Cuando era
un mozo y salía a patear la sierra, las latas o los alimentos envasados que
llevaba en la mochila, volvían a ella una vez consumido su contenido. Podía cargar con los residuos durante días
hasta pasar por algún pueblo y depositarlo en un contenedor de basura. Lo sigo
haciendo, con la diferencia de que ya no realizo caminatas de aquellas
dimensiones, más que por edad, por falta de motivación, porque aquellos parajes
que recorría, o se han convertido en parques temáticos, o han restringido el
paso y no se puede siquiera, extender un saco para hacer noche. A lo que voy;
aquello sí podía considerarse ocio sostenible, ese adjetivo calificativo tan de
moda en estos tiempos.
Pero el ocio
normalizado en los núcleos urbanos, y por extensión, en los rurales, dista
mucho de serlo. Allá donde hay algarabía, se acumula la basura, por muchos
contenedores y papeleras que haya a mano. Yo cargaba con la basura durante
días, y esta peña no es capaz de extender la mano para depositar los residuos
en el contenedor que tienen al lado. Qué música le pongo a esto…
No hay comentarios:
Publicar un comentario