LAS LISTAS QUE NO VOTAMOS.
Ejemplo práctico en el que tomaré como muestra al PP. Pablo Casado
ha decidido incorporar en sus listas a Juan José Cortés y a Cayetana
Álvarez de Toledo. Sin entrar en detalles personales sobre estas dos personas,
las preguntas que dejo caer son dos ¿Quien los ha elegido? ¿A quién se deben? La
respuesta me resulta obvia y la reduzco a una… Pablo Casado.
Basándome en estos datos básicos, extraigo una conclusión. Cuando
votamos, no elegimos a quien queremos que nos represente, sino a quien los
dirigentes de un partido deciden colocar en base a sus intereses. En el caso
del PP, Casado ha elegido a Juan José Cortés. Quizá le venga bien desde el
punto de vista mediático, que a fin de cuentas es lo único que les importa a
los dirigentes de los partidos, atraer a las masas para que voten PP y
perpetuarlos en el escenario político, con independencia de que gobiernen o no.
Casado elige a Cortés y Sánchez a un entrenador de baloncesto.
¿Acaso no habrá personas más válidas entre las que elegir
para que trabajen por nuestros intereses? Porque sin pretender ser cruel, el
señor Cortés, al margen de haber experimentado una terrible desgracia ¿Qué
habilidades tiene para gestionar los
intereses de los onubenses más allá de recoger firmas y aparecer en todos los
escenarios donde se ha producido alguna tragedia, para reforzar su campaña para
exigir la prisión permanente revisable?
El ejemplo del PP es extensible al resto de los partidos
políticos, y por ende, al sistema de elecciones que tenemos en España. Hacen
comulgar al pueblo manso y obediente con ruedas de molino. Todos entran al
trapo del mantra “hay que votar”, como si votar sin más, fuese garantía de
algo. Votar se votaba con Franco, no digo más, y seguimos votando en una
transición que a la clase política, desde la extrema derecha hasta la extrema
izquierda, no les interesa completar, porque si lo hicieran, se les acabaría el
chollo.
Por eso, la verdadera revolución sería no votar y darle
a entender a la clase política que no pasamos por lo que ellos quieran, que son
ellos quienes tienen que deberse a la ciudadanía y no al revés, que debemos ser
nosotros quienes elijamos a nuestros representantes, y no los partidos políticos.
Hay que echar abajo esta partidocracia, pero queda mucho para eso. Tenemos que
evolucionar un cojón de mico, mas, los indicadores parecen apuntar que en vez
de evolucionar, involucionamos, nos estamos volviendo más idiotas. Estamos
perdidos me temo, solo nos puede salvar un milagro y la religión hoy día no
está de moda.
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