jueves, 16 de junio de 2016

PALABRAS SINCERAS PARA CLAPTON.

Quien te mandó Clapton, por qué te uniste a la dinámica de quienes aseguraban que la creatividad venía inspirada por una tal Cocaine y sus parientes Heroína, María, Etílico…  El caso es que entonces ya lo sabías, eras consciente de ello y nos transmitías el mensaje con aquella versión de una letra compuesta por JJ Cale que muchos tontos interpretaban en sentido contrario, quizá embriagados por la cadencia de los acordes…  “She don´t lie, she don´t lie, she don´t lie, Cocaine.”

El mensaje estaba claro en aquellos tiempos, entonces, cómo es posible que la gente se sorprenda todavía, que no encaje lo obvio, que no sepan o quieran sumar dos más dos, que no caigan en la sencilla cuenta de que las drogas no ayudan a crear, solo a destruir talentos como el tuyo a corto o a largo plazo. Cómo es posible, con todo lo que sabemos ya, que la gente no tome nota de esa realidad… Quizá sea porque se deslumbran con el esplendor que irradian los genios como tú, y por su falta de talento o de perspectivas, se agarran a la parte fácil, al “beneficio” cortoplacista que a la par los destruye. Tal vez piensen, si lo hace Clapton debe ser bueno, de ahí debe manar su inspiración, subidón, subidón. Pero esa gente se engaña así misma o se deja engañar por los demás, como debió pasarte a ti, no es Cocaine, pues como dice la letra…  “She don´t lie, she don´t lie, she don´t lie, Cocaine.”

La inspiración manaba de ti no de las drogas, manaba de Eric Clapton,  tú mismo los has corroborado cuando aprovechaste  esa prórroga milagrosa, esa escapada de los infiernos, esa segunda oportunidad que no tuvieron otros, oportunidad en la que prescindiste de la malnacida de Cocaine y de otras pestes, sin que por ello dejaras de deleitarnos con tu voz y tu Fender “Blackie”, tocando con los mejores con esa discreción, con ese respeto por los demás y esa tranquilidad que te caracteriza, mano lenta, precisa como un reloj suizo, que arranca notas rítmicas que hacen imposible que permanezcamos hieráticos.

Pero ahora qué hacemos Eric, no me jodas, cómo sobrellevamos eso de que siendo aún joven, estés enterrado en vida porque tu vida es la música y resulta que ya no puedes tocar ni en el porche de tu casa a causa de una neuropatía degenerativa, en tu caso debida a qué… Dos más dos cuatro, encaja lo obvio Clapton, ajusta las cuentas de la factura que te han pasado los malos hábitos y a ver qué te sale.  Al menos si sirviera de ejemplo, no solo tu talento también tu mal ejemplo y tu rectificación posterior. Maldita Cocaine, y mira que lo sabías… “She don´t lie, she don´t lie, she don´t lie, Cocaine.”

Con todo habré de perdonártelo, pues a fin de cuentas, aunque no me iba tu rollo psicodélico de los 70 en lo que a modus vivendi se refiere, me llega tu música y las historias que cuentas en tus letras, en las propias o en las que magistralmente versionabas, como esas verdades sobre Cocaine a las que muchos no atienden “…Si ya todo acabó y te quieres ir; cocaína… No olvides esto, no puedes regresar; cocaína… Ella no miente, ella no miente, ella no miente; cocaína.”
Tu música me acompañó en los mejores y en los peores momentos y me seguirá acompañando probablemente hasta el fin de mis días, y es de buena condición ser agradecido, pero también sincero. Quién te mandó Clapton, a ti y a tantos como tú que palmaron prematuramente de mala manera, y lo que es peor, de forma innecesaria, genios con talento innato para la música, pero a la vez cobardes o tal vez inconscientes, torpes o faltos de una personalidad consolidada que los llevó a dejarse arrastrar por las modas, las tendencias o la necesidad agradar para ser aceptado en el grupo.
Que te quiten lo bailao dirán algunos para justificar lo injustificable, pero qué quieres que te diga Eric, me apena la noticia, y más me apena que aun así muchos no se apliquen el cuento y sigan en sus trece tonteando con Cocaine y otras pestes… “She don´t lie, she don´t lie, she don´t lie, Cocaine.”

Solo me queda desearte buena suerte pese a los tiempos duros y darte las gracias por llenar mis huecos con tu buena música amigo Clapton, y ya que estás como estás, pedirte que traslades al mundo cual es el resultado de dos más dos, recalcar que ella no miente y sus parientes tampoco, que las secuelas son claras incluso de las drogas que parecen más livianas, y que no inspiran nada, al contrario, solo disipan el verdadero talento por mucho que quieran contarnos los que están presos de ellas y solo buscan justificaciones para no afrontar sus problemas, estadios que tienen meridianamente claros quienes estudian las adicciones. Además ya lo dice la letra… “She don´t lie, she don´t lie, she don´t lie, Cocaine.”… She don´t lie; all drougs.

JM Arroyo


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