LOS ENTRENADORES CORONAVÍRICOS.
¿De verdad es necesario que los medios de comunicación relaten
el periplo del viaje Wuhan-Madrid como si fuera la reentrada en la tierra del
Apolo XII? Me refiero a los entrenadores españoles que describen a los medios hasta
lo que comen.
Esto es; “Llevamos tres o cuatro días <>.
No estamos seguros del día que es hoy (los móviles con los que retransmiten, al
parecer no tienen calendario). Hemos comido un tentempié de chacina española antes
de salir, y Paco acaba de entrar en el servicio. ¡Paco! ¡Date prisa, que no
puedo más! No se alarmen, no es el coronavirus, es un apretón ordinario.
Acabamos de entrar en el bus, veremos si pasamos el siguiente control. Ya
estamos en la puerta del avión. Ya estamos en el avión, asiento 23B. Acabo de
salir del servicio del avión; otro apretón. Son los nervios. Hemos aterrizado
en Torrejón, no sentimos las piernas. Nos escoltan con luces y sirenas para no
generar alarma. Estamos aislados en el hospital militar de Madrid. Van a ser muy duros estos
14 días sin sondas metidas por el culo, sin catéteres, sin suturas, sin
postoperatorios, sin la dieta de mierda reglamentaria tras una operación… Pero
se hace lo que se puede. Hemos visto el derbi comiendo jamón 5 jotas, queso payoyo
y unas botellitas de Alberte Riveiro
para celebrarlo. Todo un sacrificio. Paco de nuevo copando el servicio, y yo
con otro apretón, pero no se alarmen, soy de tripa suelta”
Pues no sé hasta qué punto debería interesarnos el periplo
de esta gente, más a allá de que están bien, y han podido regresar al país sin síntomas
de alarma, de lo cual me alegro enormemente. Quizá los medios deberían
explicarnos mejor cómo los chinos han conseguido construir un hospital en 10
días para poder atender a 1000 personas, y en cambio en España tenemos listas
de espera de más de seis meses para personas con dolencias graves.
Puestos a contar historias interesantes, podrían relatarnos
el día a día de los pescadores que faenan en Terranova, esos que desayunan con
olas de 15 metros y se tiran seis meses en alta mar, sin ver a sus familias.
Esto es; “Latitud 53º55´ N, longitud 49º58´ W. Nortazo del
copón, olas de 20 metros, 15 grados bajo cero. No alcanzo a atrapar la taza de
café, que se pasea de un extremo a otro de la mesa, como poseída por el diablo.
Paco está en el tigre echando la pota. Es el nuevo. Lleva una semana largando
por esa boquita. En los seis meses siguientes, se habrá adaptado por la cuenta
que le trae. Ayer evacuaron a Quilala en helicóptero, una odisea con este
maretón. Un palé mal estibado, cargado de fletán, le atrapó una pierna, y pinta
mal. Quilala es filipino. Lleva un año sin ver a su familia por fuerza mayor.
Como le amputen la pierna, amputarán también la subsistencia de su familia.
Puta vida.”
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