REACCIÓN 5G Vs TECNOLOGÍA 4G
Caminaba con Lobita por el
malecón del castillo de San Sebastián a esto de la caída del sol, que es lo
suyo. Delante nuestra, una pareja de jóvenes de la era digital, que ya habíamos
visto en otro lugar selfieándose a destajo con ayuda de un palo telescópico,
extrajeron del referido palo selfie tres diminutas patitas que se desplegaban a
modo de trípode, colocándolo en mitad del paseo con la intención de sumar otro
selfie a su extenso repertorio.
Al contemplar la escena, antes
incluso de que la chica se sentara en el murete del malecón para posar junto a
su compañero, mi cerebro entró en acción a velocidad 5G. En menos de lo que suena
un cuesco una vez realizada la presión intraabdominal, mis neuronas hicieron
los cálculos;
Dimensiones de las patas que constituyen el trípode, unos 12 cm. Radio de la circunferencia de apoyo, 7 cm. Altura del mástil desde el vértice del trípode hasta la base del soporte del móvil, 80cm. Altura total contando con el dispositivo 4G, 107cm. Superficie del móvil,84 cm cuadrados. Peso aproximado, 155 gramos. Orientación de la superficie del móvil, NNW. Dirección del viento, NW. Velocidad del viento, unos 12 nudos. Resultado; soporte altamente inestable. 80% de probabilidades de que se caiga.
Apenas se sentó la chica, el
dispositivo 4G empezó a cimbrear. Le dije a Lobita, el móvil se va a caer. Un
par de segundos después se precipitó de plano contra el pavimento adoquinado y
los dos jóvenes pusieron cara de estupefacción, que de haberla captado la cámara
del dispositivo 4G, habría sido de lo más trending Instagram que te rilas.
La abrumada pareja recogió el
móvil del suelo y evaluó los daños con la preocupación marcada en el semblante,
preocupación mezclada con sonrojo por lo ridículo de la situación. Por suerte,
resistió el impacto. Al pasar junto a ellos no me pude contener;
-¿Pero cómo se os ocurre usar ese
trípode de mierda para haceros un autorretrato?– Risas de ambos, aunque
posiblemente estuviesen cagándose en mis castas para sus adentros.
Acto seguido me ofrecí para
dispararles la foto que pretendían hacerse con el 4G, ofrecimiento que
aceptaron. Encuadré de manera que la pareja quedase en el tercio derecho de la
imagen, para que en los otros dos tercios se viese la costa de Cádiz,
destacando el pirulí y la luna llena que asomaba por levante. Quedaron
encantados y agradecidos, eran personas simpáticas aunque con un poco de cuajo.
La conclusión que extraje de la
anécdota, es que quienes no nacimos con la tecnología digital, tuvimos que
arreglárnoslas para discurrir por nosotros mismos, lo que benefició nuestra
capacidad para sacar conclusiones con relativa rapidez ante situaciones que
darán lugar a un resultado obvio. Pero muchas de estas criaturas que nacieron
de la mano de la tecnología digital, parece que en algunos aspectos se han
abandonado a ellas, dejando que sus capacidades y decisiones dependan de la
generación del dispositivo móvil que tengan en sus manos, a estas alturas de 4G
y en breve, de 5G.
Pero a menos que el móvil les
hable con antelación para decirles, oye, que si me colocas en este trípode de
mierda con el viento que hace, me voy a caer al suelo por razones obvias,
seguirán cometiendo torpezas de este tipo, que en el menor de los casos les
supondrá un incremento del gasto al tener que cambiar la pantalla del móvil, o
comprar uno nuevo. A partir de ahí, sumemos no saber orientarse en una ciudad,
utilizar el móvil en lugares inadecuados incluso con riesgo de la propia vida y
de la de los demás, dependencia enfermiza del aparatito que los lleva a entrada
en pánico si se descogorcia, etc.
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