viernes, 16 de octubre de 2020

SIN SALUD NO HAY ECONOMÍA

 

Así reza el eslogan simplón -como todos los eslóganes políticos- que  algunos políticos repiten como un mantra. Lo hacen para lanzar balones fuera ante su incapacidad de buscar  soluciones efectivas para un problema complejo. Es un eslogan inconsistente en el que orden de los factores, no altera el producto, pues sin economía tampoco hay salud.

Esto es, a fulano, que regenta el local X o trabaja en la empresa Y, le vienen con el mantra y le dicen que tiene que cerrar el chiringuito, o que lo van a despedir de la empresa, sin tener claro si va a cobrar el ERTE, el paro, o no. En definitiva, a fulano le van a reducir sustancialmente los ingresos, o se va a quedar sin ellos directamente, lo que le llevará a tener que adoptar economía de guerra y estará sometido a una tensión brutal ante la incertidumbre.

La economía de guerra implica, que fulano y familia tendrán que comer menos y mal. Implica el riesgo de que fulano no pueda afrontar los gastos de alquiler o de la hipoteca y acabe desahuciado. También aumenta el riesgo de sufra ansiedad, de que entre en depresión y tenga que recurrir a ansiolíticos que lo sanarán por un lado y lo joderán por otro. Eso si no se arroja antes a las vías del tren o por los bloques del Campo del Sur.

Si se destruye la economía, sobre todo de los sectores más vulnerables de la sociedad, indefectiblemente afectará a la salud de los mismos. Si se destruye la economía en general, a ver quién va a pagar los impuestos para sostener la sanidad, las prestaciones sociales, las pensiones… ¿Los ricos con cuentas en Suiza? ¿Google? ¿Coca Cola?
 Ya me diréis qué mierda de eslogan es ese, sino un modo de no dar las explicaciones pertinentes para optar por una solución real y escurrir el bulto. Un modo de tomarnos el pelo por parte de unos políticos con rostro de hormigón armado de alta resistencia de 120 mega pascales.

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