martes, 18 de junio de 2019


LÁGRIMAS DE COCODRILO

Me ha conmovido verla llorar –modo sarcasmo activado- cuando le preguntaron sobre los insultos que tuvo que soportar por parte de los independentistas, democráticos, tolerantes y pacíficos ellos. Me refiero a Colau.
Cuando el entrevistador le preguntó qué pasó por su cabeza al verse insultada a grito limpio por la jauría indepe que la rodeaba, dijo entre sollozos que pensó en sus hijos. Cuan sensible es esa mujer, sobre todo cuando la afectada es ella.
No mostró la misma sensibilidad cuando esa misma jauría hostigó a los integrantes de otros partidos políticos por defender otras ideas dentro del marco de la legalidad vigente, o a los jueces por hacer cumplir la ley, o cuando acosaron a los miembros de las fuerzas de seguridad y a sus familias, incluidos niños y niñas.
Dicen que donde las dan las toman, y Colau ha tomado su dosis, pero lejos de mostrarse digna, ha pretendido congraciarse con sus vilipendiadores colgando de nuevo un lazo amarillo, poniendo una vez más el ayuntamiento al servicio de los ideales de una parte de la población, en detrimento de la otra mitad que se limita a cumplir con la ley y reclama los derechos que le otorga la Constitución.
Si quienes la vilipendiaron hubieran sido integrantes o simpatizantes de partidos políticos que no son de su agrado, o simplemente gente cabreada por tanta tomadura de pelo, no habría dudado en calificarlos de fascistas y de machistas.   
Ay Colau, qué poco me conmueven esas lágrimas de cocodrilo.



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