miércoles, 7 de noviembre de 2018


LO VI SENTADO EN UN BANCO

Lo vi sentado en un banco, bajo una farola que iluminaba con desidia, un banco de color verde esperanza ya descolorido y rasgado por mil navajas.
El hombre estaba desaliñado, aunque no sucio, chapa oxidada pero no podrida.
Tenía la mirada de la milla, esa en la que nadie repara, esa capaz de perforar hormigón armado sin hacer ruido.
Parecía un rifle sin mira, con el ánima sucia, parecía pólvora mojada, por ende inservible.
Era como barco embarrancado en un islote alejado de las rutas marítimas.
Estaba ausente, tanto que a buen seguro ni se le esperaba.
Tras él una entidad bancaria, a esas horas fuera de servicio, y en sus cristales, anuncios publicitarios haciendo apología del capitalismo.
En los mismos cristales, un reflejo, el de los  faros de los coches pasando entre agua en suspensión, el del hombre sentado en el banco y el mío mirando de soslayo.
Entonces caí en la cuenta… podría ser yo, podría ser cualquiera.

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