sábado, 29 de junio de 2024

PELLEJAZO EN PATINETE.

Daba mi pateo matinal a paso ligero, disfrutando del chirimiri que caía y mantenía alejadas de la costa a las hordas playeras cuando, a la altura del Paseo del Vendaval, me pasaron a todo trapo por estribor un chico y una chica en sendos patinetes, la chica, con una caja de cartón demasiado grande para ser transportada con seguridad en ese medio de transporte.

Esa especie de sensor que tengo en mi cerebro para augurar catástrofes inminentes, realizó un rápido cálculo; Dos patinetes + una neurona por tripulante + exceso de velocidad + carril bici mojado sin tratamiento antideslizante + neumáticos lisos + transporte de mercancías inadecuado + tripulantes de cháchara = Pellejazo en el asfalto de alta probabilidad.
Fue pensarlo y unos 20 metros más adelante ¡¡FHISSSSS… CRASH!! Pellejazo en patinete. Fue la chica la que cayó, debido a que la caja de cartón, que contenía un ventilador, le hizo perder el equilibrio, y la falta de adherencia del piso con los neumáticos lisos del patinete, hicieron el resto.
La neurona del chaval no daba a bastos para gestionar la situación de su compañera, y la neurona de la chica todavía estaba rodando por el suelo cual canica de a peseta, así que me detuve para evaluar su estado, pues no se levantaba.
Estaba consciente, aunque dolida, le quemaban las heridas abrasivas que se hizo en codos y rodillas, pero no eran para tanto. No se golpeó la cabeza, y antes de ayudarla a levantarse, me cercioré de que las articulaciones no estaban afectadas. Todo se limitaba a magulladuras leves.
Les pregunté que si habían tomado nota y les entró la risa. El chico me dijo que no era la primera caída que tenían. Les insistí en la recomendación de llevar casco y en controlar la velocidad, sobre todo cuando llueve. Les pregunté si estaban lejos de su casa y me dijeron que no, así que les sugerí que hicieran el camino a pie. Me dieron las gracias y seguí mi camino.
Minutos después, a la altura de la catedral, me pasaron a todo trapo por estribor un chico y una chica en sendos patinetes, la chica, con una caja de cartón de considerables dimensiones como para ser transportada en patinete. Eran los mismos. Pensé, o quieren morir, o dos neuronas, una de ellas aturdida por un batacazo, no tienen capacidad para sacar conclusiones de lo sucedido. Bonita mañana, disfrutemos del chirimiri, esa guiri a la que acaba de cagar una gaviota, no lo disfrutará tanto. La naturaleza es sabia.

 

 

 

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