EL SERRALLO
Ocasionalmente Lobita y yo nos pasamos por el Serrallo, sito
en la popular plaza del Mentidero, en Cádiz. Dicho así, la cosa puede prestarse
a confusión, a poco que se sepa qué es un serrallo. Digamos que casualmente
podría dar lugar a un tema de conversación muy de mentidero, esto es, del qué
dirán, mira esos dos dónde se meten, hay que ver qué poca vergüenza María, y
que lo digas Manué.
Habrá a quien serrallo le suene a serrín, y deduzca que si
decimos que vamos al serrallo, piense en una carpintería o en una serrería… Irán
a encargar un tablón pensará. De hecho yo desconocía el significado de la
palabra, y si lo conozco ahora es porque me picó la curiosidad, un bicho que
anida en mí desde que nací. Pero quien conozca las acepciones del término,
podría pensar, estos dos se van de
cortesanas, de putas hablando en castizo, porque palacio turco no se conoce en
el lugar.
Y es que resulta que serrallo (del turco saray, y del
italiano seraglio) es una palabra que se utiliza generalmente para denominar a
los palacios de los sultanes otomanos, muy dados a los harenes y a la
poligamia. De hecho, el serrallo era la zona donde residían las concubinas de
los sultanes.
Pero en Cádiz no se conoce palacio otomano alguno, por tanto,
no hay posibilidad de encontrar un harén con su serrallo propiamente dicho,
siendo harén la primera acepción que encontramos en el diccionario, de la
palabra serrallo. Así que, por descarte, debemos recurrir a la segunda
acepción, más común y extendida, vinculada a la profesión más antigua del
mundo:
Serrallo (2º acepción, masculino) Sitio donde se comenten
graves desórdenes obscenos.
¡Madrepariós! Juro por los muertos del corsario Paco Drake,
que cuando vamos al Serrallo, es para tomarnos una cervecita con alguna tapa,
porque aquello es eso, un bar de tapas, no una casa de citas. No sé a santo de qué
se les ocurrió llamar Serrallo al bar, máxime cuando aquello no tiene pinta de
palacio otomano, y aunque en principio no tiene pinta de burdel, podría serlo a
poco que se le coloquen algunas luces rojas y unas cortinas de tonos lascivos.
La próxima vez que vayamos tengo que preguntar a los
camareros si saben qué es un serrallo, porque tengo mis dudas de que conozcan
su significado. Me da que cuando lo sepan, con la guasa que tienen mis paisanos,
se va a liar en la barra la marimorena. Lo mismo salgo revoleado por la puerta,
o quizá me salgan con eso de tómate otra servesita, cabesa, invita la casa, que aunque Lobita me llame "ese señor de Cuenca" algo sé de los míos.