LA ENÉSIMA SOBRE LENGUAJE SEXISTA
Escuchaba en Onda Cero una
entrevista que Alsina le hacía a una diputada de Unidas Podemos, una tal
Yolanda Díaz. Siguiendo las directrices del partido al que representa, manejaba
un lenguaje “no sexista”, “inclusivo” o eso dicen ellas, siempre ellas. Ese
supuesto lenguaje inclusivo que divulgan, pasa por erradicar el uso del
genérico, el que identifica a todos los individuos de la especie humana,
nosotros, pero que ellas consideran una imposición del patriarcado.
El caso es, que pude percibir a
través de las ondas, que a la diputada podemita le costaba manejarse con ese
lenguaje forzado que ella misma se imponía. Por ejemplo:
Se refirió a “nuestro equipo
negociador”, pero en milisegundos, debió producirse un corto en la sinapsis de
la diputada, que hizo saltar una alarma interior, ua-ua-ua, de la zona craneal
que almacena el aprendizaje por condicionamiento. Atendiendo a la alarma, rectificó
de corrido diciendo “nuestra equipo negociador” procurando enmendar la frase como
si hubiera violado el mantra que practica. En definitiva, se hizo la picha un
lío, porque ya me dirán cómo encaja eso de “nuestra equipo”.
En cambio, no dudó ni rectificó,
cuando se refirió a “los socios de la derecha”, pudiendo referirse a las socias
de la derecha, por eso de seguir con el mantra del nosotras. Si personas como
la tal Yolanda se han hecho fuertes en el nosotras, ya que lo del nosotros les
produce repulsión ¿Por qué no lo hacen también en el caso de las mujeres con
ideas conservadoras? ¿O acaso esas personas no pueden ser consideradas mujeres
de pleno derecho?
Da la impresión de que, para las
nuevas generaciones de izquierdas, únicamente tuvieran derecho a la
consideración del nosotras, las mujeres “progresistas” –y los hombres
feminizados por la gracia de los mantras políticos podemitas, como el tal
Miguel Urbán, que tiene de femenino lo que un Lada Niva de glamuroso- como si
las mujeres de derechas, o sencillamente las que no piensan como las de
izquierdas, fueran meros títeres manejados por el patriarcado, o una raza
inferior.
Siguiendo con la entrevista del
cachondo de Alsina, la tal, respondiendo a otra cuestión, dijo “no me siento
agraviada, hombre”… ¿Y por qué no mujer? ¿Se le escapó lo de hombre? Es difícil
mantener el mantra ¿eh? Le salió tan natural…
Puestos, o puestas, a abundar en
el absurdo, si lo que buscan es un
lenguaje no sexista, podrían empezar por dejar de imponer el nosotras, y
relegar el nosotros como si fuera la peste negra, porque al final estamos en lo
mismo, se impone un género a otro, y si eso es progresista, que me lo
expliquen.
Si no les agrada el uso genérico
del masculino para designar a todos los
individuos de la especie humana, podrían recurrir a otros términos para evitar
hacerse un lío con desdoblamientos como
el nosotras y el nosotros, y minimizar las dificultades sintácticas y de
concordancia. Por ejemplo, referirse a la ciudadanía, en vez de alargar la
frase innecesariamente con ciudadanos y ciudadanas. O cuando se refieren a las
personas que integran sus partidos, reemplazar el nosotras, por la militancia,
por eso de incluir al género masculino, aunque debe ser eso lo que les escuece.
Que lo hagan, al menos por ecologismo, porque como escriban libros con tantos
desdoblamientos, no va a haber reserva de papel que lo resista, o memoria
digital que lo contenga.
Da la impresión de que si esta
peña se hace con el poder, quienes nos consideremos masculinos y
heterosexuales, podemos acabar en campos de concentración, compartiendo
barracón con los gallos acusados de violar gallinas, kí-kirikí. Al paso que
vamos no me extrañaría.
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