lunes, 17 de diciembre de 2012






La mirada se pierde, la mente se expande y se diluye en la atmósfera, el corazón se ralentiza y los sentidos se dispersan en el éter, los cinco sentidos, e incluso a veces un sexto. Puestos a desear bien para los demás, desearía que todas las personas pudieran sentirse así con independencia de sus circunstancias, pues lo que más gratifica al ser humano quizá sea la paz interior, esa paz que he intentado describir torpemente.
 Me voy a dejar de tópicos, de bolas navideñas, de copos de nieve, de fechas de calendario señaladas en rojo. Me voy a limitar a desearos, no porque toque, sino porque sí, mis mejores deseos, que no son más que podáis sentiros como me sentía yo cuando me hice la foto. Que la paz interior os inunde y ahogue todos los pesares. Un fuerte abrazo.
JAB

2 comentarios:

  1. Gracias, José María.
    Es indescriptible lo que se puede sentir en esos momentos en los que se está allí arriba, con el aire limpio, el oido alerta pero descansado, el frío afuera y el calor de las emociones fuertes aunque atemperadas.
    Incluso los más ateos, a veces nos preguntamos acerca de Dios...

    Me encanta el color de la foto, la matización del fondo y la definición de tu figura a contraluz.

    Un abrazo y mis mejores deseos.

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