miércoles, 3 de octubre de 2018


EL HUMO SE ESFUMA

El humo se esfuma, como las horas del hombre que fuma. Se esfuman las horas, se esfuma la vida que le roba el humo del cigarrillo que fuma.
Tal vez no hay nada mejor que hacer que contemplar el paso de la gente sentado en el escalón de una casapuerta, gente que se disipa en las sombras, gente que se esfuma como el humo del cigarrillo que fuma.
Tal vez se esfumaron el trabajo, las esperanzas y las ganas de luchar en una ciudad castigada por la falta de tejido industrial, tejido que se esfumó como el humo del cigarrillo que fuma.
Tal vez sea el simple placer de la vida contemplativa, de la observación del pasar de la existencia, de la gente, del esfumarse el humo entre las personas. El efecto del humo, combinado con la luz del lubricán, genera una extraña atmósfera que envuelve a los transeúntes, que acaban esfumándose en las sombras como el humo que las envuelve.
El humo se esfuma como la vida que consume el cigarro del que fuma sentado en el escalón de una casapuerta.



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