lunes, 22 de agosto de 2022

 A colación de los fuegos, el consabido “los incendios se apagan en invierno” está en boca de todos. También nos lamentamos de que los embalses y los ríos están bajo mínimos, pero aprovechando las circunstancias, no veo que se limpien los cauces, ni se saneen las infraestructuras hidráulicas, así que en breve nos lamentaremos por las riadas y diremos aquello de “los cauces se limpian en verano”.
También hay otra frase hecha que se ha puesto de moda; “había muchas ganas”. Y como las hay, tiramos la casa por la ventana y aceleramos el proceso de destrucción del planeta, derrochando recursos a mansalva para la mera diversión.
“Había muchas ganas”. El ocio convertido en dogma de fe, propia de una religión que hace apología de la autodestrucción. Fiestas del agua en plena sequía, conciertos nocturnos con millones de vatios de consumo, y marabunta de medios de transporte de todo tipo en plena crisis energética. Poblaciones que triplican la población habitual, con el impacto que implica el consumo de recursos y la generación de residuos, depuradoras y procesadoras de residuos llevadas más allá de sus capacidades. Y ruido, mucho ruido, un problema que está dando lugar a que muchas personas tengan que abandonar los lugares donde vivieron desde siempre.
Diríase que somos ganado en desbandada dirigiéndose hacia un abismo.
 

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