CUERPOS APILADOS COMO ATUNES
Cuerpos humanos inertes en una
playa del sur, apilados ordenadamente para la estiba, como si fuesen atunes. En
la distancia, casi imperceptible a causa de la bruma arenosa y líquida generada
por el viento de levante, paseaba ajeno al drama un hombre con su perro.
No había nadie más en aquella
playa, solo el hombre con su perro, los cuerpos inertes y mi presencia, testigo
mudo e invisible en aquel paisaje costero de dunas y océano revuelto, paisaje exento
de edificios, de barcos o de cualquier otro elemento creado por el hombre.
Fue un sueño, pero ha sido tan
real que tengo mis dudas, aunque es evidente que estos escenarios de muerte se
han producido muchas veces, y se seguirán produciendo. Mi subconsciente solo se
ha valido de esa evidencia y ha ordenado la escena, entre macabra y poética. Porque
aquello parecía un cuadro, una fotografía en blanco y negro algo sobre
expuesta, en la que la vida y la muerte compartían espacio armónicamente.
No tomo medicación
afortunadamente, pero el día que la tenga que tomar, alucinaré en colores.
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