LO VI SENTADO EN UN BANCO
Lo vi sentado en un banco, bajo una farola que iluminaba con
desidia, un banco de color verde esperanza ya descolorido y rasgado por mil
navajas.
El hombre estaba desaliñado, aunque no sucio, chapa oxidada
pero no podrida.
Tenía la mirada de la milla, esa en la que nadie repara, esa
capaz de perforar hormigón armado sin hacer ruido.
Parecía un rifle sin mira, con el ánima sucia, parecía
pólvora mojada, por ende inservible.
Era como barco embarrancado en un islote alejado de las
rutas marítimas.
Estaba ausente, tanto que a buen seguro ni se le esperaba.
Tras él una entidad bancaria, a esas horas fuera de servicio,
y en sus cristales, anuncios publicitarios haciendo apología del capitalismo.
En los mismos cristales, un reflejo, el de los faros de los coches pasando entre agua en
suspensión, el del hombre sentado en el banco y el mío mirando de soslayo.
Entonces caí en la cuenta… podría ser yo, podría ser
cualquiera.
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