miércoles, 21 de junio de 2023

EL PACIENTE DE LA 213

Se llamaba Dionisio, el paciente de la 213 de la décima planta, ala norte. Quería morirse y lo consiguió. A diferencia de los días pasados hasta ayer mismo, la 213 permanece vacía, desinfectada y en sepulcral silencio.
Dionisio, al que no nos presentaron, se hacía notar por su desesperación. Quería morirse, que lo dejarán en paz, que le dieran algo.
Hacen gala en los hospitales de la protección de datos personales, pero en la planta conocimos su nombre. Supimos también que llevó una vida desordenada, y sobre todo, que quería morirse. Algo muy chungo en el colon, mucho dolor, y los del hospital empeñados en resucitarlo para prolongar el sufrimiento innecesariamente.
Ayer mismo por la mañana lo resucitaron de un paro cardíaco. Por la tarde, cuando se quitó el oxígeno le recriminaron el acto; "no te lo quites Dionisio, que te vas a morir". El hombre de pasado desordenado se lamentó amargamente; "e lo que quiero, darme argo me quiero morí". Desde la habitación en la que me encontraba, ejerciendo de acompañante, pude ver sus pantorrillas finas y blancas como dos cerillos.
Ya me lo adelantó mi amada cuando le hice el relevo, que esta mañana vio esas pantorrillas ya inertes; Dionisio se fue al patio de los callaos. Lo constaté esta tarde cuando llegué y vi la 213 abierta de par en par, vacía y en silencio sepulcral.
Al fondo del pasillo, orientación oeste, del ala norte de la décima, centelleaba el océano tras los barrotes de la escalera de evacuación. Supongo que Dionisio saldría por ahí, atravesando los barrotes gracias a la supuesta capacidad que tienen, no sé si los espíritus o las almas en pena, de atravesar lo material, dirigiéndose hacia el océano infinito. Que la mar te sea leve Dionisio, el de la 213, el de pasado desordenado, quien sea que fueras.
 
NOTA: He cambiado el nombre de la persona y los datos de la habitación y la planta donde se alojaba, para respetar su anonimato, pero se trata de una experiencia real como la vida y la muerte misma.

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