QUIEN A BUEN BOTE SE ARRIMA...
Quien a buen bote se arrima, buena sombra le cobija. No es
exactamente así, pero resulta que este bote no daba para mucho más que para dar
sombra a los perros orilleros.
La pesca ya no es lo que era, se pesca poco y mal… me dijo
el pescador. Y continuó… La bahía está hecha unos zorros, con tantos residuos
en sus aguas, diluidos y sin diluir, y además esquilmada por la pesca
abusiva. Apenas quedan caladeros, y los
que quedan, están lejos y pertenecen a otros países que los administran con
mano dura cobrándose la revancha por nuestros abusos en el pasado. Otros
caladeros están infectados de piratas, aunque no se sabe quiénes lo son más, si los de las chalupas que han
cambiado las nasas por los Kalasnikov para secuestrar barcos, o las flotas pesqueras de las multinacionales,
que arrasan aquellos caladeros surtiendo de materia prima a los países
pudientes para que confeccionen sushi,
sopas de aletas de tiburón y demás pachangas orientales tan de moda hoy en día. Y
hablando de piratas, por aquí cerquita los tenemos también, los piratas de
Gibraltar, que se dedican a piratería de otra variedad pero que también afecta
a las pesqueras.
El pescador siguió con su monólogo… Tenemos que tirar los
precios en las subastas, tanto, que sale más a cuenta vender las capturas de extranjis,
que en las lonjas. Apenas nos llega para cubrir gastos y encima nos suben el
gasóleo. Hay que remendar una y otra vez las artes, porque no podemos
plantearnos comprar unas nuevas, y lo de llegar a final de mes nos suena a
chiste. Entre tanto, el intermediario
cuadriplica el valor de las
capturas, convirtiendo nuestro trabajo honesto y sacrificado, en un ultraje
para el consumidor de infantería, y en un capricho al alcance de unos pocos. Luego
nos escupen en la cara que el pescado es caro.
Al linchamiento que sufrimos, se suman las administraciones.
Nos crujen a impuestos, nos sancionan hasta por mear por la borda, nos exigen licencias hasta para encender una
cafetera, y nos obligan a realizar cursos para “cualificarnos”, a nosotros, que
nacimos navegando y meamos agua de mar.
De modo que llega un listo, monta una academia auspiciada por la
administración, de estas que se dedican a recibir subvenciones que luego acaban
en las cuentas de los mangantes de turno, y con las cuatro perras que
dejan para justificar los cursos, pretenden actualizar nuestros conocimientos
que estarán avalados por un titulillo de mierda que no vale ni para tomar por
sentina. Esta es la proa, esta es la popa y esto de la foto es un traje de
supervivencia que ustedes no tendrán abordo en su puta vida, porque cuesta la mar
de caro, pero si se hunden con su chalupa, podrán recordar lo bien que les habría
venido tener uno… so desgraciados. Y en esas andamos compadre.
Así que he optado por retirarme y que el bote de mis
desdichas se pudra a merced de las mareas, del viento de levante y del viento
de poniente, aquí, en la marisma de la Casería de San Fernando. Que lo
aprovechen los perros orilleros para descansar en su sombra o refugiarse del viento tumbaditos a sotavento.
Total, ya no
procede ni hundirlo por cuestión de dignidad marinera, porque apenas lo
intentes te piden los papeles de hundir botes, y la hemos cagado… capaces son
de meternos en el penal de la Carraca por no cumplir las normas impuestas por los que roban a destajo y se van de rositas, de rositas de los mares en yates de lujo.
Hay que joderse compadre, hay que joderse.
Hay que joderse compadre, hay que joderse.
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