lunes, 3 de febrero de 2020

LOS ENTRENADORES CORONAVÍRICOS.


LOS ENTRENADORES CORONAVÍRICOS.

¿De verdad es necesario que los medios de comunicación relaten el periplo del viaje Wuhan-Madrid como si fuera la reentrada en la tierra del Apolo XII? Me refiero a los entrenadores españoles que describen a los medios hasta lo que comen.
Esto es; “Llevamos tres o cuatro días <>. No estamos seguros del día que es hoy (los móviles con los que retransmiten, al parecer no tienen calendario). Hemos comido un tentempié de chacina española antes de salir, y Paco acaba de entrar en el servicio. ¡Paco! ¡Date prisa, que no puedo más! No se alarmen, no es el coronavirus, es un apretón ordinario. Acabamos de entrar en el bus, veremos si pasamos el siguiente control. Ya estamos en la puerta del avión. Ya estamos en el avión, asiento 23B. Acabo de salir del servicio del avión; otro apretón. Son los nervios. Hemos aterrizado en Torrejón, no sentimos las piernas. Nos escoltan con luces y sirenas para no generar alarma. Estamos aislados en el hospital  militar de Madrid. Van a ser muy duros estos 14 días sin sondas metidas por el culo, sin catéteres, sin suturas, sin postoperatorios, sin la dieta de mierda reglamentaria tras una operación… Pero se hace lo que se puede. Hemos visto el derbi comiendo jamón 5 jotas, queso payoyo y unas botellitas  de Alberte Riveiro para celebrarlo. Todo un sacrificio. Paco de nuevo copando el servicio, y yo con otro apretón, pero no se alarmen, soy de tripa suelta”
Pues no sé hasta qué punto debería interesarnos el periplo de esta gente, más a allá de que están bien, y han podido regresar al país sin síntomas de alarma, de lo cual me alegro enormemente. Quizá los medios deberían explicarnos mejor cómo los chinos han conseguido construir un hospital en 10 días para poder atender a 1000 personas, y en cambio en España tenemos listas de espera de más de seis meses para personas con dolencias graves.
Puestos a contar historias interesantes, podrían relatarnos el día a día de los pescadores que faenan en Terranova, esos que desayunan con olas de 15 metros y se tiran seis meses en alta mar, sin ver a sus familias.
Esto es; “Latitud 53º55´ N, longitud 49º58´ W. Nortazo del copón, olas de 20 metros, 15 grados bajo cero. No alcanzo a atrapar la taza de café, que se pasea de un extremo a otro de la mesa, como poseída por el diablo. Paco está en el tigre echando la pota. Es el nuevo. Lleva una semana largando por esa boquita. En los seis meses siguientes, se habrá adaptado por la cuenta que le trae. Ayer evacuaron a Quilala en helicóptero, una odisea con este maretón. Un palé mal estibado, cargado de fletán, le atrapó una pierna, y pinta mal. Quilala es filipino. Lleva un año sin ver a su familia por fuerza mayor. Como le amputen la pierna, amputarán también la subsistencia de su familia. Puta vida.”   

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