jueves, 23 de octubre de 2014


El contramaestre…con todas las de la ley.

Se le notaba en el porte, seguro de sí, con la mirada de la milla, milla náutica para más señas, esa forma de mirar que se anticipa a los hechos,  mirada que se adelanta a la rotura de la ola traicionera,  mirada que no pierde la virada. Y por la noche, con las luces largas puestas, para ver de lejos.

 Era el más limpio, el más sano, el que manejaba el cotarro en el puerto pesquero de Barbate. A diferencia del resto, este se mostraba seguro, se sabía el puto amo. Los demás mantenían las distancias conscientes de sus limitaciones, pobres gatos tullidos, que ya recibieron bastante castigo como para plantar batalla. Será otro el que lo haga cuando este decline, cuando apunte su ocaso, pero mientras tanto él es el jefe, el que cuenta el pescado, el que lo reparte y se lleva la mejor parte.

El contramaestre… con todas las de la ley.