lunes, 17 de junio de 2019


REACCIÓN 5G Vs TECNOLOGÍA 4G

Caminaba con Lobita por el malecón del castillo de San Sebastián a esto de la caída del sol, que es lo suyo. Delante nuestra, una pareja de jóvenes de la era digital, que ya habíamos visto en otro lugar selfieándose a destajo con ayuda de un palo telescópico, extrajeron del referido palo selfie tres diminutas patitas que se desplegaban a modo de trípode, colocándolo en mitad del paseo con la intención de sumar otro selfie a su extenso repertorio.
Al contemplar la escena, antes incluso de que la chica se sentara en el murete del malecón para posar junto a su compañero, mi cerebro entró en acción a velocidad 5G. En menos de lo que suena un cuesco una vez realizada la presión intraabdominal, mis neuronas hicieron los cálculos;

Dimensiones de las patas que constituyen el trípode, unos 12 cm. Radio de la circunferencia de apoyo, 7 cm. Altura del mástil desde el vértice del trípode hasta la base del soporte del móvil, 80cm. Altura total contando con el dispositivo 4G, 107cm. Superficie del móvil,84 cm cuadrados. Peso aproximado, 155 gramos. Orientación de la superficie del móvil, NNW. Dirección del viento, NW. Velocidad del viento, unos 12 nudos. Resultado; soporte altamente inestable. 80% de probabilidades de que se caiga.
Apenas se sentó la chica, el dispositivo 4G empezó a cimbrear. Le dije a Lobita, el móvil se va a caer. Un par de segundos después se precipitó de plano contra el pavimento adoquinado y los dos jóvenes pusieron cara de estupefacción, que de haberla captado la cámara del dispositivo 4G, habría sido de lo más trending Instagram que te rilas.
La abrumada pareja recogió el móvil del suelo y evaluó los daños con la preocupación marcada en el semblante, preocupación mezclada con sonrojo por lo ridículo de la situación. Por suerte, resistió el impacto. Al pasar junto a ellos no me pude contener;
-¿Pero cómo se os ocurre usar ese trípode de mierda para haceros un autorretrato?– Risas de ambos, aunque posiblemente estuviesen cagándose en mis castas para sus adentros.
Acto seguido me ofrecí para dispararles la foto que pretendían hacerse con el 4G, ofrecimiento que aceptaron. Encuadré de manera que la pareja quedase en el tercio derecho de la imagen, para que en los otros dos tercios se viese la costa de Cádiz, destacando el pirulí y la luna llena que asomaba por levante. Quedaron encantados y agradecidos, eran personas simpáticas aunque con un poco de cuajo.
La conclusión que extraje de la anécdota, es que quienes no nacimos con la tecnología digital, tuvimos que arreglárnoslas para discurrir por nosotros mismos, lo que benefició nuestra capacidad para sacar conclusiones con relativa rapidez ante situaciones que darán lugar a un resultado obvio. Pero muchas de estas criaturas que nacieron de la mano de la tecnología digital, parece que en algunos aspectos se han abandonado a ellas, dejando que sus capacidades y decisiones dependan de la generación del dispositivo móvil que tengan en sus manos, a estas alturas de 4G y en breve, de 5G.
Pero a menos que el móvil les hable con antelación para decirles, oye, que si me colocas en este trípode de mierda con el viento que hace, me voy a caer al suelo por razones obvias, seguirán cometiendo torpezas de este tipo, que en el menor de los casos les supondrá un incremento del gasto al tener que cambiar la pantalla del móvil, o comprar uno nuevo. A partir de ahí, sumemos no saber orientarse en una ciudad, utilizar el móvil en lugares inadecuados incluso con riesgo de la propia vida y de la de los demás, dependencia enfermiza del aparatito que los lleva a entrada en pánico si se descogorcia, etc.




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