LÁGRIMAS DE COCODRILO
Me ha conmovido verla llorar –modo
sarcasmo activado- cuando le preguntaron sobre los insultos que tuvo que
soportar por parte de los independentistas, democráticos, tolerantes y
pacíficos ellos. Me refiero a Colau.
Cuando el entrevistador le
preguntó qué pasó por su cabeza al verse insultada a grito limpio por la jauría
indepe que la rodeaba, dijo entre sollozos que pensó en sus hijos. Cuan
sensible es esa mujer, sobre todo cuando la afectada es ella.
No mostró la misma sensibilidad
cuando esa misma jauría hostigó a los integrantes de otros partidos políticos
por defender otras ideas dentro del marco de la legalidad vigente, o a los
jueces por hacer cumplir la ley, o cuando acosaron a los miembros de las
fuerzas de seguridad y a sus familias, incluidos niños y niñas.
Dicen que donde las dan las toman,
y Colau ha tomado su dosis, pero lejos de mostrarse digna, ha pretendido
congraciarse con sus vilipendiadores colgando de nuevo un lazo amarillo,
poniendo una vez más el ayuntamiento al servicio de los ideales de una parte de
la población, en detrimento de la otra mitad que se limita a cumplir con la ley
y reclama los derechos que le otorga la Constitución.
Si quienes la vilipendiaron hubieran
sido integrantes o simpatizantes de partidos políticos que no son de su agrado,
o simplemente gente cabreada por tanta tomadura de pelo, no habría dudado en
calificarlos de fascistas y de machistas.
Ay Colau, qué poco me conmueven
esas lágrimas de cocodrilo.
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