jueves, 19 de septiembre de 2019


A VUELTAS CON EL CICLISMO. EL PEZ PAYASO.

Llevaba por delante a uno de estos ciclistas que van disfrazados de pez payaso, de los que no les falta un detalle y llevan unas bicis del copón, con pedales automáticos, y esas horquillas, mono horquillas, o como cojones se llamen ese tipo de sujeciones de la rueda delantera, con una sola pata, que se están poniendo de moda.
Lo tenía a unos 20 metros por delante, y más o menos llevábamos la misma velocidad, solo que yo iba por el carril bici, y él por la carretera, concretamente por la Avenida de Valdelagrana dirección Puerto Real. Iba jugándose el pellejo en cada rotonda, y ralentizando el tráfico rodado, porque estaba en su derecho, y además era idiota. Al llegar al puente sobre el Río San Pedro, me interné por las pistas del parque natural de la Algaida, pero el pez payaso, prosiguió por la autovía, antigua N-IV, dirección Puerto Real. Llevábamos trayectorias más o menos paralelas, pero las condiciones eran diferentes.
El pez payaso optó por jugarse las escamas en la carretera, aspirando monóxido de carbono por un tubo. Estaba en su derecho. Esto es, que le respeten el metro y medio y el ritmo que lleve, aunque ralentice la logística del transporte nacional. Si el repartidor de Amazon tiene prisa, que recupere la media en otro tramo. Eso sí, que el pedido que hizo el pez payaso, consistente en un foco de 3000 lúmenes, llegue a tiempo, pues como no sea así, reclamará a Amazon la tardanza y se va a cagar la perra.
El pez payaso estaba en su derecho de dejar su miserable vida en manos del grado de responsabilidad que tengan los demás, asumiendo el riesgo de que un camionero cabrón se lo lleve enganchado en el espejo retrovisor, hasta la terminal de la Maersk en Algeciras. El pez payaso, insisto, era idiota.
Aunque a lo mejor el idiota fui yo, pues las condiciones en las que circulaba, eran distintas. Opté por respirar aromas de marisma y pinares, circulando por pistas de tierra recién acondicionadas para su disfrute. Apenas nadie por esos senderos. Un espectáculo ver la fauna avícola de la zona y la quietud de las aguas en el reparo de marea. Brisa fresca del suroeste, y el tráfico rodado, reducido a un rumor. También circulan peces payaso por estos senderos, de estos que van en pelotón y se creen que están participando en una vuelta ciclista, sin respetar el metro y medio respecto a quienes caminan por los senderos. Se corre el riesgo de colisionar con uno de estos gilipollas, pero siempre será más leve que ser arrastrado por un tráiler hasta Pamplona. Debo ser idiota.


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