OBJETOS INTELIGENTES
Es cierto lo que he leído por
ahí… Cada vez hay más objetos inteligentes, y en la misma medida, la gente se vuelve menos inteligente...
más boba. Como la cosa siga así, las máquinas acabarán decidiendo por nosotros,
y tendremos el cerebro tan atrofiado que no seremos capaces de reaccionar.
La siguiente peste que estoy
viendo llegar es la de las putas gafitas esas, las Google Glass. De aquí a
nada, toda la peña con las gafitas y el ojo saturando al cerebro con
información que es incapaz de procesar.
Supongo que coincidirá con un repunte del índice de atropellos por no
mirar donde se debe. Y si no, toda la peña con la masa gris googleglaseada y
las neuronas cerebrales goteando por la nariz.
Yo sigo resistiendo con el Nokia ladrillo,
esquivando a la empresa telefónica, que no para de advertirme que se caducan
mis puntos para canjearlos por un Smartpollas. Pero va a ser que no… Cuando
salgo de casa quiero sentirme libre, no geo-localizado al extremo, ni conectado
al extremo, no necesito saber dónde comprar, ni qué voy a comer, ni escuchar
continuamente música para acabar aborreciéndola. Prefiero dar un poco de
emoción al asunto y seguir descubriendo las cosas por mí mismo, y añorar un
rato la música para después cogerla con ganas.
No necesito linkearme o como
cojones se denomine eso de engancharse a otra red, como si fueras parte de un
sistema, para que al instante todo el mundo sepa de la leche que eres. Me sobra
con poder llamar y recibir llamadas en caso de emergencia, y no estar
escuchando el insufrible sonido del “guasa” ese, para contar en tiempo real que
acabo de abrir una puerta, que me voy a
tomar un bocata de panceta y que me voy corriendo al tigre porque me acaba de
dar un apretón por culpa de un Nespresso color fucsia caducado… y mandar la “afotito” de cómo alivias lastre en
el tigre de casa Pepe, que de comer pone una mierda, pero tienen un wifi
gratuito del carajo.
La sociedad se queja de que cada
vez hay menos libertad, pero es incapaz de rebelarse contra el sistema que la
hace presa. La sociedad no se conforma con comerse un plato de tecnología,
necesita comerse doce, engorda y se atrofia. La sociedad occidental pudiente,
claro está, porque el resto del mundo… Pues va a ser que también, porque
sorprende ver gente que pasa penalidades y que a pesar de los pesares, está interconectada
mediante un celular, o tiene una parabólica en su chabola. Sociedades
mega-conectadas a una prisión virtual de la que dependen cada vez más y más.
Al final acabaremos siendo bultos
de carne con ojos, sin cerebro, con una batería de litio-cadmio metida por el
culo y una memoria RAM configurada para obedecer sin chistar.
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