domingo, 24 de marzo de 2019


PERRITOS ASENTIDORES.

No deja de sorprenderme. Me refiero a la cantidad de personas que idolatran a otras. Podría entenderlo en algunos casos excepcionales, aunque no lo compartiría, pues una cosa es admirar la labor de alguien y otra idolatrarlo, lo que implica reconocerse como un ser inferior.
Pero los casos que más me llaman la atención son los relacionados con la clase política, la mezquina, pues no me refiero a un Luther King o a un Mandela. Me refiero a los Casado, a los Sánchez, a los Rivera, a los Iglesias, a los Abascal, a los Puigdemont…
Ahí están, rodeados de una cohorte de asentidores que acuden sus mítines dispuestos a escuchar unas premisas preestablecidas que se saben de memoria como buenos discípulos adoctrinados, y a regalar aplausos y vítores a sus líderes, mirándoles absortos como si fueran apariciones marianas, con la baba cayéndoseles por las comisuras, moviendo la cabecita como esas figuras de perritos que se llevaban en los 70 en la bandeja trasera de los coches.
Me sorprende que en el siglo XXI, en la era tecnológica, en la que el conocimiento puede estar al alcance de cualquiera, sigan produciéndose  estos fenómenos, masas de personas que quedan absortas frente a charlatanes que venden curas milagrosas. En fin, que cada palo aguante su vela.



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