LA HISTORIA SE REPITE.
Me Estoy acordando del accidente del Yak-42 de mayo del
2003. Un gobierno sin escrúpulos, contrató los servicios de un vuelo chárter,
para trasladar a aquellos militares al mismísimo infierno en un todo por la
pasta. Después, de manera apresurada y chapucera, devolvieron los cuerpos a sus
familias, en forma de macabra macedonia de miembros desmembrados con diferentes
ADN.
Ahora estamos en la primavera de 2020. No parece que la
forma de hacer las cosas haya cambiado mucho. Sólo ha cambiado el gobierno. En
este caso, después de haber desoído las recomendaciones de las autoridades
sanitarias sobre los riesgos del COVID-19, dando prioridad a iniciativas de
carácter político-propagandístico, cuando se ha liado parda, han actuado tarde
y mal, con graves consecuencias para la salud de una nación entera.
Esto es, llegan tarde a las taquillas de las farmacéuticas para adquirir
equipos vitales necesarios para resistir el embate del coronavirus, y por no
volver con las manos vacías y justificarse de cualquier manera, compran el material
al primer reventas que ven en los alrededores, y los estafan.
Moraleja; son el mismo perro con distinto collar, y no hay
más ciego que el que no quiere ver. Porque ciegos están quienes justifican a
los unos y a los otros, en su cortedad de criterio. Masas bobas adoctrinadas,
merecemos la extinción.
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