martes, 7 de marzo de 2023

REVOLVIÉNDOSE EN SUS TUMBAS

En este país percibo tres tipos de feminismos.

El primero, el que merece todo mi respeto y admiración, el que viene fraguándose desde el siglo XVIII en tiempos de Mary Wollstonecraft y su “Vindicación de los derechos de la mujer”, pasando por sufragistas como Elizabeth Cady y Emmiline Pankhurst y la Woman’s Social and Political Union, cuyas integrantes fueron perseguidas y metidas en chirona.

Julieta Lanteri, Alicia Moreau, Eva Duarte, Simone de Beauvoir, Clara Campoamor… y así, hasta estos tiempos en los que la lucha por los derechos de las mujeres sigue vigente, plasmándose en el día a día del qué hacer profesional y cotidiano de muchas mujeres con la cabeza en su sitio, unas con formación académica y gran cualificación profesional, y otras formadas en lo que denominamos universidad de la vida, que no desmerecen para nada frente a las anteriores.

Luego tenemos el feminismo de postureo, como el ejercido por el presi guapo. De cara a la galería, está rodeado de ministras que tienen la habilidad de exhibir la mejor de sus sonrisas mientras se chotan en la cara de los ciudadanos, un afable plantel de señoras de buen vestir, que actúan como estandarte mediático para fardar del gobierno más feminista del mundo. Pero resulta que el núcleo duro del presi guapo, el Gabinete de la Presidencia, que es el que tiene el poder de decisión, está constituido por ocho hombres y una mujer. De aquí extraigo dos conclusiones; La primera, que para ser una “cremallera” está bastante mellada. La segunda, es que las señoras ministras están siendo utilizadas como mero atrezo de cara a la ciudadanía, lo cual no dice nada a favor del supuesto feminismo del PSOE.

Y para finalizar tenemos el feminismo de Satisfacer, en honor a la tal Pam (Ángela Rodríguez) que cada vez que habla se muere un ruiseñor por el mero hecho de no ser “ruiseñora”. Para este feminismo que va de izquierdista, pero que ha sido importado de los USA, junto como otras calamidades como el veganismo y el animalismo radical, feminismo es darse gusto en el chirri con un artefacto a pilas con tal de no meterse un bauprés opresor, o mantener obcecadamente en una ley elaborada con el mismísimo chirri, que ya ha rebajado la condena a setecientos y pico, y lo que queda, de violadores y pederastas. Según esta peña, feministas tienen que ser incluso las hipotecas y la cesta de la compra, que no sabía yo que eso fuese posible, que hubiese cestas machistas o feministas como apunta con asombro el de Las Sandalias del Pescador, el tal Javier Carvallo.

Y ahí están, cobrando un sueldazo la Pam, la Belarra, la Montero… por causar estragos en la política y en la vida de las personas, dándoselas de precursoras del feminismo ante la estupefacción del feminismo con mayúsculas. Qué perdidas (y qué perdidos y “perdides”) deben estar los incondicionales de esta estirpe. Seguramente lo son por ser presas fáciles por desorientadas, acomplejadas, sectarias y carentes de juicio clínico, cual ocurre con los que caen en las redes del extremismo sea de la leche que sea. Presas fáciles que se dice.

Mary Wollstonecraft, Elizabeth Cady, Emmiline Pankhurst,  Julieta Lanteri, Alicia Moreau, Eva Duarte, Simone de Beauvoir, Clara Campoamor, etcétera, se tienen que estar revolviendo en sus tumbas. Y no es para menos.

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