Y le soltó
la capitalina señora vicepresidenta tercera del pijo gobierno al presidente
andaluz eso de arrogancia de señorito, algo que no le soltó a Ximo Puig durante
las discrepancias que tuvieron en la misma materia sobre la gestión de los
recursos hídricos.
Dejando
claro que en lo relativo a Doñana, pondría en cuarentena lo que pretende el
gobierno andaluz porque no lo tengo claro, una cosa es no estar de acuerdo y
otra, el tratamiento que se le está dando al asunto, en el que no habiendo
agua, creo que se está llegando a la gota que desborda el vaso.
Al parecer,
los andaluces seguimos con el estigma. O somos señoritos, o semos ignorantes. En
apenas tres días llevamos una rachita intensa de faltas de respeto en este
sentido.
Primero los
toláis de la televisión pública catalana y su patética parodia, que era para
tirarlos por los bloques (del campo del Sur).
Después, la
abogada Beatriz De Vicente, que refiriéndose al caso de los niños maltratados
por el médico en Colmenar Viejo, vino a decir que no se comprendía tratándose
de un doctor, no de analfabetos de la Alpujarra. Por que claro, en la Alpujarra
todavía viajan en burro y tiran de alfaca a la menor discusión.
Y ahora la capitalina
ministra Ribera etiquetando de "señorito" al presidente de Andalucía. Le faltó decirle " morenito" por
eso de que la mayoría de los andaluces semos renegríos y bailamos flamenco de
serie según el tópico de los cojones.
Respecto al
numerito del tarro de arena en el Parlamento de Andalucía, protagonizado por una
diputada de Adelante Andalucía, como no dan para más en materia de dialéctica
parlamentaria y en proponer soluciones viables, tienen que recurrir a estos
numeritos vergonzosos que atentan contra la dignidad del lugar en el que,
teóricamente, se representa la soberanía del pueblo. Y venga arena sobre el panel
del escaño, que pagamos todos, todas y todes, que ya vendrá la limpiadora a quitarlo, que para eso
está. Con ese acto mezquino, flaco favor ha hecho esta diputada de pandereta a
la reputación de quienes se supone que representa y a la suya propia, la cual
me importa bastante menos.
Mi amada
esposa suele llamarme “ese señor de Cuenca” porque no caso ni de lejos con los
tópicos andaluces, quizá porque no me dejo llevar por pasiones patrias por el
mero hecho de haber nacido en un lugar. Pero con todo esto, me están entrando
ganas de pintarme la cara de verde y blanco, coger un hacha cual Braveheart de
las marismas, y ciscarme en los muertos de señoritos y analfabetos funcionales
de otros territorios, que haberlos los hay a patadas, incluso con titulaciones
universitarias que es lo más preocupante.
jueves, 13 de abril de 2023
SEÑORITOS E IGNORANTES.
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