viernes, 21 de febrero de 2020

LA DECONSTRUCCIÓN DE LA TORTILLA.


LA DECONSTRUCCIÓN DE LA TORTILLA.

Me intrigaba el asunto de las deconstrucciones culinarias, tan de moda hoy día, en particular la de la tortilla, y lo primero que he hecho es investigar sobre la etimología de la palabra. Deconstrucción me sonaba a deshacer un proceso, deshacer un concepto, desmontar algo. A groso modo iba encaminado, pero el significado de la palabra es algo más complejo, y por esa razón no lograba encajar el asunto de la tortilla. En mi simplismo conceptual, me parecía físicamente imposible desmontar una tortilla para que volviese a recuperar la forma de huevo. Burro que es uno, y como soy consciente de ello, procuro documentarme para salir de la inopia.
El caso es que la idea de deconstrucción, nada en las aguas de la filosofía y de la teoría literaria. En esos territorios, deconstruir consiste en desmontar un concepto mediante un análisis intelectual. Es algo así como analizar con mala leche una teoría y dejarla en evidencia, exponiendo sus puntos débiles y sus contradicciones. En el ámbito literario, deconstruir un texto tendría como objetivo demostrar sus múltiples lecturas posibles.
Pero seguía yo sin entender lo de la tortilla, hasta que el artículo que he leído, lo sacó a colación. Resulta que los cocineros modernos se han vuelto muy snobs, y han querido darle un aire intelectual a su actividad, jodiendo la marrana. Además de vestir con pijamas de colorines, autodenominarse chef en vez de cocineros, y hacer programas de televisión, han dado un paso más. Han invadido el espacio de la filosofía, con el objeto de convertir la actividad de cocinillas en algo cultural y exclusivo, con el objetivo final de sacar los cuartos a los imbéciles que entran al trapo, por eso de que resulta muy cool. De ahí, a deconstrucción de la tortilla.
En el ámbito culinario, deconstruir consiste en presentar las recetas tradicionales, conservando sus ingredientes originales, pero dándoles un aspecto muy distinto, tanto, que no las conoce ni la madre que las parió.
Un ejemplo de deconstrucción, en este caso creado por un tal Marc Singla, consiste en la “copa de tres texturas” la cual puede confundirse con un postre o un cóctel, pero que  en definitiva, sabe a tortilla de patatas. El pincho de tortilla de patatas en Casa Manolo te sale a 1.50 €. Te quita el hambre y el sentío. La puñetera deconstrucción del restaurante Asotavento, te sale por un ojo de la cara a elegir. Te quedas tuerto, esmayao y con una úlcera en el monedero. Pero de cara a los chachi piruli cool que te cagas, quedas guai que te rilas, o sea.
Dicho de otro modo, en el mundo de los cocinillas de diseño, una deconstrucción es como si en automoción, un mecánico deconstruyera un SEAT 600 D para darle aspecto de un Lancia Delta Evoluzione y cobrártelo como tal, solo que el coche, objeto de la deconstrucción, seguirá sin pasar de 90 km/h y recalentándose como un brasero, cuando sube al Puerto de las Palomas. Así es la tontuna.


jueves, 13 de febrero de 2020

ME QUEDO CON ALSINA, DE AQUÍ A CONSTANTINA.

ME QUEDO CON ALSINA, DE AQUÍ A CONSTANTINA.

Dos estilos, una misma cadena de radio.
Carlos Alsina. Hace buena radio, la de toda la vida. Crítica serena, sutil ironía, pero sin aires de superioridad moral. Da la palabra a diestro y siniestro, sin hacer juicios de valor, al menos en lo personal. Radio de entretenimiento bien elaborada, amena, de humor inteligente. Lo escucho relajado, incluso esbozando una sonrisa. Aunque cuando entra en escena el tal Josemi, empiezo a blasfemar en arameo y tengo que apagar la radio, o cambiar de emisora.Julia Otero. Hace la radio que se estila hoy día, que se aproxima más a la televisión que se hace ahora, la telebasura. Crítica agresiva, toque amarillista, aunque desmarcándose en plan, conste que yo no soy de esas. Haciendo gala de una presunta superioridad moral, marca el territorio. Notable resquemor hacia determinados sectores, en base a la ideología y al sexo de las personas. Como le huela a macho, malo. Lo mismo sucede con sus tertulianos/anas, muy determinados/adas, por su ideología, que tira hacia el feminismo recalcitrante y la izquierda populista. Son fines a la jefa, o dispuestos a rendir pleitesía a la susodicha Otero, para que no se note demasiado su disconformidad ideológica o de opinión con ella. No hay sección que toque en la que no aflore su ideología, ideología que mete con calzador aunque no venga a cuento. La escucho tenso, y acabo apagando la radio o cambiando de emisora, salvo cuando entrevista a alguien que merece la pena, generalmente del ámbito científico.Me quedo con Alsina de aquí a Constantina.

lunes, 3 de febrero de 2020

A VUELTAS CON LA BICICLETA. INSOLIDARIOS.


A VUELTAS CON LA BICICLETA. INSOLIDARIOS.

Pues resulta que salí a pedalear, y qué casualidad, al igual que le pasó al avión de Air Canadá esta misma tarde, me reventó una rueda, algo que por otra parte intuí que pasaría. La diferencia es que el avión disponía de otras nueve ruedas, y yo me quedé con una, la delantera. Fui a cambiar la cámara, pero la cubierta también se rajó, y reemplazar la cámara era para nada.
El reventón se produjo a 8,4 km de casa, en el parque de los Toruños, a unos 500 metros del puente que cruza el Río San Pedro, junto a la venta El Macka. Así que lancé un mayday a Lobita para arrancarla de su sofale y que viniera al rescate, al punto de extracción acordado, porque caminar 8 km con una bicicleta pinchada es un coñazo.
El caso es, que estando en el punto de espera, con las ruedas ya desmontadas, pasaron hasta diez ciclistas por mi lado, y a ninguno le dio por pararse y preguntarme si necesitaba ayuda. Eso sí, todos ellos extraordinariamente equipados, con unas bicis del copón, vestidos de pez payaso y luciendo tatuaje y gafas de diseño. Ni falta hacía que pararan, y poco o nada podrían haber hecho, pero qué menos que mostrar interés por mera cortesía.
En los últimos seis meses, el que suscribe ayudó a tres ciclistas en apuros, pues es lo correcto. Qué menos que intentar echar un capote prestando un bombín, un parche, una cámara o una llave Allen, ofrecer un trago de agua, ofrecerse, aunque sea para nada. Pero corren tiempos en  que todo se reduce al postureo y a la moda, gente que no tiene hábitos adquiridos, que de pronto se meten a ciclistas, a montañeros o a marineros, sin tener noción de lo que es la camaradería, la deportividad y los buenos modales. Gentuza sin oficio, que solo busca su propio beneficio.


LOS ENTRENADORES CORONAVÍRICOS.


LOS ENTRENADORES CORONAVÍRICOS.

¿De verdad es necesario que los medios de comunicación relaten el periplo del viaje Wuhan-Madrid como si fuera la reentrada en la tierra del Apolo XII? Me refiero a los entrenadores españoles que describen a los medios hasta lo que comen.
Esto es; “Llevamos tres o cuatro días <>. No estamos seguros del día que es hoy (los móviles con los que retransmiten, al parecer no tienen calendario). Hemos comido un tentempié de chacina española antes de salir, y Paco acaba de entrar en el servicio. ¡Paco! ¡Date prisa, que no puedo más! No se alarmen, no es el coronavirus, es un apretón ordinario. Acabamos de entrar en el bus, veremos si pasamos el siguiente control. Ya estamos en la puerta del avión. Ya estamos en el avión, asiento 23B. Acabo de salir del servicio del avión; otro apretón. Son los nervios. Hemos aterrizado en Torrejón, no sentimos las piernas. Nos escoltan con luces y sirenas para no generar alarma. Estamos aislados en el hospital  militar de Madrid. Van a ser muy duros estos 14 días sin sondas metidas por el culo, sin catéteres, sin suturas, sin postoperatorios, sin la dieta de mierda reglamentaria tras una operación… Pero se hace lo que se puede. Hemos visto el derbi comiendo jamón 5 jotas, queso payoyo y unas botellitas  de Alberte Riveiro para celebrarlo. Todo un sacrificio. Paco de nuevo copando el servicio, y yo con otro apretón, pero no se alarmen, soy de tripa suelta”
Pues no sé hasta qué punto debería interesarnos el periplo de esta gente, más a allá de que están bien, y han podido regresar al país sin síntomas de alarma, de lo cual me alegro enormemente. Quizá los medios deberían explicarnos mejor cómo los chinos han conseguido construir un hospital en 10 días para poder atender a 1000 personas, y en cambio en España tenemos listas de espera de más de seis meses para personas con dolencias graves.
Puestos a contar historias interesantes, podrían relatarnos el día a día de los pescadores que faenan en Terranova, esos que desayunan con olas de 15 metros y se tiran seis meses en alta mar, sin ver a sus familias.
Esto es; “Latitud 53º55´ N, longitud 49º58´ W. Nortazo del copón, olas de 20 metros, 15 grados bajo cero. No alcanzo a atrapar la taza de café, que se pasea de un extremo a otro de la mesa, como poseída por el diablo. Paco está en el tigre echando la pota. Es el nuevo. Lleva una semana largando por esa boquita. En los seis meses siguientes, se habrá adaptado por la cuenta que le trae. Ayer evacuaron a Quilala en helicóptero, una odisea con este maretón. Un palé mal estibado, cargado de fletán, le atrapó una pierna, y pinta mal. Quilala es filipino. Lleva un año sin ver a su familia por fuerza mayor. Como le amputen la pierna, amputarán también la subsistencia de su familia. Puta vida.”