miércoles, 30 de octubre de 2019


BUENISMO POLÍTICO.

Sin señalar a ningún partido, porque ya somos mayorcitos para saber por dónde voy, el “buenismo” político consiste en tomar decisiones abogando por la paciencia de aquellos que cumplen con las leyes, y contando con la buena fe de aquellos que se las saltan a la torera.
El resultado de esa política pusilánime, que más que contentar a los primeros -los que cumplen la ley- procura no cabrear a los segundos -los que se la saltan a la torera- es que, como estos últimos carecen de escrúpulos, destrozándolo todo si se les replica, los que salen perdiendo son los que aguantan con resignada paciencia, cumpliendo con las normas.
Pero incluso el buey más manso tiene un límite de resistencia frente a la injusticia. He conocido a resignados sufridores, que tras acumular vapor en las calderas, sin darle salida por las válvulas de escape por no molestar, estallaron súbitamente, repartiendo metralla a diestro y siniestro.
Peligrosa política esa del “buenismo”, que da alas a los que carecen de buena fe, y hacen que la pierdan quienes aún la tienen, lo que finalmente dará origen al caos.


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