lunes, 19 de septiembre de 2022

SOBRE CORONAS E IRREVERENCIAS

Hay que reconocerles que saben darse a valer haciéndose notar, y está claro que no se han desprendido de los tics imperialistas de tiempos pretéritos, de cuando tenían al mundo acogotado bajo sus lustrosas botas. El funeral modo deidad lo dice todo, orgullo y soberbia imperial. Dios salve a la reina.
Puede que sea bueno para un país tener garantizado el orgullo patrio como en el caso de los ingleses, el todos a una para afrontar los momentos de crisis, y disfrutar de los momentos de gloria. A diferencia de nuestros monarcas, los británicos daban una de cal y otra de arena y eso proporcionaba vidilla a la chusma. Los nuestros nos mandaban batallar a palo seco por el rey y su puta madre, y al regreso, ya fuera victoriosos o derrotados, solo cabía esperar más miseria.
Por eso aquí somos más de guerra de guerrillas, sobre todo contra nosotros mismos, de reinos de taifas, de envidias y odios viscerales entre aldeas, de que cada palo que aguante su vela, irreverentes con las coronas y con la madre que nos parió.
Es lo que hay, por eso la pérfida no puede esperar otra cosa de nosotros más que irreverencias, culos apuntando hacia Londres desde la borda de una nave española infiltrada en el Támesis para llevar a cabo una escaramuza, no por España, sino por nuestros santos cojones.
San Pedro dimite, harto de esperar en la puerta a la Isa. El diablo se niega a acogerla en su reino. Mahoma respira aliviado de que sea católica. Buda no quiere ni pensarlo y se ha liado un peta tibetano. Es mi aportación irreverente a colación de todo lo anterior.


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