jueves, 30 de junio de 2022

SOBRE LAS FRONTERAS.

Cuando se está lejos del polvorín, resulta fácil encender velas para iluminar el camino de los demás y darse golpes de pecho, pongamos, por la apertura de fronteras en plan acogida general. Los integrantes del gobierno de coalición, que eran muy de iluminar caminos cuando estaban en la oposición, hoy se mueven a tientas porque no se atreven a encender un mixto al estar inmersos en la toma de decisiones sobre ese polvorín de los movimientos migratorios, a día de hoy convertido en arma de guerra. Híbrida la llaman.
Con nuestros pareceres sucede lo mismo. Encendemos velas hasta que nos montan un polvorín al lado de casa, y entonces soplamos como si no hubiera un mañana, no sea que nos explote en la cara. Y es que este no es un mundo idílico, esto es un sálvese el que pueda, como la vida misma, la ley del más fuerte, el león que se come a la gacela, etcétera. Ahí está la acogedora Suecia, preparándose para deportar refugiados kurdos con el fin de contentar al turco, para que le abra la cancela de la OTAN y así, intentar contrarrestar la amenaza del oso ruso.
Veremos más pronto que tarde, cuántos de quienes encienden velitas en las redes sociales, arreglando el planeta con ese buenismo hipócrita de cara a la galería, las soplan con desespero y echan candados a sus neveras, no sea que la marabunta henchida de hambruna las tome al asalto. Entonces pedirán vallas y tanques. Que le pregunten al presi guapo.


 

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