jueves, 24 de mayo de 2012


EL FRANCOTIRADOR

El francotirador pasea su mirada potenciada por los aumentos de la óptica de su fusil, capaz de acercar a su objetivo lo suficiente como para sentir su aliento. Su mirada fulminadora y fría se desliza entre las trincheras, por las calles de una ciudad, o entre la maleza de un bosque, en busca de un alma a la que mandar al infierno, siguiendo la premisa de una bala, un muerto.

Con pulso firme, respiración tranquila y prácticamente inmóvil, como un crótalo al acecho listo para asestar su mordedura letal, el francotirador tiene en sus manos la decisión de discriminar o ejecutar… en ese momento es como si fuera el dios de ese mundo infernal en el que habita.



El francotirador no puede permitirse tener conciencia, ni remordimientos, porque cada noche tiene que acostarse con cada uno de los rostros que se tiñen de sangre tras su visor. Los hay que duermen sin complejos porque llevan odio o sadismo en su sangre, y los hay que cada noche se levantan sobresaltados, empapados en un sudor frío como la misma muerte que provocan, sintiéndose observados en la penumbra por los fantasmas de todos aquellos que cayeron bajo sus disparos.

El grado de crueldad del francotirador depende de si es un sujeto pragmático que se ciñe a los acuerdos internacionales para matar de manera políticamente correcta, o es un sádico que disfruta segando vidas sin distinción de sexo o edad.
El francotirador que sigue las reglas internacionalmente establecidas para el “buen matar”, busca al enemigo de mayor graduación, o al que porta la radio, o al que dispone del arma con más potencia de fuego, o mejor aún, busca al francotirador que está diezmando a sus compañeros de armas, esperando a que cometa un error. El francotirador policial busca la cabeza del atracador de la recortada para que no se cepille a los rehenes.

El francotirador sádico dispara a lo que se le pone a tiro, para sembrar el terror o para su propio regocijo, como sucedía en la Sniper Alley o Avenida de los Francotiradores, el nombre que le dieron al Bulevar Mese Selimovica de Sarajevo. Francotiradores serbios apostados en los edificios de aquella ruinosa ciudad, convirtieron la avenida en una macabra galería de tiro provocando 1030 heridos y 225 muertos de los que 60 eran niños…

El francotirador… menudo elemento ¿verdad? Los hay en todos los ejércitos y fuerzas de seguridad, regulares, o irregulares, sirviendo a los estados, sirviendo a causas que a veces consideramos legítimas o sirviendo de herramienta para el genocidio, un horror se mire como se mire.

Pero no seamos hipócritas, también sirven a nuestros propios intereses, porque en el momento en que veamos amenazadas nuestras lindas casitas adosadas por el acoso de un país vecino, o tengamos a nuestra madre retenida por un atracador en un banco recortada en mano, reclamaremos la presencia de “nuestro” francotirador para que le vuele la tapa de los sesos, porque somos así de mezquinos y tendemos a que nos hagan el trabajo sucio, para después marginar al que barre. Hay tantos ejemplos en la historia de la humanidad…

El francotirador… que puta es la guerra.

1 comentario:

  1. Hoy has ido directo al grano, pero aun recuerdo los informativos dando las noticias sobre Sarajevo, y ya lo veíamos como una cosa normal... un saludo atrincherado en mi escondite.

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