miércoles, 16 de octubre de 2019


A VUELTAS CON EL CICLISMO. LA ALGARADA.

Llegué al muelle del Trocadero y realicé mi parada de rigor, para pasear la mirada por la bahía de Cádiz. La marea baja, aire de componente NE flojo, cielo despejado aunque con algo de calima. Todo estaba en calma, salvo por la algarada que tenían formada las gaviotas, que peleaban por los residuos comestibles que tiraban unos pescadores que limpiaban redes a poca distancia.
Observé la pugna visceral y cruenta entre argénteas y reidoras. Perseguían con saña a la que se hacía con alguna presa, con el ánimo de arrebatársela. Muchas veces, la presa se perdía en el fondo del mar, sin que ninguna de esas voraces aves pudiese aprovecharla, por estar enfrascadas en feroz combate. En cambio las espátulas y arenarias iban a lo suyo, cada cual por su lado, pacíficamente, respetando el espacio vital de las demás, mientras se proveían de los nutrientes que aporta la marisma. Pensé en Cataluña. Las gaviotas son como los independentistas radicales. A poco que les lancen un miserable mendrugo de pan, alzan el vuelo para despedazarse entre ellas, mientras las demás aves comen pacíficamente de lo que mana entre el limo.
De vuelta a casa, recorriendo la orilla oriental del río San Pedro, me sentí afortunado por vivir en un territorio tranquilo, al menos de momento. Quizá por aquí estaríamos más legitimados para liarla parda por ser una de las regiones más deprimidas del país, liarla parda por la falta de trabajo y las cosas de comer, por la miseria de las pensiones y asuntos mollares. Pero será que no estamos tan mal, o no necesitamos más, o estamos aletargados por la calidez del clima.
Lo que no entiendo es que en Cataluña, hasta no hace mucho una de las regiones más prósperas del país, la gente se despedace como gaviotas peleando por un miserable mendrugo de pan ideológico, lanzado al aire en forma de twitter, por unos cuantos iluminados que desde sus cómodos sillones, aspiran ser caudillos de una región convertida en país mediante la usurpación. Al final, si sale mal, que saldrá, los instigadores se irán a lo que llaman el exilio para vivir a cuerpo de rey. Pero la masa boba que secunda la instigación, se quedará en tierra quemada, despellejados vivos, sin pan, y lo que es peor, sin panaderías.


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