DE UN TONTO A UNA LISTA.
Esta tarde he
escuchado decir a la periodista Elisa Beni, la cual se jactaba de ser muy
lista, que a colación de las elecciones y los despropósitos estratégicos que
está cometiendo la izquierda, le dan ganas de exiliarse a Francia, pero
que votará a los de siempre porque,
aunque no lo merezcan, hay que salvarlos de sí mismos y evitar que gane la
derecha. Lo de exiliarse a Francia en particular era porque, con la modestia
que la caracteriza, afirmó que habla francés muy bien… oh là là.
Elisa se considera muy lista,
tonta no es, pero a mí, que debo ser tonto de remate, se me ocurre que el mensaje
que transmite a los que pretende salvar de sí mismos es, que por muy mal que lo
hagan, siempre tendrán a alguien dispuesto a votarles para que puedan seguir
cometiendo desmanes políticos y económicos.
Y así, los votantes
incondicionales, brillantes como Elisa, o tontos de capirote como mi vecino del
2º D, perpetuarán con sus votos a los mangantes
de ambos bandos -en España seguimos con el anacronismo de los bandos- que se lo llevarán calentito con independencia
de lo que hagan, generalmente para mal. Más o menos como pasa con nuestros
primos en Argentina.
Elisa hablará muy bien francés, y
tonta no es, pero no creo que sea muy inteligente votar al partido equis, a
sabiendas de que no lo merecen, que va a ser que no lo merece ningún partido de
la A, a la Z. Sería preferible que Elisa reservara un billete para largarse a la
Ville lumière. Aunque a lo mejor resulta que yo soy, tonto no, tonto del to, no
pa un rato, tonto del to pa siempre… bête pour toujours, que diría un francés.
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