lunes, 3 de febrero de 2020

A VUELTAS CON LA BICICLETA. INSOLIDARIOS.


A VUELTAS CON LA BICICLETA. INSOLIDARIOS.

Pues resulta que salí a pedalear, y qué casualidad, al igual que le pasó al avión de Air Canadá esta misma tarde, me reventó una rueda, algo que por otra parte intuí que pasaría. La diferencia es que el avión disponía de otras nueve ruedas, y yo me quedé con una, la delantera. Fui a cambiar la cámara, pero la cubierta también se rajó, y reemplazar la cámara era para nada.
El reventón se produjo a 8,4 km de casa, en el parque de los Toruños, a unos 500 metros del puente que cruza el Río San Pedro, junto a la venta El Macka. Así que lancé un mayday a Lobita para arrancarla de su sofale y que viniera al rescate, al punto de extracción acordado, porque caminar 8 km con una bicicleta pinchada es un coñazo.
El caso es, que estando en el punto de espera, con las ruedas ya desmontadas, pasaron hasta diez ciclistas por mi lado, y a ninguno le dio por pararse y preguntarme si necesitaba ayuda. Eso sí, todos ellos extraordinariamente equipados, con unas bicis del copón, vestidos de pez payaso y luciendo tatuaje y gafas de diseño. Ni falta hacía que pararan, y poco o nada podrían haber hecho, pero qué menos que mostrar interés por mera cortesía.
En los últimos seis meses, el que suscribe ayudó a tres ciclistas en apuros, pues es lo correcto. Qué menos que intentar echar un capote prestando un bombín, un parche, una cámara o una llave Allen, ofrecer un trago de agua, ofrecerse, aunque sea para nada. Pero corren tiempos en  que todo se reduce al postureo y a la moda, gente que no tiene hábitos adquiridos, que de pronto se meten a ciclistas, a montañeros o a marineros, sin tener noción de lo que es la camaradería, la deportividad y los buenos modales. Gentuza sin oficio, que solo busca su propio beneficio.


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