además de trabajadores de astilleros, mineros, sanitarios, y funcionarios, hay gente como Amador y “empresarios” esos autónomos que los sindicatos tienden a meter en el mismo saco sin tener en cuenta que se están dejando el hígado para mantener sus puestos de trabajo, y el muchos casos, el de sus trabajadores.

Lo mismo resulta que cada colectivo tiene que luchar por lo suyo, y los demás, se tienen que buscar la vida, así que en mi caso, probablemente me quede solo la acción individual, que por minoría insignificante solo me dará opción a pasar del gobierno y del país entero y buscarme la vida literalmente como si estuviera en la selva. Lo mismo la opción de Amador no es tan mala.



jueves, 5 de julio de 2012


EL RAYO DE ALCORCÓN Y EL LIBRO SOBRE FÍSICA CUÁNTICA

Navegaba yo por esa red artificial que nos conecta a propios y extraños, cuando se fraguó una tormenta sobre Alcorcón. Yo no andaba por allí, estaba aquí, que no es allá, que está a 600 km de mi posición, pero debido a un misterioso fenómeno, un rayo me alcanzó días después en forma de libro. Ya es extraño el asunto… una chispa eléctrica de cien millones de voltios, tarda tres días en recorrer 600 km llegando a su destino en forma de libro… quizá por eso tardó más de lo que se le presupone a un rayo, sobre todo si se trata de un rayo de Alcorcón, que suelen ser  rápidos de cojones.

El rayo que se convirtió en libro se titula “La Puerta de los tres cerrojos” escrito por Sonia Fernández Vidal, una chica, porque es joven, licenciada en Física y doctorada en el campo de la Información y Óptica Cuántica, que ha tenido la deferencia de escribirnos un libro en forma de cuento para explicarnos a los que somos duros de mollera, en qué consiste esto de la Física Cuántica y los misterios que encierra.

Como apuntó el Dr. Raymond Kurzweil (Científico, inventor, escritor… un tipo muy listo) “Gracias a la imaginación de Sonia, no hay excusas para no sumergirse en el asombroso mundo de la física cuántica”… A lo que añado, gracias al rayo de Alcorcón, no tengo excusas para sumergirme en el asombroso mundo de la física cuántica.

Lo que no creo que pueda resolveros la física cuántica es el misterio del rayo de Alcorcón que se transformó en un libro de cuentos sobre la física cuántica… yo podría hacerlo, pero no lo haré porque el rayo es un muy reservado,  un rayo cojonudo pero celoso de su intimidad, por tanto me reservo el dato. Lo único que diré es que estoy agradecido a la tormenta que generó el rayo que me cayó tres días después en forma de libro de cuentos sobre Física Cuántica.
Gracias, jodido rayo de Alcorcón…




domingo, 1 de julio de 2012



IN MEMORIAM

Esta toma tiene truco… obviamente. No es precisamente lo que se dice una maravilla de la técnica del retoque fotográfico, porque francamente no tengo conocimientos como para eso, simplemente es un amago, un intento para disimular el pedestal sobre el que está apoyado este Northrop fabricado en España bajo licencia, que adorna una glorieta de Morón de la Frontera. Se trata del un RF-5A (designación del Ejército del Aire AR-9) perteneciente al 212 escuadrón (numeral 212-56) y que en su día desempeñó misiones de reconocimiento. En el morro se pueden apreciar unas ventanitas donde iban alojadas las cámaras fotográficas.
El caso es que cada vez que veo un F-5 me acuerdo del Comandante Fernando Valero Avezuela, un piloto que en 1982 estaba destinado en Morón en el Ala 21 y que tenía su residencia principal en Cádiz, en el bloque donde yo vivía. Mi madre solía coincidir con su esposa en la playa y solían conversar. Un día mi madre le comentó que a mí me encantaban los aviones, y me invitó a subir a su casa para presentarme a su marido y charlar sobre el tema.
Fernando era un tipo alto, de gesto amable y muy próximo. Me enseñó sus fotos y me contó sus experiencias de vuelo y detalles sobre su profesión sin disimular la pasión que sentía por ella. Pocas veces he conocido a nadie que hablara con tanto entusiasmo sobre su profesión. Además, como curiosidad, os diré que era tío del “Piraña” aquel personaje de la serie Verano Azul.
Un 9 de septiembre de 1982, llegué a casa uniformado, pues regresaba del cuartel, y a penas entré por la puerta mi madre me dio la trágica noticia. Nuestro amable vecino el piloto, falleció al estrellarse con su F-5 por razones que aun desconozco, mientras realizaba prácticas de tiro de las Bardenas Reales.
Quedé aturdido por la noticia y en esas condiciones subí, sin quitarme siquiera el uniforme, para darle el pésame a su esposa, sin pensar que la casa estaría llena de militares de alta graduación, compañeros del piloto, mandos y demás.
Abrió la puerta un Comandante del EA, pero debido a mi consternación, conté mal las puntas de su estrella y lo degradé cuadrándome ante él con un a sus órdenes mi alférez, vengo a dar el pésame a la señora del comandante… Antes de que el sorprendido Jefe dijera nada, y habiendo caído yo en la cuenta de mi error de interpretación de la graduación, apareció aquella mujer bañada en lágrimas, que cuando me vio, se abrazó a mí mientras me decía, mi niño, nunca te metas a piloto.
Podéis imaginar el nudo que se me hizo en la garganta ante aquella situación, sobre todo al ver a sus hijas, por aquel entonces unas crías, sollozando desconsoladas por la muerte de su padre. Estuve sentado un rato junto a la esposa del comandante en aquel salón , contemplando aquellas fotos que vi en otra ocasión, y fui incapaz de decir nada.
Cuando salí de aquella casa, me quité el uniforme y me fui a dar una vuelta por la playa para despejarme un poco y aliviar esa sensación que me oprimía la garganta. Me sentí aliviado con el frescor de la brisa marina, y reconfortado por la luz de las tardes de septiembre en Cádiz. 
Entonces pensé, que después de todo, a pesar del trágico final, aquel hombre vivió con intensidad sus días, y murió haciendo lo que más le gustaba, y que con todo, la muerte quizá no sea el final y ahora vuele por otros cielos más limpios.
Pensé en lo que me dijo su esposa… nunca te metas a piloto… Podía entenderla en el sentido de que ella, como esposa de un piloto, siempre sufrió temiendo que llegara el día que desgraciadamente llegó. Pero por otro lado pensé, que si hubiera tenido la oportunidad de ser piloto, lo habría sido a pesar de todo.
El Comandante Fernando Valero estaba a punto de ser ascendido a Teniente Coronel, pero se resistía a desempeñar papeles burocráticos y dejar de volar de manera activa, a pesar de que lo hacía con un aparato obsoleto que ya había dado más de un susto. El Ministerio de Defensa, en la línea habitual de los estamentos militares, no dio demasiadas explicaciones sobre las causas del accidente y el expediente se cerró tal cual como tantos otros, total, los militares y sus familias lo aguantan todo… aunque unos mueran y sus familias nunca se recuperen de su pérdida.


En memoria del Comandante Fernando Valero Avezuela.